REAL MADRID 1-1 MANCHESTER UNITED

REAL MADRID: Diego López; Arbeloa, Sergio Ramos, Varane, Coentrao; Khedira, Xabi Alonso (Min. 84, Pepe); Di María (Min. 75, Modric), Özil, Cristiano Ronaldo; y Benzema (Min. 60, Higuaín).

MANCHESTER UNITED: De Gea; Rafael, Ferdinand, Evans, Evra; Welbeck (Min. 73, Valencia), Carrick, Jones, Kagawa (Min. 64, Giggs); Rooney (Min. 84, Anderson) y Van Persie.

Goles: 0-1: Min. 20; Welbeck. 1-1: Min. 29; Cristiano Ronaldo.

Árbitro: Felix Brych, alemán. Amonestó a Van Persie, Rafael y Valencia por el United.

Incidencias: Unos 83.000 espectadores en el Santiago Bernabéu.

bilbao. El Real Madrid, pura voluntad, corazón andante, pero ausente de clarividencia, de ingenio y creatividad, terminó estéril contra el rocoso muro defensivo del Manchester United, enlatado en su área, muy a pesar de la autoridad blanca con la posesión, con el cuero en pertenencia, un ímpetu que condujo a la extenuación, pues salió arrollador, pero, una vez fundido, pudo concluir con un resultado todavía más negativo que un empate a uno en el Bernabéu que obliga al esmero en Old Trafford.

El Madrid comenzó eléctrico, subido de revoluciones con y sin balón. Sin alardes, sin florituras, pero con extrema eficacia y precisión, persiguiendo la productividad, el gol tempranero y su consiguiente bloqueo rival. Nada de tanteo. Así, enlazó cinco disparos en los primeros diez minutos, uno de ellos estrellado en el poste por Coentrao tras desviar con las yemas un espléndido De Gea. Si bien, el quinto, obra de Cristiano, dio síntomas de la ansiedad blanca. Mucho en juego. Más que una temporada, un ciclo deportivo, el segundo de Florentino Pérez y su apuesta ciega en el estratega José Mourinho.

El United, sin complejos, fundamentado en la predisposición defensiva, enconado en el posicionamiento táctico y la reducción de espacios -Rooney ejerció más de lateral que de extremo-, saltó sin embargo al césped con cuatro jugadores de pleno corte ofensivo: Kagawa, Welbeck, Rooney y Van Persie, en busca de ese ansiado gol que ayer se cobraba como dos. Si bien, todas las piezas de Fergie estaban absolutamente sujetas al esfuerzo y la generosidad defensiva. Trazos diagonales, aéreos, fueron el sustento de su fútbol en ataque, armado con rapidez. La inmediatez, aplacar cualquier atisbo de peligro. De hecho, acumuló tres disparos en la primera mitad, el inaugural, en el minuto 11, el anticipo al gol del correcaminos Welbeck, omnipresente como estorbo blanco y en labores ofensivas inglesas.

El tanto llegó tras un córner en el minuto 20. Sergio Ramos falló en el marcaje y Diego López se ancló bajo palos ante el testarazo de Welbeck. La condena llegó a balón parado, el talón de Aquiles del Madrid, el método que más hiere a Mou, porque es la faceta la más parecida a un juego de tablero, en la que se puede incidir en el marcador sin fabricar, una característica de los tiempos más ancestrales del balompié inglés. Uno de los aspectos que más se pueden preparar en los entrenamientos y que ayer volvió a dejar en evidencia los preparativos previos al choque.

Pero el Madrid estaba sediento de gloria, tratando de aferrarse a su clavo ardiendo que es la Champions. Así, por insistencia, Cristiano puso las tablas también de cabeza (Min. 29), con la precisa asistencia de un Di María enchufado, hijo de la verticalidad, pero sin reservas.

Welbeck, fruto de su tesón, encontró otra ocasión a centímetros de la boca del gol, pero marró. Se antojaba demasiada factura para tan poca puja. El Madrid siguió sumando disparos -hasta 7 de Cristiano en el primer acto-, pero fraguados por el mismo patrón: la lejanía, circunstancia prolongada hasta la extenuación, hasta abolir el factor sorpresa.

El segundo capítulo trajo a un Madrid semejante en ambición y autoridad, dueño y señor del tempo del partido, pero exageradamente lastrado por la falta de gol. Tanto que condujo a la tropa blanca a la monotonía. Para más inri, el desgaste físico se fue cobrando víctimas. Degeneró en estáticos jugadores y recurrentes y desatinados tiros a puerta.

El Madrid murió ahogado en la frontal del área, con todo un United embutido, agazapado, paciente a la espera del contraataque, y con una solitaria ocasión clara de gol, obra de Coentrao y que De Gea frenó con la plancha de su pie sobre la cal. E incluso pudo el plantel inglés agudizar la crisis local con tres ocasiones de Van Persie (Min. 71, 72 y 92). Pero allí Diego López también fue un arcángel. Sostuvo la justicia de un perseverante Madrid, que, sin la recompensa de un envite mayor, debe aguardar a esa particular fumata blanca que dé fe de su aspiración continental, el clavo incandescente.