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Basile fusila al Gescrap Bizkaia

Basile fusila al Gescrap BizkaiaReportaje fotográfico: Juan Lazkano

BILBAO. El Gescrap Bizkaia ve cómo el Top 16, la posibilidad de seguir compitiendo contra la élite continental, se aleja en el horizonte. La meta cada vez se ve más borrosa, cada vez hay más matorrales que entorpecen esa visión, más piedras en el camino a recorrer. La más grande de ellas la colocó ayer Gianluca Basile, un honorable veterano de este negocio cuya privilegiada muñeca no caduca. El fusilero transalpino clavó ayer en el último segundo un certero obús al corazón del Bilbao Arena para sentenciar un encuentro que deja al Cantú en el buen camino y a los de Katsikaris en la cuneta, obligados a una heroicidad para salir del atolladero. Lo de los locales volvió a ser un ejercicio difícil de entender, pues no sacaron lo mejor de su juego hasta que se vieron 14 puntos por debajo en el luminoso. Remontó el Gescrap Bizkaia hasta ponerse por delante 62-61 a 1:10 del final, pero cuando uno fía su suerte a la ruleta rusa no debe extrañarse cuando acaba con una bala en la sien.

Si bien es cierto que fue Basile el que acabó tumbando a los hombres de negro, no se puede esconder que los locales pusieron mucho de su parte para oscurecer su porvenir. Este Gescrap Bizkaia está empeñado en circular en dirección contraria y no deja de sufrir accidentes. Se encuentra una y otra vez la realidad de frente y se estrella contra ella. Nadie entiende muy bien la razón, pero los hombres de negro han decidido este año ser infieles a su ADN. Cuando todo el mundo coincide en que la mayor fortaleza de este grupo está en su efervescencia, en su capacidad para jugar con el acelerador pisado a fondo, ahora insiste en actuar al paso, despreciando el galope que tanta gloria le ha dado. Cuando sobran las ocasiones en las que la hiperactividad y la intensidad, incluso la anarquía, han destapado el tarro de las esencias, ahora todo es estático y pausado, carente de chispa.

Mal asunto lo de traicionarse a uno mismo. La verticalidad ha desaparecido (sólo Fisher y Grimau penetraron ayer con la fe necesaria), el motor de explosión que el año pasado era Aaron Jackson se gripa ahora más de la cuenta y lo que el año pasado eran penetraciones centelleantes del de Hartford se han convertido ahora en entradas dubitativas, carentes de fe, en las que el balón casi nunca besa la red. Bajo estas premisas, el Gescrap Bizkaia se ve obligado a respirar en un hábitat que le resulta ajeno, demasiado extraño.

Ocurrió en Fuenlabrada -y no fue la primera vez- y se repitió ayer. Los de Katsikaris volvieron a desperdiciar los dos primeros cuartos del partido para intentar la heroicidad a la vuelta de vestuarios. Si un duelo del Gescrap Bizkaia llega a su ecuador con una desventaja de trece puntos, con solo 27 puntos anotados y siete faltas cometidas es sinónimo de que hay demasiadas cosas que fallan. Fue a partir de entonces cuando los locales mostraron su mejor versión para llegar incluso a darle la vuelta al luminoso, pero el Cantú, un equipo que interpreta a pies juntillas el baloncesto que más le conviene, nunca se descompuso. Sufrió cuando su rival aceleró el juego, pero se las arregló para tener la bola ganadora y supo aprovecharla.

DOS REALIDADES

Ya desde el salto inicial quedó claro que el camino iba a ser revirado. El Cantú hizo acto de presencia con las ideas claras. Ataques largos, rozando el límite de posesión, cañoneros en perfecto estado de revista y balones para Micov, que pudo con Mumbrú tanto desde 6,75 como entrando a canasta. Así, fueron los italianos los que dominaron el marcador desde el arranque ante un rival para nada sobrado de recursos en el que solo Banic ofrecía soluciones. El 14-17 al término del primer cuarto no tardó en empeorar. El recién fichado Gianella aportó algo más de pimienta al ataque italiano, que se movió como pez en el agua ante un rival demasiado estático y previsible. Los de Trinchieri no solo mostraron un tino casi sobrenatural desde la larga distancia, sino que castigaron cada error defensivo del rival. Cada ayuda innecesaria de Fischer a siete metros del aro acabó con canasta fácil de Shermadini, cada centímetro concedido fue abono para un tiro de Markoishvili, Leunen o Micov. Los locales se tambaleaban porque, además, la ofensiva seguía siendo espesa, carente de filo. Baloncesto a cámara lenta. Solo las penetraciones de Fisher causaron algún quebradero de cabeza a un cada vez más cómodo Cantú que llegó al ecuador con un botín de 27-40.

Entonces, cuando estaba contra las cuerdas, el Gescrap Bizkaia volvió a ser fiel a sus líneas maestras. Un 9-0 liderado por Banic en la reanudación estrechó el luminoso, pero recuperar el terreno perdido fue una labor muy complicada por la falta de continuidad de las andanadas bilbainas. Tuvo que ser Grimau el que mostrara el camino penetrando una y otra vez a canasta, mientras que el Cantú cada vez veía el aro más pequeño. Banic puso el 62-61, pero los de Katsikaris no supieron gestionar el agónico final. Con la posibilidad de cometer falta, permitieron un mate de Shermadini, Blums perdió un balón, el pívot georgiano anotó un tiro libre y los árbitros, tras consultar el vídeo, dieron de dos puntos un lejano lanzamiento de Vasileiadis. 64-64 a 2,9 segundos del final, tiempo suficiente para que el fusilero Basile, punteado por Hervelle, fusilara al Gescrap desde nueve metros. Muy cruel.