El Palacio Euskalduna ha vuelto a convertirse en una inmensa caja de resonancia para la música clásica. Cuando el festival Musika-Música afronta su segunda jornada, el recinto bilbaino acoge a cientos de melómanos que llevan acercándose a los conciertos y recitales programados para este sábado desde primera hora de la mañana: "Tenemos pensado acudir a cuatro conciertos; dos por la mañana y otros dos por la tarde. Estaremos todo el día aquí ¡Y mañana más!", han asegurado Lola Martínez y Esther Sánchez.
Como muchos de los asistentes, Lola y Esther son fieles al festival. Para ambas Musika-Música es una cita imprescindible, casi obligatoria, de esas que se marcan en rojo en el calendario. "Llevamos viviendo desde la primera edición del festival, somos muy fieles y vemos cómo año tras año hay más gente en las salas", ha celebrado Lola.
Sin embargo, ambas mujeres han reconocido que la media de edad de las personas que abarrotan esas salas es relativamente alta. Los jóvenes, han señalado, todavía se resisten a las melodías de Beethoven, Mozart o Strauss. Según han expuesto, a quienes todavía no han dejado atrás la veintena les cuesta acercarse a la música clásica porque, entre otras cosas, no es para todos los bolsillos.
Eso sí, Lola y Esther también han subrayado que el festival ofrece conciertos cortos a precios populares que se programan en fin de semana, y eso, han valorado, "también hace afición".
Jóvenes aficionados
Mientras las dos bilbainas se adentraban en las salas, Iván Romero se acercaba a una de las entradas del palacio de congresos. "Vengo a ver a una amiga, que toca en la Orquesta Sinfónica del conservatorio de Sarriko", ha señalado este estudiante de piano, de 19 años de edad. A Iván si le apasiona la música clásica, pero admite que su consumo es prácticamente nulo entre los chavales de su edad.
"El motivo por el que a los jóvenes nos cuesta más acercarnos a la música clásica es el cerrazón de la gente que la estudia, al menos esa ha sido mi experiencia", ha expuesto. De acuerdo con Iván, las personas que se dedican profesionalmente al estudio de esta corriente musical son muy críticas con la música popular. "No dejan opinar a quienes tienen diferentes gustos porque, según ellos, no tienen ni idea", ha apostillado.
Por otro lado, el joven ha afirmado estar "realmente emocionado" por asistir al concierto en el que participará su amiga. Él, como estudiante de piano, está acostumbrado a recitales de música de cámara en los que sólo toman parte dos o tres intérpretes. "No tengo tanta experiencia con música de orquesta y me parece chulo e impactante ver a un grupo tan grande músicos que hacen algo en conjunto. Creo que es una experiencia importante", ha expresado.
Un tapiz sinfónico
En esta segunda jornada de la 24ª edición del maratón musical bilbaino (entre este pasado viernes y este domingo se celebrarán más de 70 conciertos) también se ha abierto el tapiz sinfónico propuesto por la artista Mónica Rodríguez Curiel. Se trata de una instalación artística que pone a disposición del público diferentes ovillos de lana de diferentes colores para ser desenrollados en una superficie negra al ritmo del Primer Movimiento de la Sinfonía Fantástica, de Hector Berlioz.
"Pasa por la melancolía, la ensoñación, la furia... Entonces, el público elige el ovillo que prefiera y va creando los ritmos que le sugiere la música. Así, van creándose líneas que forman una sinestesia, una expresión plástica que parte de la música", ha concretado la impulsora del proyecto, que se desarrolla bajo el lema 'Tejiendo afectos'. "El resultado es algo muy rítmico, lleno de color y que refleja un montón de emociones y de estados de cada persona. Juntos, los participantes crean una sensación de comunidad, de encuentro", ha dicho Rodríguez Curiel sobre éste, al que ha definido como una obra de arte colectiva.