Bilbao. "¡Traed madera, traed madera; esto es la guerra!". Así gritaba el hilarante Groucho Marx, a los mandos de un tren, en una de las escenas más míticas de la historia del cine, perteneciente a la película Los hermanos Marx en el Oeste. En ella, en el intento de persecución de un carromato en el que los malos ponen pies en polvorosa, los hermanos tienen que ingeniárselas ante la ausencia de combustible en el convoy por lo que, ni corto ni perezoso, Groucho anima al pasaje a que le proporcione leños para animar la caldera. Así, Chico no duda a la hora de entregarle el equipaje de los pasajeros, Harpo tira de hacha para astillar las puertas e incluso el techo de los vagones y, como de costumbre, los malhechores acaban siendo alcanzados y arrojados a un río.
Atendiendo a lo vivido ayer en el Bizkaia Arena, todo apunta a que el discurso de Fotis Katsikaris ante sus pupilos en los momentos previos al encuentro ante el Xacobeo se asemejó bastante al pronunciado por el genial cómico. El técnico heleno pidió a sus jugadores que echaran más madera a la caldera, que no escatimaran en ese preciado combustible que da y quita victorias en el baloncesto: los puntos. El Bizkaia Bilbao Basket llevaba una trayectoria inmaculada en lo que a victorias se refiere pero, sin embargo, sus últimos encuentros habían sido agónicos en su resolución y pestosos en su desarrollo, con marcadores muy bajos. Tampoco había gustado demasiado en la grada la última derrota ante el Nymburk, con sólo 46 puntos en el casillero de los hombres de negro. Es por ello por lo que el equipo se conjuró ayer para soltarse la melena, para pisar el acelerador a fondo y comparecer en el campo de batalla con la premisa de no hacer prisioneros sino de devastar todo lo que encontrara a su paso. Así lo hizo. El Bizkaia BB pasó por encima del cuadro gallego, cosechó su octava victoria consecutiva -su mejor racha en la Liga ACB- y el marcador final, un abrumador 98-58, le permite colocarse en puestos de play-off, algo que parecía una quimera hace un par de meses, cuando el cuadro vizcaino se ubicaba en el sótano de la clasificación y las siglas LEB pululaban a su alrededor dibujando un panorama fantasmagórico.
Aquellos tiempos, por suerte, son ya pretéritos y los actuales dibujan un paisaje mucho más bucólico. Los hombres de negro han dado un gran salto hacia adelante y se enfrentan ahora a un futuro igual de intenso, pero mucho más placentero. Luchar por jugar las eliminatorias por el título por tercera vez consecutiva y el reto de conquistar la semana que viene el primer título continental de su historia (y, de paso, un lugar en la próxima Euroliga) son ahora metas terrenales y encuentros como el de ayer crean un inmejorable caldo de cultivo, tanto en la cancha como en la grada, para tratar de alcanzarlas.
El duelo de ayer careció de historia, ya que la superioridad de los locales fue absoluta de principio a fin. El Xacobeo, un equipo cuya trayectoria ha sido totalmente inversa a la de los vizcainos, vive en una situación tenebrosa y si no cambian mucho las cosas el descenso se cruzará en su camino. Demasiados problemas de lesiones -Stanic, Vasileiadis, Djedovic y Fuentes no jugaron ayer-, marcha de jugadores -Marc Jackson- y dudas internas -Jeremiah Massey llegó como gran revulsivo pero Segura no parece confiar en él- para un equipo neófito en estas lides y cuyo desempeño defensivo fue ayer paupérrimo. De todo ello se aprovechó el Bizkaia BB para darse un auténtico homenaje y demostrar todo el caudal de juego que atesora en su interior. El partido ya estaba resuelto al término del primer cuarto (23-10), pero dos sonoros parciales, 16-0 en el segundo acto y 12-0 en el tercero, desgarraron el luminoso hasta colocarlo en guarismos desconocidos en tierras vizcainas. La ventaja de los de Katsikaris llegó a ser hasta de 47 puntos (77-30) antes de que levantaran el pie, ya que el botín obtenido era suficiente para alcanzar la octava posición.
Sin un enemigo complicado en el bando rival, el choque de ayer sirvió para demostrar que el equipo también puede confeccionar un juego bello y fluido en ataque. Con la premisa de jugar rápido, se vieron numerosos contraataques, mates, alley-oops, un total de 23 asistencias y un auténtico bombardeo desde la línea de 6,25, con 14 triples. Brillo en esta faceta un Janis Blums que enchufó hasta seis y junto al letón destacaron el eléctrico Ronnie Seibutis, excelente en todas las facetas del juego, el voluntarioso Damir Markota, que ayer sí miró con acierto al aro, el excelente arranque de Álex Mumbrú, la lucha sin cuartel de Axel Hervelle, sin fallo además en los tiros de campo, la gran dirección de juego de Javi Salgado, los nueve rebotes de Jerome Moiso, la defensa de Chris Warren, la sobriedad de Marko Banic. "¡Traed madera", gritó Katsikaris y sus pupilos casi prenden fuego hasta al parqué.