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Ibon CormenzanaDirector, guionista y productor

“Quería contar cómo una familia de clase media puede caer en la pobreza en un año”

En ‘Cuatro paredes’ Ibon Cormenzana narra el drama desgarrador de una madre y una hija que en un año pasan de ser clase media a vivir bajo el umbral de la pobreza

“Quería contar cómo una familia de clase media puede caer en la pobreza en un año”Cedida

En su vida anterior, Ibon Cormenzana (Portugalete, 1972) fue consultor financiero en Arthur Andersen, pero en 1999 aparcó su carrera para crear su primera película, Jaizkibel, con la que abordó el drama del suicidio, tema que ha obsesionado al realizador desde que una amiga se quitó la vida. Desde entonces, ha dirigido una decena de largometrajes, entre ellos El bus de la vida, Culpa o Alegría, tristeza, y ha producido más de cuarenta películas y series.

Fundador de Arcadia Motion Pictures (Blancanieves, As bestas), Cormenzana en 2016 impulsó el documental El hombre que comenzó a correr, fruto de una experiencia vital transformadora que también sería la semilla de Mundo Cero, una productora con la que busca despertar conciencias y generar un cambio positivo en la sociedad a través del audiovisual. 

Cuatro paredes, su último trabajo con esta productora, rodado en doce planos secuencia, uno por cada mes, es un drama desgarrador protagonizado por Manuela Vellés y la joven Sofia Otero, ganadora del Oso de Plata a la mejor interpretación en la Berlinale por 20.000 especies de abejas.

¿Cómo surgió ‘Cuatro Paredes’?

Queríamos hacer una colaboración con Save the children, con quienes tenemos relación, y les preguntamos qué es lo que más les ayudaría en los proyectos que tenían en España actualmente. Y nos dijeron que estaban haciendo uno que se llama Impulsa, que se dedica a apoyar a familias monomarentales sobre todo a los hijos que están en riesgo de exclusión social. Les dan apoyo alimenticio, educativo y psicológico.Entonces, pensamos hacer una historia de una familia de clase media, que sea como cualquiera de nosotros, que llega a fin de mes, y que en un año ve cómo su vida le puede cambiar totalmente. Tuvimos la suerte también de que ellos nos pusieran en contacto con muchas madres a las que están dando apoyo y que están sufriendo las consecuencias de esta situación. Todos esos testimonios nos sirvieron para darle mucha verdad a la peli, que creo que hemos conseguido. Lo que le está pasando a esa madre y a esa hija sientes como que te puede pasar a ti también.

Fundamentalmente, si eres mujer. 

Como se dice al final de la película, el 81% de las familias que atraviesa una situación de pobreza extrema y de vulnerabilidad son madres con hijos. La verdad es que todos los testimonios que conocimos, que igual fueron 30 o 40, fueron de mujeres, o sea que no sé si la estadística del 81% se queda incluso corta.

La puesta en escena es deliberadamente claustrofóbica, como apunta el título del filme. 

Todo ocurre entre las paredes de una casa en Orduña en la que ha habitado la felicidad y ahora habita la tristeza. Además, hace referencia a la cuarta pared del teatro, de ahí la pasión de la niña por esta disciplina. Y, por otro lado, el piso para nosotros siempre ha sido, desde el guión, como una pieza muy importante; incluso lo llamábamos nuestro tercer protagonista. Al final, es el último refugio que tenemos y también el lugar donde se esconde todo lo que sucede. Nos encontramos ante muchas situaciones de madres, incluso de niños, que por vergüenza a que la gente sepa su realidad durante muchos meses no son capaces de decirlo. Están sufriendo internamente dentro de su casa y se van descomponiendo, igual que la familia.

“Ha habido una química increíble en la pantalla entre Manuela Vellés y Sofía Otero, que hacen de madre e hija; me lo han puesto muy fácil”

¿Tenía claro desde el principio que quería contar con Manuela Vellés y Sofía Otero?

Con Manuela tengo ya mucha confianza porque llevamos ya tres películas juntos, es mi pareja, tenemos hijos en común...Y claro, ella tenía ganado de cara al personaje, que es madre de verdad. Y, obviamente, tenemos mucha complicidad y nos es fácil trabajar juntos. Desde que se crea el guión, igual tardas un año en rodar la peli, pero nosotros vamos hablando del proyecto, trabajamos en él. Y con Sofía ha sido un placer trabajar con ella, tiene una química con Manuela increíble. Sofía para nosotros es como si fuera una actriz de 11 años con 25 de experiencia en el cine. Es imposible que pase , pero es así. Estoy orgulloso de cómo ha salido la película, pero me lo han puesto muy fácil.

Junto a Manuela Vellés han creado la productora Mundo Cero en 2023. ¿Por qué surgió esa necesidad?

Queríamos hacer contenido audiovisual sobre problemáticas sociales. Y dentro de ese contenido, por un lado hacemos películas que vinculamos a ONGs con proyectos sociales concretos. Y luego también tenemos un canal de YouTube que se llama Mundo Cero Crea, en el que, por ejemplo, realizamos entrevistas a directivos de ONGs o gente que está impulsando el cambio positivo en la sociedad. Ahora tenemos más de 90.000 suscriptores. Precisamente, esta película la hemos estrenado recientemente en unos encuentros, Mundo Cero Talk, que se han celebrado en la Sala BBK de Bilbao. La Fundación Bancaria celebró este evento en el que participaron 10 expertos en temas de pobreza que transmitieron su conocimiento y sus propuestas de mejora a nivel social.

“Creo que el cine puede despertar conciencias, que tiene capacidad de transformar la sociedad por eso estoy en este proyecto”

¿Es de los que cree que el cine puede despertar conciencias, que tiene capacidad de transformar la sociedad?

Creo al 100%, por eso estoy al 200% ahora en este proyecto de Mundo Cero, porque creo que sirve para mejorar el mundo. Obviamente no a todos los que vayan a ver Cuatro paredes les va a crear el mismo impacto, pero estoy convencido de que va a servir para que muchas madres que están sufriendo estos problemas se atrevan a pedir ayuda. Que niños que igual están en esa situación, que estén sufriendo bullying, también se atrevan a moverse y a quejarse sobre eso. Y luego que haya otra gente también que empatice, igual tú no estás en esa situación y no te fijas, pero tras ver esta película, un día estás en el patio del colegio buscando a tus hijos y te das cuenta de que hay alguien que no está tan bien y puedes ayudarle.

¿En su filmografía no existe espacio para un cine pensado únicamente como entretenimiento, sin un mensaje social o conciencia detrás?

Bueno, puede convivir, de hecho como público yo veo todo tipo de cine, llego a ver películas de estas que llamamos de palomitas mainstream. Pero, particularmente a nivel creativo como director sí que me interesa poder decir algo y concienciar y divulgar además de entretener y por eso estamos haciendo ahora esta apuesta con Mundo Cero. Y como ejemplo esta peli de Cuatro paredes.

De consultor financiero en Arthur Andersen a director, productor y guionista de cine. ¿Se ha arrepentido en alguna ocasión de apostar por el difícil mundo del celuloide? 

No, tenía la necesidad de contar historias sobre temas que a mí me preocupan o me perturban y que creo que hablándolos se puede entender mejor a la gente. Mi primera película, Jaizkibel es la base de mi cine. En mi caso, abordé el tema del suicidio, algo que me marcó en la adolescencia y que me ha preocupado y me ha ocupado tiempo en mi cabeza. La hice con la intención de que sirviera para algo, para que no fuera un tema tan tabú, para que se hablara sobre ello y que hubiera gente que gracias a esa película igual se pudiera salvar o le pudiera pasar algo en su vida que cambiara. Como dicen, tenemos que seguir nuestro propósito para estar satisfechos con uno mismo en esta vida. El camino no ha sido de rosas, pero ha valido la pena y ahora estoy feliz de poder estar haciendo este tipo de cine para poder apoyar a gente que lo necesita.

Con ‘El Hombre que empezó a correr’ consiguió recaudar fondos para 200 pozos de agua en Etiopía. Ahora, ha regresado a la Ultra Trail del Mont Blanc una década después con ‘Correr, crear y colaborar’. ¿Cuál es el objetivo?

El documental narra las 36 intensas horas de la carrera de montaña de 171 kilómetros que atraviesa Francia, Suiza e Italia. Es como vivir una vida entera en apenas dos días: euforia, agotamiento, dudas, frío, calor, noches solitarias en la montaña… El objetivo va más allá del reto deportivo: con él buscaba consolidar mi nuevo propósito, Mundo Cero.