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Circunstancias atenuantes

El Bizkaia Bilbao Basket, eclipsado en la batalla interior y con Jackson y Mumbrú desactivados, cosecha una dura derrota en el Palau ante un Barcelona que contó con un Navarro enchufadísimo

Circunstancias atenuantesEFE-ACB PHOTO

BILBAO. "Yo soy yo y mi circunstancia", dejó escrito para la posteridad el filósofo y ensayista José Ortega y Gasset. No le faltaba razón es absoluto. Su reflexión también es aplicable a colectivos. Por lo tanto, el Bizkaia Bilbao Basket es él mismo y sus circunstancias. Sin ellas, sin los avatares que le rodean, los hombres de negro, por calidad, experiencia y fondo de armario, forman este curso un colectivo capacitado para competir -ganar o perder es ya otra historia- en escenarios del calado del Palau Blaugrana y ante rivales del peso específico del Barcelona Regal. Pero claro, también están las circunstancias. Inseparables. Condicionantes. Atenuantes en este caso. Atendiendo a ellas, un triunfo ayer de los pupilos de Fotis Katsikaris en el feudo azulgrana en la reedición de la última final de la Liga ACB era poco menos que una quimera. Demasiado optimista.

Y así fue. El Bizkaia BB, lejos de su mejor versión, perdió pie en el combate prácticamente en el arranque de la contienda, se mantuvo erguido, tambaleándose eso sí, hasta mediados del segundo acto, pero un parcial de 13-1 que colocó el 46-28 ejerció de directo a su mentón y el equipo vizcaino quedó grogui, aturdido, aletargado ante un rival que a partir de ahí se amparó en una defensa excelentemente planteada y trabajada y en la calidad individual de sus hombres, sobre todo el punzante Juan Carlos Navarro (27 puntos) y el elegante Erazem Lorbek (19), los mismos verdugos que en el primer duelo de la última final, para que el ocupante de la esquina contraria del cuadrilátero nunca volviera a menguar su desventaja a menos de diez puntos. Con el Barcelona jugando a favor de viento, gustándose, y totalmente libre de amarras, la derrota acabó siendo amplia aunque no debería dejar heridas profundas, por comprensible y asumible.

Los anfitriones supieron jugar a la perfección ante el Bizkaia BB. Xavi Pascual activó desde el inicio al pegajoso Víctor Sada para desconectar el interruptor de la electricidad de Aaron Jackson y el estadounidense se vio huérfano de su habitual chispa, lo que trastocó mucho el juego colectivo, huérfano de timón hasta que hizo acto de presencia en cancha Raúl López, mucho más lúcido ayer que el de Hartford. Tampoco pudo dominar y repartir juego Álex Mumbrú desde el poste, con Chuck Eidson y Pete Mickeal tirando de físico para frenarle, por lo que el equipo visitante se vio huérfano de dos de sus principales puntales, demasiado como para poder plantar cara al Barcelona. Además, la línea de 6,75 no fue esta vez un salvavidas al que aferrarse ante el naufragio que se veía venir, dándose la circunstancia además de que entre Janis Blums y Kostas Vasileiadis, supuestamente los artilleros exteriores más cualificados del equipo, únicamente lanzaron cuatro triples, dos de ellos en los últimos minutos.

Además, el cuadro culé también sacó petróleo de las circunstancias del rival. Sabedor de que no hacía ni 48 horas que los hombres de negro habían afrontado un histórico debut en la Euroliga contra el siempre exigente Olympiacos, los locales saltaron a cancha a toque de corneta, de estampida, algo que las piernas, bloqueadas, y las mentes, más obtusas de lo normal, de su contrincante no fueron capaces de soportar, circunstancia que siempre se agrava cuando uno se ve por debajo en el luminoso.

torres y guardaespaldas También encontró una mina Pascual en la menguada rotación interior del Bizkaia BB, huérfana una semana más del concurso de Axel Hervelle y Dimitrios Mavroeidis. Demasiadas facilidades ante un rival al que si algo le sobra es músculo, centímetros y muelles en las cercanías del aro con Boniface Ndong, Erazem Lorbek, Fran Vázquez y Kosta Perovic. D'or Fischer y Marko Banic, que han tenido que jugar minutadas en este arranque liguero, no pudieron jugar con el acelerador de la intensidad pisado a fondo, sabedores de que sus guardaespaldas de circunstancias, Oliver Stevic y Tomas Hampl, carecen de las tablas suficientes para este tipo de envites. Nada se les puede achacar a ninguno de los dos, sobre todo al checo, que aportó 8 puntos y 7 rebotes, pero la inferioridad del equipo en las cercanías del aro cuando ellos estaban en pista era palpable. Como ejemplo, basta con destacar esos compases del final del primer cuarto y del arranque del segundo en los que el Barcelona aprovechó de manera descarada el emparejamiento entre Perovic y Hampl.

Fue en esos minutos cuando el Barcelona dio el tiro de gracia al Bizkaia BB, firmando un parcial de 13-1 gracias al acierto de Navarro y Lorbek desde la distancia de tres puntos. Subió enteros el conjunto visitante en lo referente a la intensidad en el amanecer del tercer cuarto, acercándose hasta un esperanzador 54-40, pero ahí volvió a aparecer la Bomba para meter cinco puntos casi consecutivos para evitar cualquier posible amago de remontada. El Barcelona volvió a recuperar la distancia de seguridad de los 20 puntos y el choque careció de cualquier tipo de historia, con el Bizkaia BB sabiéndose ya derrotado y velando armas de cara al maratón de partidos que se presentan en el horizonte más cercano, en los que Katsikaris podrá contar ya probablemente con Hervelle y Mavroeidis, lo que hará que esas circunstancias que siempre rodean a cualquier individuo o colectivo sean bastante más positivas.