bilbao. Curioso el cruce de caminos que es la vida. Sorprendentes los giros que toma el destino sobre el asfalto. El devenir exprime piernas y cerebro bajo el sofocante calor de abril. Ocurre que, cuando menos se espera, un as debajo de la manga asoma por entre las manos con la precisión del prestidigitador, con la técnica limpia del mago, del que huye de lo superfluo en el escenario. Entre la luminosidad de los focos y la espesura de las bambalinas habitan los ilusionistas. Es bajo la atmósfera de misticismo e incógnita sobre la que se mece Unai Sáenz de la Fuente. El atleta, alejado de las palabras y de los medios, selló su participación en la Media Maratón de Bilbao a última hora. Sin resquicio a los rumores, abandonando su posición de favorito para ceder el protagonismo a Youssef Denni. El marroquí, que venció la semana pasada en el parque Europa de Txurdinaga, lucía la vitola de favorito. La empuñaba. Mientras, el de Arrigorriaga se ceñía en amasar sus posibilidades entre el silencio. En la calma chicha que se respira en la línea de salida. Esa densidad que penetra en los pulmones y que hiere el pecho de los competidores.
Agazapado el vizcaino se situaba en la Gran Vía. El sol reinaba cuando la mañana comenzó a sepultar la madrugada. Un handicap, una rémora. No era un buen día para correr esta larga distancia. Una atmósfera cargada reinaba las calles de Bilbao. 21.097 metros esperaban por delante a cerca del millar de competidores. El asfalto ardía. La suave brisa se entrecortaba por los edificios y el déficit de sombra hacía estragos. Caras nerviosas. Ojos inquietos. Denni, componente del Club Deportivo Santurtzi, esperaba el toque. Sáenz de la Fuente, también. Con piernas inquietas entre el barullo, Brhane Ragassa se concentraba para acometer los kilómetros.
Con el pistoletazo de salida, la competición masculina tomó forma. Los dos adversarios tomaron la cabeza de la prueba. El de Arrigorriaga comenzaba a dar pinceladas de su clase. No en vano, Unai ya ha ganado cuatro veces en el recorrido bilbaino. La maratón y la media maratón de Bilbao son muy especiales. Con las miradas entrecruzadas de los dos favoritos, Ander Martín emergió como estrella invitada. Secundario de lujo dispuesto a dar guerra.
Bajo su armazón de fondista. Con la cabeza rapada, sin cabello, De la Fuente comenzaba a apretar desde el primer momento. Antes del segundo kilómetro, cuando la respiración no camina entrecortada por los pulmones, sino que fluye relajada, el de Arrigorriaga cambió el ritmo. Restaba aún el grueso de la carrera, sin embargo, el arrigorriagarra mostró sus cartas al resto de rivales. Con la vena hinchada en el cuello y el resuello justo para afrontar el resto de la prueba. El impulso le aupó, le elevó camino de Zorrotza. No hubo miradas hacia atrás. No tuvo que contemplar el retrovisor en busca de seguidores. No lo hizo Unai. Con un gesto de rostro, con un temple contraído reventó el devenir anteriormente marcado en la prueba. Denni no podía seguir su estela pese al gran poderío que tiene.
Se sucedían los kilómetros y con ellos la opresión de dientes del vizcaino. Tras sus cuartos traseros, Youssef amanecía con una densa galopada, sin embargo, no podía alcanzarle. A un minuto del marroquí continuaba Ander Martín, apostado en la tercera posición. Más atrás, la atleta etíope rebanaba segundos al crono y a sus rivales, que no podían con su empuje. Aún más retrasado, un viejo conocido entraba en escena, Fortunato Vencedor, quien completaría con más de 80 años el recorrido en menos de dos horas y media.
Rota la carrera, Sáenz de la Fuente podía aprovechar para consultar su palmarés mentalmente. En él, tres entorchados rezaban su poderío en el medio maratón. Sus zapatillas destilan polvo de estrellas. Ayer, desenfocado en un principio, alcanzaba su cuarto reinado en los adoquines bilbainos. En meta, tras 19 kilómetros en solitario, aparecía tranquilo y con la respiración pausada. Acompasada en su armadura estrecha, ideal para la carrera larga. Entrenado para el medio fondo, el de Arrigorriaga es un artista del asfalto. Un ganador forjado en el cruce de caminos que es la vida. En el que el destino queda impuesto bajo el don del sudor. El sacrificio del trabajo. Youssef Denni partía como el rival a batir. Pero, alimentado de anonimia, Unai forja su leyenda. Asimismo, Ragassa cubrió de gloria su primera participación. El aliento africano de la atleta acabó con sus rivales, a las que sacó más de siete minutos.