gARBIÑE Muguruza se sabe entre las elegidas para la gloria. “He estado ahí y eso me hace pensar que puedo volver a estar”, ha dicho la vasco-venezolana como declaración de intenciones para esta nueva campaña. Tras el año en que ganó en Wimbledon su segundo Grand Slam y fue número 1 del mundo durante un mes, Muguruza acepta el reto de mantenerse en lo más alto de un circuito imprevisible. La impresión es que la de Caracas, cumplidos los 24 años, aún no ha tocado techo y su trabajo con Sam Sumyk va encaminado a lograr que sus periodos de brillantez sean más prolongados “y seguir jugando grandes finales”.
Su calendario incluye trece torneos hasta Wimbledon, al margen de la Copa Federación. Brisbane, donde están inscritas doce de las veinte primeras del mundo y Muguruza defiende semifinal y parte como primera cabeza de serie, será el punto de partida desde el lunes para tratar de recortar los 40 puntos que le separan de Simona Halep, la líder de la WTA. Sus planes se truncaron ligeramente por los problemas que sufrió su vuelo desde Los Angeles a la ciudad australiana, donde llegó con ocho horas de retraso, pero la vasco-venezolana puede acabar la primera semana del año como líder, lo mismo que Caroline Wozniacki, que debuta en Auckland, y la propia Halep, que se estrenará en Shenzhen. “No veo a ninguna jugadora realmente dominadora. Hay muchas chicas que juegan de forma consistente cada semana”, dice Muguruza ante la posibilidad de regresar a la cima del tenis femenino.
Además, en el circuito habrá una gran novedad este año y es que regresa Serena Williams tras su maternidad. La campeona del último Abierto de Australia jugará mañana en Abu Dabi una exhibición ante Jelena Ostapenko y el nivel que pueda dar es una incógnita, al menos en los primeros meses de competición. La estadounidense será un factor de desequilibrio, lo mismo que podría serlo Maria Sharapova, que ya es la 59 del mundo y ahora, en igualdad de condiciones, promete venganza tras los fogonazos brillantes del año pasado. Habrá que seguir también a Angelique Kerber, Dominika Cibulkova, Agnieszka Radwanska y Timea Baczynski, cuya fiabilidad se quebró el año pasado y ahora están fuera de las veinte primeras. Belinda Bencic, tras un año casi en blanco, quiere imitar a Sloane Stephens y regresar a los puestos altos. Todo ello resultará en partidos muy interesantes en las rondas iniciales de muchos torneos, lo que supone otro reto para Muguruza y el resto del Top 8 actual.
La otra jugadora vasca del circuito de la WTA, Lara Arruabarrena, arranca el año en Auckland y desde el puesto 86 con el deseo de consolidar el trabajo que está realizando junto a Alejo Mancisidor. En 2017 la tolosarra añadió otra final a su palmarés, la de Bogotá, pero no pudo evitar los altibajos en su rendimiento.
BARTOLI Y AZARENKA La gran noticia de este año se producirá cuando se confirme la reaparición de Marion Bartoli. La francesa se retiró en 2013 por agotamiento y ahora se prepara para regresar tras superar una muy grave enfermedad que puso en riesgo su vida. Viktoria Azarenka es un caso opuesto ya que cuando trataba de volver al circuito tras su maternidad empezó un proceso de separación del padre de su hijo que ha derivado en una pelea judicial por la custodia y que impide a la tenista bielorrusa ejercer su profesión con normalidad.