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Del infierno hasta el cielo

Martínez de Irujo hace pleno de triunfos y se impone a Gonzalez en una semifinal donde los nervios y la intensidad mandaron Barriola será el rival del delantero de Ibero en la final del 12 de diciembre

Del infierno hasta el cieloFoto: juan lazkano

MTZ.DE IRUJO 22 - GONZALEZ 13

Duración 34 minutos de juego. 6 de tiempo real.

Saques 2 de Irujo.

Pelotazos 184 pelotazos a buena.

Tantos en juego 10 de Irujo y 6 de Gonzalez.

Errores 7 de Irujo y 9 de Gonzalez.

Marcador 0-1, 1-1, 2-1, 2-2, 3-2, 3-3, 4-3, 5-4, 6-5, 6-6, 7-6, 9-7, 10-7, 12-8, 13-8, 16-9, 17-9, 17-10, 18-12, 18-13, 19-13, 22-13.

Botilleros Patxi Eugi por Irujo y Ramuntxo Mujika por Gonzalez.

Incidencias Buena entrada en el Astelena de Eibar.

eibar. Asfixiaba el Astelena. El ambiente caliente se contraponía con la plomiza apatía del exterior. Día de chamarra y bufanda. Tarde helada. No obstante, efervescente como el cava, la cancha eibarresa burbujeaba pasión, digna del duelo de alta alcurnia que se presentaba ante la cátedra. Las butacas ardían, porque el magma de la cancha estaba en plena ebullición. Y tanto fue el calor que reinaba en el acotado, en la prisión psicológica que supone el cuatro y medio, que los dos manistas que allí acontecían, Juan Martínez de Irujo y Sébastien Gonzalez, se contagiaron. El de Ibero, con dos puntos en su zurrón y un juego mortal de necesidad, amanecía en Eibar con la certeza de que alcanzar los 16 tantos en La Catedral suponía hacerse con un billete para la final. Por otro lado, el zurdo de Azkaine solo podía pensar en ganar, sus opciones pasaban únicamente por el triunfo. Así, la tensión se mascaba en el ambiente y, de este modo, comenzaron los dos delanteros a enzarzarse en una batalla de golpes, voleas, dejadas... Un infierno.

Enmarcados en un duelo duro, los primeros tantos reflejaron las intenciones de ambos manistas. No había sitio para el arreglo entre delanteros. Con la ética en la mano y la ambición por bandera, el de Ibero empezó a repartir fuego. Inició la contienda con una dejada. Después, cuando las armas empezaban a afinarse, el actual campeón manomanista, fiel a su estilo funambulista, en la cuerda floja, se acodó en el filo de la navaja y volvió a probar suerte, pero en esta ocasión, su filigrana se encontró con el colchón. Era el 1-1 e Irujo lanzó una mirada a Patxi Eugi, su botillero, y le hizo una señal. El de Ibero tranquilizaba a su consejero. Sabía de su error en la precipitación. Lo subsanó de inmediato. Mientras Gonzalez ponía en liza todo su físico para defenderse de la velocidad de Irujo, el de Ibero lanzó una estocada al ancho. 2-1.

Las heridas del lapurtarra no eran mortales y sacó un dos paredes, recurso que ya maniató a Titín, que puso el empate. Comenzó una pelea cuerpo a cuerpo. Los cartones corrían de cada lado en un inicio de infarto. El 6-6, que sellaba el de Azkaine con una apertura trazada con escuadra y cartabón, puso el fin a la contienda. Irujo se apretó los machos y comenzó a parecerse al que deslumbró la semana pasada en el Labrit ante Abel Barriola. Con la cabeza en su sitio empezó a mover a su contrincante, que vestido de guerrero no daba ninguna pelota por perdida, y el de Ibero supo acomodarse en su labor de zapador, de constructor, pero también de artillero. Abrió brechas con un tanto trabajado y una apertura, se pasó de revoluciones con una falta, selló las diferencias llevando a su contrincante de lado a lado y acabó de cerciorarse de que tenía en su mano la clasificación con un saque.

Rivalizando en los cuadros alegres, con la certeza de que tenía que lanzarse sin contemplaciones, Gonzalez trató de llevarse a su terreno el partido. Falló. Juan alcanzó el cartón 16, en un abrir y cerrar de ojos, y la clasificación matemática. Después, llegó el triunfo. Desde el infierno del Astelena hasta el cielo de una final.