Bilbao - En el ideario de Sito Alonso y su equipo, la Copa es una situación ilusionante en el camino del Bilbao Basket y aboga por “aprovecharla al máximo, pero pase lo que pase, la ganemos o quedemos eliminados a la primera, nuestro objetivo debe seguir siendo el más ambicioso posible”.
¿Cómo llega el equipo a la Copa?
-Muy bien. Antes de saber el rival que nos tocaba teníamos cuatro partidos muy importantes. A veces el despiste de pensar en algo que aún queda lejos te puede llevar a perder la concentración, pero hemos sacado adelante todos menos el último. Llegamos con mucha confianza y seguros de que haremos un buen papel. Por lo menos vamos a llegar muy preparados para hacerlo lo mejor posible.
No esconde que el objetivo en la Copa es ganarla.
-Muchas veces cuesta decirlo, pero es lo normal. Nuestro objetivo es ganar la Copa, lo que implica ganar tres partidos. Obviamente nos centramos en el primero. Es de dificultad máxima, ante un líder de la ACB muy sólido que apenas pierde partidos y que demuestra una seguridad total en todo lo que hace. Debemos prepararnos bien porque sabemos que podemos ganar a cualquier equipo pese a que a este aún no lo hemos hecho.
¿Qué es lo que más orgulloso le hace sentir del equipo en estos meses?
-Para mí esa pregunta es muy fácil: que siempre puedes contar con ellos. Es muy difícil que en un partido, en una situación complicada, este equipo te deje tirado. Y hacerlo es lo más sencillo a veces. Cuando tienes dificultades hay dos opciones: intentar sobreponerte o excusarte. Este equipo ha hecho lo primero con creces, ha tenido un montón de dificultades y ha superado los mejores registros del club. Ha sabido pelear con un montón de situaciones en las que otro club habría fichado o se habría excusado.
¿Son conscientes de que casi nadie esperaba al Bilbao Basket en esta situación a estas alturas del curso? ¿Cómo han vivido este proceso?
-Ahora estamos algo sorprendidos porque la gente está en lo contrario, se sorprende cuando te cuesta ganar a Andorra o cuando pierdes en Sevilla. Que se haya creado esa sensación entre la afición es algo de lo que estoy orgulloso. Se ha logrado que la gente vea normal estar entre los tres o cuatro primeros cuando todo el mundo sabe que la ACB es muy difícil y que en la mayor parte de la plantilla no hay experiencia de verse tan arriba a estas alturas. Es para sentirse orgulloso de la plantilla, ha cambiado la mentalidad de pesimismo, de que nada se podía hacer, a que ahora se pueda hacer todo. Hay que lograr un punto intermedio de realismo.
Desde fuera se dijo que en las primeras victorias influyó la suerte; luego, el calendario, pero al final el Bilbao Basket salió también airoso ante los grandes.
-Desde el respeto, esos análisis no entran dentro de la realidad. Sabes que va a llegar un momento en el que no vas a poder hablar de suerte, tampoco de calendario porque vas a jugar contra todos los equipos... Hablar de calendario a un equipo que le han llegado a faltar dos o tres jugadores, que estaba recién hecho, con un nuevo entrenador, un nuevo proyecto, con inseguridad en el ambiente... A nosotros como equipo nos hacía gracia leer estas cosas. Sabíamos el trabajo que estábamos haciendo, confiábamos en él y vamos a seguir confiando. Queremos ser mejores cada día y estamos en eso. No nos va a parar ganar o perder, jugar un día mejor o peor. Seguiremos nuestra línea hasta el final.
¿Hay algún momento concreto en el que el equipo se da cuenta de que esto podía funcionar bien?
-Lo hemos hablado alguna vez y según los jugadores en los primeros entrenamientos ya se vio que había una química especial en cuanto a ambición. Cuando tienes un grupo y en los primeros días ves que a todos les brillan los ojos por las ganas de jugar en el Bilbao Basket... Es importante. He estado en grupos en los que ves que cuatro o cinco no tienen ese brillo, estaban allí porque no les quedaba otra. En este caso todos querían estar aquí, desde el técnico hasta los jugadores, y creo que en esa primera semana se notó que si trabajábamos podíamos hacer algo grande, Y grande no significa ganar un título o quedar primeros, sino llegar a la máxima capacidad que el equipo puede lograr.
¿Cuál es la clave de todo eso?
-Transmitir ilusión. Yo siempre hablo de una palabra que para mí es fundamental: humildad. Pero humildad controlada, porque la humildad regular te hace ser poco ambicioso. Cuando controlas esa humildad te lleva a seguir mejorando, a intentar no ser inferior a nadie. Eso te da la clave para lograr lo que quieras. Para mí lo importante es no ponerte un límite. El jugador tiene algo dentro que hay que explotar al máximo, intentar no estropearlo, y esa es la misión del entrenador. Y de cuantos más jugadores consigas extraer ese rendimiento y ese talento, mejor equipo serás . En eso estamos y, además, ellos dan un nivel de implicación muy difícil de encontrar en un equipo profesional.
El camino no ha sido fácil. Muchas lesiones, piezas que han debido dar pasos al frente... Esos cambios de rol no habrán sido fáciles.
-No, pero han sido muy positivos. El que haya lesiones te activa, porque si no te alertas vas a tener un problema grave. No puedes pensar en qué hacer con los que faltan en lugar de qué hacer con los que tienes. Eso es lo que ha marcado la diferencia de carácter del equipo. Esas dificultades del camino han sido la clave de que ahora estemos donde estamos, las hemos cogido por el lado positivo.
¿Es difícil gestionar una plantilla tan heterogénea?
-Depende de que todos asuman los roles, porque no solo los hay deportivos sino también de ayuda al veterano, al joven, a los técnicos... Todos nos hemos ayudado y hemos formado un núcleo fuerte. Pero esto no acaba aquí. La Copa es una situación que tenemos en el camino y que tenemos que aprovechar al máximo, pero pase lo que pase, la ganemos o quedemos eliminados a la primera, nuestro objetivo debe ser el más ambicioso posible. No podemos relajarnos y decir qué bonita está siendo la temporada, a mí eso me pone de los nervios. Hay que seguir hasta el final dando el máximo.
Siempre recalca que la meta del equipo debe ser la mejora constante. ¿Qué margen queda?
-El mismo que yo me pido. Veo margen de mejora en cada partido y en cada situación del día a día. Podría limitarme a las cosas que hago bien, pero esas son las fáciles de ver, las que te hacen relajar tu mente y convertirte en una persona poco trabajadora. Tengo cosas que mejorar y si las tengo yo, que soy el jefe del equipo a nivel de entrenador, los otros también. Y cuando todos vemos eso somos capaces de seguir evolucionando. Debemos mejorar el juego estático porque a veces nos paramos, defender muchísimo más agresivo de como lo hemos hecho este mes... Lo sabemos y lo intentamos. Y debemos mantener lo que hacemos bien, es fundamental.
Ha habido momentos brillantes, ¿alguno en el que el equipo se haya acercado a lo que puede llegar a ser?
-A mí el tercer cuarto del sábado me pareció uno de ellos. Lo que me gusta de un equipo es que cuando tenga la posibilidad mínima de escudarse en algo para aceptar una derrota dé un paso adelante y no sea así. El sábado, perdiendo por 14 puntos, pudimos pensar que ellos están en buena línea, que la Copa llega... Pero no. El equipo intentó ganar. Es verdad que luego otra vez no pudo reaccionar, pero lo intentó. Esos momentos de ambición son los que me gustaría tener siempre, los que no me gustan son los que hemos tenido una vez en una cancha concreta donde no pudimos competir porque nos vinimos abajo o porque intentamos utilizar cosas no grupales para ganar un partido.
¿El partido de Donostia?
-Sí.
“Cada partido debe ser una oportunidad”. Usted repite mucho esa frase. ¿Podría ser el lema del grupo?
-Sí. E intento siempre ser ejemplo. Para mí es una oportunidad entrenar al Bilbao Basket, es un reto apasionante y cada partido es una oportunidad para demostrar lo que se puede hacer con este equipo. Pero si me pongo en el papel de cada jugador... ¿Cómo no va a ser para Borg una oportunidad cada segundo en una cancha ACB? ¿O para Dejan, que estaba en LEB sin oportunidad de jugar arriba? ¿O para Mumbrú, que según confirma él venía de un año en el que todo había sido negativo y ahora puede divertirse? ¿O para Óscar Lata? ¿O para Mikel Torre? Todos tenemos una oportunidad, cada uno de nosotros, es imposible no estar motivado cada minuto.
¿Qué supone para usted que la plantilla le sitúe como clave del éxito?
-Cuando un técnico recibe una palabra buena de un jugador hay dos versiones: que eres blando y está a gusto contigo o que ha entendido que tu trabajo es por su bien y el del equipo. Puedo ser exigente y disciplinado, tener unas reglas de las que algunas son imposibles de romper, pero la clave es que el jugador desarrolle todo lo que tiene a máxima potencia y para eso el técnico debe saber dejarle hacer. Y cuando al jugador le dejas hacer y cumple las reglas suele estar feliz y comprometido, también porque yo estoy comprometido en ayudarle.
En ese aspecto, está muy comprometido en la ayuda a los jóvenes. ¿Le enorgullece especialmente el rendimiento de los Todorovic, Borg...?
-Sí. Con la experiencia que tienes en esto sabes que pueden ser efímeros y es lo debes intentar que no pase. Tienes una responsabilidad muy grande porque cada frase que les digas o cada situación que compartas con ellos puede marcar su formación. Para un jugador de 20 o 21 años hacer los partidos que han hecho ante el Madrid o el Barça puede suponer un cambio en su mentalidad que debes gestionar. Yo me siento muy responsabilizado y quiero que cuando acabe el año todos los jugadores tengan una evolución, pero sobre todo que la formación de los jóvenes sea la adecuada.
Ahora, con todos sanos, algunos de esos jugadores deben mantener el rendimiento en menos minutos.
-Otro reto apasionante. Quiero que entiendan que para mí no deben tener presión, no deben rendir cuentas ni al técnico ni al público, solo al equipo. Para mí es más sencillo que hagan cosas en 10 minutos que en 20, porque en 20 pueden pasar muchas más cosas que no entran en su carné de jugador ACB. En 10 minutos las claves son la intensidad, y la tienen todos, la confianza, y la mía la tienen al 100%, y reaccionar ante los errores en un espacio de tiempo más corto y pensar solo en la acción siguiente.
El primer reto copero empareja al Bilbao Basket contra Unicaja.
-Es obvio que es el rival más difícil, así lo demuestra su primera vuelta. Nadie ha jugado fácil contra ellos porque exprimen al máximo sus cualidades físicas y tácticas para ahogar al rival. Nosotros casi no competimos contra ellos. Aquel día no supimos hacernos fuertes ante las bajas. Esta vez no tenemos ausencias y aún tenemos la posibilidad de resarcirnos no solo en cuanto a ganar o perder sino en que vean que somos competitivos. Para mí, es el rival más en forma.
¿Ha perdido fuerza desde el sorteo?
-No lo creo porque incluso tienen un jugador más, Germán Gabriel, que además es conocedor perfecto del Bilbao Basket. Yo creo que para este partido concreto han mejorado porque siguen líderes y Germán les ha podido explicar todos nuestros entresijos.
¿Le preocupa eso?
-No porque al final es la calidad técnica de un jugador y cómo le dejes expresarse lo que marca la diferencia en un partido. Juguemos esos sistemas o no, tenemos razones suficientes para pensar que podemos ganar.
Usted ya lo ha dicho: este equipo no ha perdido dos partidos seguidos.
-Es una característica mía, buscar lo positivo dentro de lo negativo. ¿Podemos perder dos partidos seguidos? Claro que sí, pero aún no ha pasado. Y vamos a luchar para que no ocurra.
El equipo ha demostrado que en casa puede ganar a los grandes. Falta probarlo en terreno neutro.
-No es fácil. Para nosotros el efecto de nuestra gente en Miribilla ante rivales grandes es fundamental. Para un partido de Copa en ambiente neutro es vital estar focalizado en tus metas sin pensar en lo que pasa fuera.
¿Real Madrid y Barcelona vuelven a ser los grandes favoritos?
-Son equipos hechos para ganar este tipo de eventos, también Unicaja o Valencia. El Madrid solventó el partido de Valencia con gran facilidad y el Barça ganó al quinto clasificado en el Olimpic de manera contundente. Son favoritos pero los demás, y nos incluimos, no queremos renunciar a nada.
Más allá de la Copa o de la posición en la tabla, ¿ha sido el mayor logro de este grupo revertir la sensación de negatividad que se había vivido aquí y convertirla en optimismo?
-Sí... y creo que es lo mejor que nos debe pasar. Este club, esta ciudad y Bizkaia en general no tienen, desde mi punto de vista, lugar para el pesimismo. Pueden pasar cosas que no te gusten tanto pero hay que ser positivos y cogerlas por el lado que te permitan sacarles rendimiento. No nos merecemos tener negatividad nunca. En esta zona somos unos privilegiados y creo que este equipo debe ser una de las pequeñas banderas de Bizkaia para que todo sea positivo. ¡Pero con demostración! Y eso no es ganar o perder, es salir siempre a cancha con un positivismo increíble y una actitud que no deje en ningún momento resquicio de ser negativos, de ser personas que restan energía.