IBON Larrinaga (Romo, 1991) lleva sin subirse a un cuadrilátero desde diciembre. En el Winter of Fire, Aritz Pardal le tiró a la lona y le arrebató el título WBC Mediterráneo del supergallo. Fue un golpe que se hizo carne en el segundo asalto. En el retrovisor, fuera de los focos, una anemia había atacado el organismo del vizcaino, que se anotó su primera derrota en el ensogado de pago. Fue la piedra en un camino de diez peleas desde que debutara en abril de 2016. La horma del zapato del frontón Bizkaia le dio un “pequeño bajón”. Después, tomó la decisión de subir de peso e instalarse, por lo menos, en el pluma. El viernes, en el mismo escenario, se medirá al georgiano Levan Tsiklauri (8-1) en una división mayor: el superpluma. Ibon no descarta mantenerse en esa categoría.

La pelea contra El Chulito Pardal le sirvió al de Eskuinaldea para renacer. “Según me hicieron el K.O. lo acepté como algo que podía suceder encima del ring. Estuve unos días de bajón, con las dudas que surgen a los profesionales”, cuenta Larrinaga. El púgil siguió entrenando, “cabezón”. “Tenía claro que si me quedaban oportunidades era porque yo tenía que crearlas. En casa, dándole vueltas a la cabeza, no iba a conseguirlo. Trataba de estar de buen rollo, trabajando a diario”, desgrana. Fue la receta para la resurrección. “Seguía confiando en mí y me ha salido esta oportunidad. Ya dije a mi promotora que si había alguna pelea entre los 57 y los 60 kilos, iba a competir”, recita Pura Vida. Se analizó: trabajo de introspección. Aprendió de la derrota y marcó su camino. Surgió la posibilidad de pelear el viernes. Fue una alegría. Una brizna de pena le llegó después de conocer que Kerman Lejarraga posponía su asalto al cinturón de Europa por un corte en el párpado.

Confiesa el de Romo que, a partir de ahora, la idea es “subir al pluma de continuo”. “Contra Tsiklauri, de hecho, voy a competir en el superpluma. Me avisaron con tres semanas de antelación y estaba alimentándome bien. Me encontraba en mi peso natural, pero no quería exprimirme. No quería que me pasara lo mismo que la vez anterior, me vale con sufrir una vez”, sostiene Larrinaga, quien agrega que “si me encuentro bien y que puedo perder un par de kilos, bajaré al pluma”. No descarta Ibon mantenerse. “Tengo altura para ser un superpluma. Si estoy a gusto entrenando y puedo llevar una vida normal, es posible que me quede ahí. No lo sé, depende de cómo me encuentre. El día a día no se puede hacer con carencias y cuando acabe mi carrera con el boxeo no quiero tener problemas de salud”, concreta Larrinaga.

Ahora, crecen nuevos retos en su horizonte. “Estoy con ganas de lo que puede venir, quiero seguir mejorando y puede pasar de todo, pero tengo que salir con ilusión”, añade Larrinaga, quien afirma que “he visto algún vídeo de Tsiklauri y es un chico valiente y limpio”. Pura Vida, pura ambición: “Comenté a mi promotora que quería a alguien que viniera a vencer a pesar de haber encajado un K.O. Tengo que currármelo para ganar. Aunque me entrara el bajón, siempre quise demostrar que puedo estar ahí, en el candelero. Las cosas de palacio van despacio y esperaba a un rival duro”. Larrinaga volverá al bastión de Miribilla el viernes. La velada comenzará a las 21.00 horas y habrá también K1 y MMA.