Bilbao - “Sé que todo se hizo muy grande cuando la contratamos y que todo se ha magnificado ahora con lo sucedido en la Summer League, pero yo no pienso en ella de esa manera. No la veo como si fuera la primera mujer en esto o en aquello. Es una entrenadora y es buena en eso. Creo que mucha gente pensaba que esto era una especie de truco o que estábamos intentando quedar bien, pero estoy orgulloso de que ella esté ahí. Respeto su opinión y me gusta charlar con ella. Hizo un gran trabajo logrando que los chicos jugaran de la manera que queremos que lo hagan”. Cualquier persona con referencias sobre el modus operandi de Gregg Popovich sabe que el exitoso y peculiar entrenador de los San Antonio Spurs no es de los que van regalando halagos si no hay motivo para ello. Por eso, cuando un técnico como él, que no solo ha cosechado éxitos como pocos en la historia de la NBA sino que ha influido, formado y aupado a muchos exayudantes (Brett Brown, Jacque Vaughn, Monty Williams, Mike Budenholzer...) y expupilos (Steve Kerr...) que han acabado ocupando plazas de entrenador jefe en la mejor liga del planeta, opina de un colega toca escuchar con mucha atención.
Las palabras que Popovich dedicó el pasado julio en la emisora de radio KNBR de San Antonio a su entrenadora asistente Becky Hammon (11-III-1977, Rapid City) después de que esta dirigiera hasta la victoria final a los Spurs en la Liga de Verano de Las Vegas son la perfecta carta de presentación para una pionera a la que muchos ven en un futuro no demasiado lejano ejerciendo de primera entrenadora de alguna franquicia de la NBA. Hammon rompió barreras la pasada temporada al convertirse en la primera mujer contratada por un equipo de la competición estadounidense para ejercer como entrenadora ayudante (Lisa Boyer ejerció el mismo papel en Cleveland en el curso 2001-02, pero lo hizo como voluntaria, mientras que Natalie Naskase se ha sentado en el banquillo de los Clippers, pero solo en las Summer Leagues), siguió haciendo historia el mes pasado al entrenar a San Antonio en la Liga de Verano de Las Vegas, adjudicándose además el título, y parece que su éxito puede servir para abrir nuevas puertas a las mujeres en los banquillos de la NBA. Como primer paso, los Sacramento Kings anunciaron la pasada semana la contratación de Nancy Lieberman (1-VII-1958, Brooklyn) como ayudante de George Karl. “Becky fue quien empezó a abrir muchas puertas al ser contratada por los Spurs y con el excelente trabajo que hizo en la Summer League. Lo que logró Hammon ha sido muy importante para todos”, reconoció en su puesta de largo.
Hammon y Lieberman pertenecen a dos generaciones distintas pero comparten un pasado glorioso como jugadoras de baloncesto, ya que mientras que la primera fue elegida en 2011 como una de las quince mejores jugadoras de la historia de la WNBA, la segunda figura en el Salón de la Fama del baloncesto desde 1996. Y es que a pesar de que la pionera a la hora de llegar a los banquillos de la NBA ha sido Hammon, a la trayectoria vital y profesional de Lieberman ese vocablo le va también como anillo al dedo. Tras acabar en 1980 su excelente trayectoria universitaria en Old Dominion, Nancy encontró un ecosistema difícil para desarrollarse como jugadora por la ausencia de una competición femenina profesional estable y potente, lo que hizo incluso que se convirtiera en 1986 en la primera mujer en jugar en un equipo profesional masculino al fichar por los Springfield Flame de la modestísima USBL, o que fuera componente regular de los Washington Generals, el equipo que se enfrentaba a los Harlem Globetrotters en sus giras.
Cuando la WNBA vio la luz en 1997, Lieberman tenía ya 39 años, pero disputó la temporada inaugural con las Phoenix Mercury. Posteriormente, fue general manager y entrenadora de las Detroit Shock de la misma competición, ejerció de analista para la ESPN y en 2008, a los 50 años, regresó a la WNBA... ¡como jugadora! Lieberman firmó un contrato de siete días y llegó a vestirse de corto en un partido, convirtiéndose en la jugadora más veterana en la historia de la competición. Un año después rompería otra barrera, esta vez en los banquillos, al convertirse en la primera mujer en entrenar a un equipo profesional masculino: los Texas Legends de la NBA Development League.
Lesión y al banquillo La llegada de Hammon a los banquillos fue más fortuita. Tras una excelente trayectoria en una WNBA a la que llegó por la puerta de atrás -no fue elegida en el draft de 1999 pero acabó siendo seis veces All Star- y colgarse un bronce olímpico en Pekín ‘08 jugando con Rusia -su nacionalización levantó polvareda en su país-, la base de las San Antonio Stars se desgarró el ligamento cruzado de una rodilla y durante su larga rehabilitación fue invitada por Popovich a asistir a los entrenamientos de los Spurs e incluso a intervenir en reuniones técnicas. “Quiere ser entrenadora cuando se retire. Es muy inteligente y tenemos en cuenta sus opiniones”, dijo de ella el técnico que, un año después, le ofreció convertirse en asistente junto a Messina o Udoka, entre otros. No lo dudó. Fue la pionera y ahora ya hay dos mujeres que han cogido la pizarra en la NBA. Más vale tarde que nunca.