Arkaitz Manzarbeitia, de Orozko, a jugar contra Andy Murray
Arkaitz Manzarbeitia, ahora entrenador técnico en Jolaseta, coincidió como jugador con algunas de las estrellas del tenis
ARKAITZ Manzarbeitia (Orozko, 29-XII-1982) conoce muy bien el tenis que no sale en los grandes medios de comunicación, el que se ha jugado estas dos semanas pasadas en Bakio y Getxo. Él mismo tiene una historia curiosa porque no parecen las faldas de Gorbeia un lugar propicio para que puedan surgir tenistas. “Yo, en realidad, jugaba a pelota a mano, pero cerraron el club del pueblo y mis aitas me apuntaron a un intensivo de verano de tenis y luego a una escuela. Y hasta hoy”, explica alguien que aún queda con sus amigos los fines de semana en el frontón mientras el resto del tiempo lo emplea en el circuito de la ITF, más volcado en su faceta de entrenador en el Real Club Jolaseta que en la de jugador, algo que ahora hace de forma esporádica.
Pero Manzarbeitia, que para seguir su progresión tuvo que marchar como tantos a Barcelona con una beca parcial de la Federación, fue un asiduo a principios de la década pasada de un circuito en el que, advierte, “hay mucho más nivel del que podía pensarse”. Lo hay ahora y lo hubo antes. Y es que uno de los mejores resultados de su carrera lo consiguió en una semifinal que perdió en Xátiva en 2004 ante un tal Andy Murray, ahora número 1 del mundo y que “ya se veía entonces que tenía un gran potencial”. En la primera mitad del siglo anterior eran jugadores ITF Rafa Nadal o Novak Djokovic, con los que el vizcaino no llegó a coincidir. Pero el tenista de Orozko sí se midió entonces a gente como Juan Mónaco, Fabio Fognini, Gael Monfils o Richard Gasquet, jugadores que han alcanzado los diez o quince primeros puestos del mundo. Todo es cuestión de estar en el momento oportuno en el sitio justo, de recibir y aprovechar las oportunidades. “Recuerdo que jugué contra Gasquet y poco después él recibió una invitación para Montecarlo. Lo hizo bien y eso le permitió entrar en el cuadro final de Roland Garros y en el circuito de la ATP”, explica. “En aquella época yo le daba a tope, pero se veía que aquellos jugadores venían aún más fuerte y al de poco los veía por la televisión. Por ejemplo, dos meses después de jugar contra mí, vi a Gasquet por la tele contra Albert Costa”.
A Manzarbeitia le ha quedado lejos el circuito de la ATP y los grandes torneos, pero no es algo en lo que piense demasiado porque “he podido disfrutar del tenis, de conocer muchos lugares distintos....”. De hecho, asegura que no hay tanta diferencia entre los distintos escalones como se puede pensar. “En estos torneos hay jugadores muy buenos técnicamente y cada vez mejor preparados físicamente. Gente que ha estado en el Top 100 o cerca y que trabaja para regresar. Privilegiados que puedan acceder a los grandes torneos desde muy jóvenes solo hay unos pocos. Muchas veces la diferencia está en los medios que tienes para progresar, que suelen depender también de los resultados”, comenta Arkaitz Manzarbeitia, coetáneo de muchos jugadores que aún están entre los cincuenta primeros del mundo y que ya han pasado la treintena. “La preparación ha cambiado, la alimentación... Todo ha mejorado, por eso no es raro que ahora los jugadores duren más y que sea más difícil llegar a los puestos altos. Y una vez que has llegado, hay que tener los pies en el suelo. Además, antes se hablaba de jugadores terrícolas, de hierba, de especialistas, en definitiva... Ahora todos y todas juegan bien en todas las superficies”, añade.
El tenista de Orozko abandonó su faceta como jugador, salvo en dobles, y desde hace tres años está más centrado en su labor como entrenador, guiando los pasos de Lucía de la Puerta, Mercedes Aristegui, Sofía Blanco o Carmen Aizpurua. Por eso, puede explicar las diferencias entre el circuito masculino y el femenino, en el que sí hay más precocidad, pero también más inestabilidad: “Las chicas desarrollan antes y quizás por eso suben de repente y aguantan menos. Hay más altibajos, pero incluso dentro de los propios partidos cuando se pueden alternar cuatro juegos de un lado o de otro porque el saque influye menos que en el tenis de chicos. Y también es complicado que un jugador que gana un Grand Slam luego pierda tres veces en primera ronda, algo que sí se suele ver en chicas, como le ocurrió a Muguruza”, explica. Al final, todo lleva “al tema mental, a ser capaz de mantener esa estabilidad”.
trabajar sin prisa Manzarbeitia conoce el percal y, por eso, pensando en una jugadora como Lucía de la Puerta, que salió del torneo de Jolaseta cerca del puesto 1.000 en el ranking de la WTA, su entrenador advierte de que “debe seguir trabajando, con confianza en sus posibilidades, pero sin creérselo demasiado”. Ella y sus compañeras están “muy ilusionadas”, pero “son muy jóvenes y tienen que tomárselo con calma. Hoy en día cada vez se explota más tarde y hay que tener la cabeza bien amueblada”, comenta.
Así como él tuvo que salir fuera de Bizkaia para progresar, Arkaitz Manzarbeitia piensa que sus chicas tienen en Jolaseta unas buenas condiciones porque “hay buenos sparrings en Euskadi. Aquí hay chicos de nivel con los pueden entrenarse en grupo y mejorar. Además, tienen buenos preparadores físicos y un calendario bien programado”. El tenis femenino también ha cambiado mucho y ahora ya la cosa no va de “pasar pelotas al otro lado de la pista”. Ahora hay que pasarla, “pero a la mínima hay que aprovechar y pegarle duro porque si no lo haces tú lo hará la otra”.