La hora del Gernika
Mario López, Kipu Román, Judith Monasterio y Joana Urrutia repasan el pasado, el presente y el futuro del club en puertas del histórico debut en la liga femenina
bilbao - Gernika no se puede entender sin el baloncesto femenino. Y desde esta semana la Liga Femenina no se puede entender sin el Gernika Bizkaia, ese club que lleva 18 años consagrado al cuidado de su cantera y a fabricar jugadoras. La fotografía que ilustra esta página es el perfecto resumen de lo que el club supone en una localidad de apenas 16.000 habitantes que hace seis meses tocó el cielo con los dedos. Desde esa inolvidable fase de ascenso en Logroño, el Gernika KESB se ha ido preparando para el momento del debut oficial, que tendrá lugar este próximo miércoles en Donostia, y para el estreno en Maloste, previsto para el sábado ante el Zamarat.
Lo que ahora es el Gernika Bizkaia es la consecuencia del trabajo de mucha gente y por ello, DEIA ha querido reunir al entrenador y capitana actuales, Mario López y Judith Monasterio, con Jon Mikel Kipu Román, el primer entrenador del equipo, y Joana Urrutia, la capitana que marcó el camino a cuantas vinieron por detrás. La historia comenzó en 1996 cuando se fusionaron el IB Gernika y el Gernika Saskibaloi para dar lugar al club actual. “Esa decisión fue lo mejor que nos pudo pasar. Fue un gran impulso porque aportó un volumen de entrenadores y jugadoras que nos hizo crecer mucho en calidad”, recuerda Mario López, que se ha mantenido al pie del cañón todos estos años.
Kipu Román, que aún trabaja con los equipos de base, apuesta a que “no hay una ciudad en Europa tan pequeña como Gernika que tenga equipos en la máxima categoría de dos deportes como el baloncesto y el rugby” y recuerda aquellos tiempos en Santanape, la única cancha cubierta que había entonces en el pueblo “y en la que había que marcar las líneas de campo con cinta” resalta las diferencias “a todos los niveles” que ha vivido el club en su evolución. “El trabajo físico, la calidad de los entrenadores, los métodos de preparación, la estructura del club, que ahora tiene casi una cancha propia en Maloste, no tienen nada que ver con lo de entonces, ni con lo de hace cinco años”, asegura.
LAbel de gernika Sin embargo, lo que no ha cambiado son las señas de identidad, ese label gernikarra del que tienen que se han tenido que impregnar con naturalidad todas las jugadoras que han llegado, sobre todo más recientemente cuando el club ha tenido que abrirse a gente llegada de fuera del pueblo a la que hay que hacer “que sean de Gernika”. Judith Monasterio lo aprendió de Joana Urrutia y ahora ella es la encargada de transmitirlo en el vestuario. “Tenemos claro que este equipo tiene una manera de hacer las cosas y deben ser las de fuera las que se adapten, no al revés. Es algo que está funcionando estos años y eso explica los éxitos porque cuando alguna se queda colgada, malo”, comenta la capitana actual.
Joana Urrutia reconoce que en sus tiempos ese tareas era “más sencilla porque al fin y al cabo todas éramos de Gernika y más o menos nos conocíamos o habíamos crecido en el club”. Kipu Román resalta el mérito del último ascenso o las buenas vibraciones que transmite el equipo de esta temporada “ya que se ha conseguido que un bloque con jugadores de muy distinta procedencia funcione”. “Vamos a ser el Eibar del baloncesto”, bromea.
El Gernika Bizkaia es ahora la punta de una pirámide que ha ido creciendo y extendiéndose poco a poco, siempre con pasos firmes y con algunas apuestas con cierto riesgo, sobre todo en lo económico. Mario López, que formó en su día parte de la directiva, destaca lo que costó dar en su día el salto a la Liga Femenina-2 o todas las cuentas que ha habido que hacer para afrontar el reto de la máxima categoría. “Hace cuatro años, tuvimos claro que teníamos que morir de pobres o de éxito. Estábamos en Primera División, con gente de la casa, pero el baloncesto estaba un poco muerto y corríamos el peligro de la que las jugadoras se marcharan”, comenta el técnico gernikarra.
Costó convencer a la directiva y, al final, la presencia en la Liga Femenina-2 logró el objetivo y agitó de nuevo el baloncesto en Gernika “y empezó a llegar más gente a Maloste”. Kipu Román, miembro de la directiva ahora, lo explica muy gráficamente: “Hay una raya muy fina entre el deporte profesional, el semiprofesional o el amateur y traspasarla sin caerte es lo que más cuesta”. Pero el ascenso a la máxima categoría ha traído nuevos socios “y en el pueblo se habla de baloncesto, la gente se interesa por el equipo, por los partidos...”.
En estos casi 20 años, el nivel competitivo de todo el club se ha elevado hasta unos límites impensables cuando el Gernika KESB nació. Pero parece que la mentalidad de las jugadores no ha crecido en la misma medida. Judith Monasterio llegó al equipo siendo aún una junior a la que le tocó mirar y empaparse del comportamiento de Joana Urrutia, que era la base titular. Una sucesión lógica que ahora cuesta hacer entender a las nuevas generaciones. “En nuestra época, íbamos como locas cada vez que nos llamaban del equipo de arriba porque era un orgullo y un regalo”, recuerda Joana. “Antes, te decían que tenías que ir a Zalla un sábado por la tarde y no ponías pegas. Ahora, te dicen: ¿A dónde? ¿A Zalla?”, añade Judith.
meter horas Las dos son jugadoras que se han entrenado cuatro días durante dos horas y que han jugado dos partidos cada fin de semana, según recuerda Mario López, que lamenta las dificultades que hay ahora para mantener la calidad de los entrenamientos. Urrutia recuerda que a ella le pareció “una fantasmada cuando con 28 años me empezaron a decir que había que pasarse el balón por la espalda”. Pero el técnico del Gernika Bizkaia, que ejerce también con las categorías inferiores del club y de la Federación Española, es contundente al afirmar que “ahora las jugadoras están mejor entrenadas de cadete hacia arriba y mucho peor de cadete para abajo. Llegan al club con muchas carencias técnicas”. La explicación es sencilla. “Faltan horas de entrenamiento. Poder hacerlo tres días en escolar es un triunfo”, algo que ratifica Kipu Román en su condición de entrenador de un equipo infantil. “Pero eso no pasa solo en Gernika. Si hablas con un rumano, o con un francés, se queja de lo mismo. Será la sociedad que hemos creado los padres de ahora”, se resigna Mario, que considera que “así es muy difícil que salgan jugadoras en Bizkaia para jugar en la Liga Femenina. En Gernika, como mucho, podemos ver dos o tres”. Por eso, cree que hay que seguir trabajando y extender el proyecto unificado que impulsa la Diputación para que la presencia de un equipo vizcaino en la máxima categoría contagie y motive a las generaciones más jóvenes, más en un momento en que los éxitos de la selección española han puesto de moda el baloncesto femenino. “Tenemos que enganchar a la gente con un estilo intenso, rápido, agresivo y divertido para que la gente quiera venir a Maloste. No hay otra”, sentencia Mario López. “Incluso se ha visto a gente insospechada, a la que no te imaginabas viendo baloncesto”, añade Kipu.
“Defender y correr, defender y correr, a veces demasiado”, resopla Judith Monasterio, que no obstante sabe que ese es el sello que el Gernika Bizkaia va a querer imprimir a su presencia en la Liga Femenina desde pasado mañana. “Creo que aún no somos conscientes de lo que nos espera. Sí vemos que en la cancha hay más físico, más calidad en los entrenamientos, pero hasta que no juguemos el primer partido no seremos plenamente conscientes de donde estamos”, comenta la capitana. Mario López coincide en el desconocimiento del nivel que nos vamos a encontrar porque “nunca hemos jugado en la Liga Femenina·, aunque precisa que los resultados en el Memorial Javi Durango y en la Euskal Kopa dicen que el equipo puede dar un buen nivel en la Liga Femenina. “Técnica y tácticamente, las jugadoras de Gernika no tienen nada que envidiar a muchas de esta Liga”, asegura con convicción.
El presente es ya el duelo ante el UPV en Donostia, el primero de muchos y de un comienzo de seis partidos en tres semanas “que va a marcar mucho. Hay buenos equipos, pero salvo el Perfumerías Avenida, todos los equipos van a tener que trabajar mucho para ganar en Maloste. Eso está clarísimo”. Y si lo dicen en Gernika, habrá que creerles.