Todo a colorado
Aurrekoetxea y Urizar se llevan las txapelas del torneo cafés baqué en dos finales muy desigualadas en las que el saque fue parte capital
Duración: 17:22 minutos de juego.
Saques: 6 de Aurrekoetxea (tantos 1, 7, 10, 12, 13 y 14).
Faltas de saque: Ninguna.
Pelotazos: 93 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 10 de Aurrekoetxea.
Errores: 1 de Aurrekoetxea y 3 de Martitegi.
Marcador: 2-1, 3-1 y 18-1.
Botilleros: Ejercieron de botilleros Aitor Erauzkin (con Mikel Aurrekoetxea) y Fernando Martitegi (con su hijo Beñat).
Duración: 23:14 minutos de juego.
Saques: 7 de Urizar (tantos 2, 5, 6, 7, 9, 15 y 18) y 2 de Esain (tantos 4 y 5).
Faltas de saque: Ninguna.
Pelotazos: 113 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 9 de Urizar.
Errores: 3 de Urizar y 6 de Esain.
Marcador: 7-1, 8-1, 15-2, 16-2, 19-3, 20-5 y 22-5.
Botilleros: Ejercieron de botilleros Serafín Ibarra (con Mikel Urizar) y Arkaitz Castañares (con Markel Esain).
Incidencias: Finales del torneo Cafés Baqué de mano aficionada en el frontón Ezkurdi de Durango. Media entrada. 500 personas.
durango - No hubo historia. Ni guion, salvo el definido por dos campeones desencadenados, ni introducción, ni epílogo. No hubo más que dos monólogos. Los de Mikel Aurrekoetxea y Mikel Urizar. Dejaron patentes los dos pelotaris en las finales del Cafés Baqué disputadas ayer, que estaban un escalón por encima de Beñat Martitegi y Markel Esain, respectivamente. Fueron excesivamente superiores. Tanto, que el espectáculo quedó a buen recaudo, mudo, por el rodillo planteado por ambos en el Ezkurdi de Durango. Desatando los nudos de las finales con el saque, sus contrincantes no estuvieron en su mejor versión y la pelota lo cantó todo a colorado. Sin giros, sin especulaciones. La carretera, escarlata, fue un suplicio para el zallarra y el gernikarra y un camino de rosas para los campeones. Excesivos. Marcaron distancias desde el primer minuto hasta el último con una brecha que deshilachó las esperanzas de los finalistas, ahogados, varados, sin respuesta.
Arribó Aurrekoetxea en la final de cadetes con la hoja de ruta grapada al cerebro. Martitegi, un zaguero, un tallo de 1,93 metros, con pegada, sufre cuando tiene que defender de aire; así que el lemoarra trató de jugar con eso. Y con el saque, que se le atragantó al pelotari de Zalla, que juega en el club Lagun Artea de Sestao. A Beñat le costaba ponerse. Se le hacía cuesta arriba. No podía pasar a Mikel, que lo hizo todo: sus tantos y el de su rival.
El lemoarra trazó intenciones de salida con un saque que tocó pared y murió en el colchón y, aunque le convenía de inicio no buscar el peloteo, en la siguiente encontró el intercambio de golpes. En su tercer pelotazo, un derechazo desbordó a Martitegi, que recuperó aire con un error en el saque-remate del delantero. 2-1. Y se acabó. No hubo más. Cinco saques más y cinco saque-remates impulsaron a Aurrekoetxea, que mostró más empaque, sabiduría y experiencia que su rival en estas lides. Mikel fue mejor. Una tacada de 16 tantos mató la emoción. 18-1.
Desigualada la primera contienda, la segunda siguió por los mismos derroteros. Los misterios del mano a mano: las tacadas y la importancia del saque. Mikel Urizar, pelotari compacto, tiene una derecha eléctrica y con el primer disparo puso contra las cuerdas a Esain. El markinarra, que saca casi del centro de la cancha, le dio velocidad y Markel se vio abrumado. 7-0 y cuatro saques. Un abismo.
Asimismo, la diferencia de pegada fue patente y Esain, sin una opción de terminar en todo el encuentro y defendiendo, no podía. Bastante que aguantó el chaparrón. Urizar sacó el rodillo, superior, más entero hasta el 19-2, donde Markel puso el maquillaje al luminoso. El markinarra fue demasiado. Diestra de tormenta. Pura electricidad. 22-5.