BARCELONA. Cuando parecía que el Barça, un equipo sin brillo, estaba a punto de firmar la victoria, el central brasileño Thiago Silva remató de cabeza a la red el 2-2 en el minuto 92, un empate que fue demasiado premio para los lombardos y un toque de atención para los azulgrana.
Los de Pep Guardiola respondieron al gol de Pato (a los 24 segundos) con sendos tantos de Pedro Rodríguez, en el primer tiempo, y de David Villa en la segunda mitad. Leo Messi, mientras las fuerzas le mantuvieron, fue nuevamente el carácter desequilibrante.
108 días después de haber levantado el trofeo en Wembley, al Barça no se le vio bien. Tuvo que remar a contracorriente desde el inicio, su fútbol no tuvo el brillo de otros días y como ocurrió hace unos días en Donostia, volvió a sumar un empate, en un partido en el que regresó Carles Puyol y se lesionó Andrés Iniesta.
Todo empezó como acabó: de la peor manera. Desnudado en 24 segundos, una defensa rota por el eje donde Alexandre Pato demostró dónde está el talón de Aquiles del Barça de Pep cuando sus dos centrales titulares (Puyol y Piqué) no están operativos.
Falta de velocidad y de colocación. Para Pato, medirse en una carrera con Busquets o con Mascherano es jugar con ventaja. El brasileño se encontró con un balón en la medular. Un autopase le bastó para burlar a Busquets y Valdés nada pudo hacer ante el brasileño.
24 segundos, el quinto gol más rápido de la Champions, el Milan por delante, pero no supuso un cambio de planes para el Barça. Los azulgrana no estaban precisos, les faltaba más velocidad en la circulación de balón y un mayor aprovechamiento del espacio.
Para todo eso, la solución siempre es Messi. Donde no llega el juego colectivo, alcanza la calidad del argentino, su desborde y su capacidad imaginativa.
El problema para el Barça fue la densidad de jugadores que puso Allegri entre la defensa y la medular, pero sobre todo la falta de precisión del fútbol del campeón de Europa.
Messi, en un lanzamiento de falta que dio en el palo (m.18), fue quien tuvo más cerca el gol. En el primer tiempo, el Milán jugó para Pato, balonazos para Pato, esperando que el brasileño cazara nuevamente una y sorprendiera a Mascherano o a Busquets, aunque Guardiola rectificó y puso a Abidal más cerca del delantero centro milanista para equilibrar la velocidad.
Sin la clarividencia de Xavi y de Iniesta, el Barça vivió en el primer tiempo de Messi, pero también de las subidas por la derecha de Alves y de las recuperaciones de Keita.
Las ocasiones no fueron muy numerosas. Un remate cercano de Villa (m.27), una buena parada de Abbiati a disparo de Messi (m.31) y otra más del argentino antes del empate.
Fue en una acción genial de Messi, quien superó en carrera a Van Bommel a Nesta y a Abate antes de asistir a Pedro, con Abbiati batido. El canario solo tuvo que empujar a la red (m.35).
Antes del descanso, tuvo que entrar Cesc, en sustitución de Iniesta (problema muscular), aunque tras el 1-1, la dinámica ya era otra.
Al Milán le pesaban los años y en cuanto en el segundo tiempo, el Barça puso una marcha más, el partido ya entró en otra dinámica. En los primeros cinco minutos, los azulgrana tuvieron dos ocasiones, en la segunda llegó el 2-1.
Primero fue Xavi, con un disparo lejano que salo Abbiati, después una falta lanzada magistralmente por David Villa (2-1, m.50). Cuando el Barça le dio la vuelta a la situación y el Milan vio los riesgos de lanzarse un poco más hacia adelante, el partido ya no fue tan movido.
Bordeando el 80 por ciento en la posesión, los azulgrana no se vieron apurados a forzar más, al Milan ya le parecía bien una derrota por la mínima y lo confiaba todo a un golpe de genio o de suerte.
Entró Puyol, que volvió a jugar dos meses y medio después de ser intervenido. Rehizo Guardiola su equipo, pero el Milán no exigió a los azulgrana. Visto como había empezado todo, el Barça parecía dar por buena esa victoria mínima, pero se olvidó lo que supone jugar contra un equipo italiano.
En el tiempo añadido, una acción en la que Abidal no estuvo muy acertado, el Milan consiguió un saque de esquina, el primero del partido. En el punto de penalti, Thiago Silva remató a la red y enmudeció el Camp Nou. Un empate para el Milan, otro empate para el Barça, el segundo en cuatro días, raro, raro.
EMPATE QUE SABE A DERROTA. Por su parte, el Valencia fue incapaz de derribar el muro belga y se llevó un empate sin goles de su visita al campo del modesto Genk, que celebró el resultado como si de un triunfo se tratara.
El equipo español no pudo ganar al rival más débil de un grupo en el que también están Bayer Leverkusen y Chelsea, por lo que el punto lo puede considerar como un paso atrás. El Genk puso un muro defensivo y el Valencia no encontró forma de derribarlo.
Unai Emery, técnico del Valencia, es amante de las sorpresas y propueso una alineación sorprendente, incluyendo a jugadores tan poco habituales en este comienzo de temporada como Dani Parejo o Feghouli.
Más que eso, el Valencia pecó de falta de dominio en el arranque del partido, aunque con el paso de los minutos fue haciéndose con el mando del partido.
El argentino Piatti fue el atacante más peligroso del Valencia en la primera parte, aunque le faltó instinto de rematador para adelantar a su equipo.
El central Rami tuvo la mejor ocasión del Valencia a los 73 minutos, cuando remató de tijera y mandó el balón al palo.
El Valencia mereció más por su dominio, pero le faltó puntería y mayor dominio al comienzo del partido, por lo que lamentó el empate. Ahora es el Chelsea el líder del grupo tras su triunfo por 2-0 en el campo del Bayer Leverkusen.