Bilbao - Un abrir y cerrar de ojos y el partido ya era historia. En un par de andanadas, el Barcelona plasmó a la perfección sobre la cancha de Miribilla el plan de juego con el que viajó a Bilbao y se puso en órbita. En ese mismo margen temporal, los hombres de negro recibieron repetidos impactos allá donde más les duele y quedaron a la deriva, sin ninguna posibilidad de llegar a buen puerto. Fue cosa de seis minutos, el tiempo que necesitaron los de Sito Alonso para conectar una y otra vez con Kevin Seraphin para que este, hercúleo, imposible de frenar para los postes de la escuadra anfitriona, muy inferiores en cuanto a andamiaje, hiciera estragos en la pintura de los de Carles Duran. Una, dos, tres, cuatro y hasta cinco veces percutió el pívot francés sobre Tim Kempton y Mickell Gladness para fundir la red rival. Y lo que no convirtió él lo transformó en bolas dobladas para que sus compañeros fusilaran con facilidad desde la línea de 6,75. El resultante fue un 7-24 y se acabó lo que se daba.
Y es que este Bilbao Basket es lo que es y en su fondo de armario hay lo que hay. Y a día de hoy no hay nada que pueda cubrir a la escuadra vizcaina ante las acometidas de un conjunto tan largo, multidisciplinar y físico como el azulgrana, menos aún cuando no tiene el mejor de sus días desde la larga distancia. Nada se puede achacar a los de Carles Duran desde el punto de vista de la actitud y la entrega, pero eso no basta ante un equipo como el Barça como tampoco fue suficiente cinco días atrás en la cancha del Lokomotiv Kuban. El equipo vizcaino se está acostumbrando a recibir toneladas de puntos en cada choque -los rivales han pasado de los 100 en las dos últimas citas- y esa es una premisa muy negativa. El Bilbao Basket anota mucho pero a él le anotan mucho más y así no es que sea difícil ganar, sino que el mero hecho de competir se complica porque obliga a niveles de acierto ofensivo que tampoco los hombres de negro están preparados para alcanzar. Y eso que ayer Lucio Redivo y Ricardo Fischer jugaron probablemente sus mejores partidos oficiales en el conjunto bilbaino como escuderos de un excelente Álex Mumbrú, valiente y decidido en los peores momentos, pero otros como Jonathan Tabu tuvieron el día torcido. Y qué decir de los pívots, aunque ese es ya un problema más estructural que puntual.
Sin opciones El Barça activó el modo apisonadora desde el salto inicial y nadie representaba mejor esa expresión que Seraphin. Ver al francés emparejado al bisoño Kempton casi hacía daño a la vista. Medir la anchura de su espalda y compararla con la del hombre de negro dejaba claro que nada bueno podía salir de esa pugna. Así, campando a sus anchas al poste, los de Sito Alonso pusieron pies en polvorosa para no volver a mirar hacia atrás. Diez puntos de Seraphin no encontraron respuesta en el bando local. Y lo que no finalizaba el poste galo cristalizaba en movimientos rápidos de balón para el tirador liberado en la línea de 6,75. ¿Resultado? Un 7-24 en menos de siete minutos. El Bilbao Basket le echaba voluntad, pero carecía de resortes defensivos y acierto exterior. Tuvo que salir desde el banquillo Mumbrú para ofrecer soluciones. Así, con el capitán tiranizando a Claver jugando de espaldas al aro, los de Duran lograron al menos cerrar el primer cuarto con un luminoso que no fuera sinónimo de hundimiento total (15-29). Pero todo era alargar la agonía. Porque cuando se sentaba Seraphin salía Tomic y cuando Hanga necesitaba coger aire tomaba su relevo Rakim Sanders, una copia del pívot francés pero algo más bajito. El Barcelona, actuando a toque de corneta, desatado, arrasaba a base de físico y velocidad (15-34). Los anfitriones ponían corazón, pero no les respaldaba el acierto desde la larga distancia. Y si Redivo y Todorovic encadenaban un par de canastas (25-37), Moerman y Navarro respondían acto seguido para abortar cualquier intento de rebelión. Los de Sito Alonso llegaron a los 20 puntos de margen (33-53) tras una técnica a Tomàs, aunque un triple de Hervelle dejó el luminoso en 36-55 al ecuador de la cita.
En la reanudación, el Barcelona decidió que podía hacer más daño a los hombres de negro de la mano de Heurtel y Hanga (38-64), pero se encontró un grupo humano que no estaba dispuesto a dejarse llevar. Con el público entendiendo que los suyos daban todo lo que tenían, Redivo como brazo ejecutor (nueve puntos seguidos) y Fischer imprimiendo efervescencia, los anfitriones enlazaron un 14-2 para colocar el 52-66 y obligar a Sito Alonso a detener el duelo. Otra vez, el Barcelona tiró de recursos, sumó físico de la mano de Pressey, Sanders y Seraphin y las aguas volvieron a su cauce, ayudadas también por las cuatro faltas de Redivo y Mumbrú. El 60-79 a diez minutos del final no tenía vuelta atrás. El Barça quiso activar el show de Navarro, pero los anfitriones jugaron con seriedad y entereza espoleados por Redivo. Lograron estrechar el marcador hasta el 83-97, pero el rival no levantó el pie hasta castigar con el 83-104 final.