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Itxaro Borda: “Para mí escribir en euskera es vital, es cuestión de vida o muerte”

La escritora de Iparralde mantiene un encuentro con el argentino Rodrigo Fresán, en el que hablan del oficio de la escritura

Itxaro Borda: “Para mí escribir en euskera es vital, es cuestión de vida o muerte”PANKRA NIETO

¿Qué ocurre cuando se junta a dos escritores o escritoras de realidades muy diferentes como la lapurdana Itxaro Borda y el argentino Rodrigo Fresán? Al final, se comprueba que, a pesar de tener complejidades muy diversas, en el fondo existen muchas similitudes que les acercan en el difícil pero apasionante oficio de la escritura. Encuentros como este son posible en el marco del Festival Internacional de las Letras Gutun Zuria, que se celebra hasta este sábado, 1 de marzo, en Azkuna Zentroa.

Itxaro Borda (Baiona, 1959) acaba de recibir el premio BBK Gutun Zuria Bilbao 2025. Fundadora de la revista literaria Maiatz (1982), junto con Luzien Etxezaharreta, es autora, entre otras, de obras como Udaran betaurreko beltzekin, Urtemuga lehorraren kronika, Bestaldean, Orain, Hiruko o Zeruetako erresuma. De 1994 a 2015 publicó cinco novelas protagonizadas por la detective lesbiana Amaia Ezpeldoi, en las editoriales Susa y Maiatz. Es Premio Euskadi 2002 por la novela %100 basque.

“Escribir en euskera es para mí como un desafío. En la escuela se nos quiso borrar nuestra lengua con una violencia extrema. Esto era habitual durante la dictadura franquista pero en Francia también se hizo y no había una dictadura, era un poder político, libre e igualitario, pero no con todos”, explica Itxaro Borda. Cuenta la escritora que comenzó a alfabetizarse a los 12 años “y empecé de repente a escribir. He recuperado mi lengua escribiendo, por eso para mí escribir en euskera es vital, es una cuestión de vida o muerte. Las y los escritores de los años 80 hemos permitido que ahora también se pueda escribir en euskera libremente”.

Itxaro Borda clausurará el Festival el sábado, 1 de marzo, por la tarde junto a Aurélia Lassaque, ambas escriben principalmente en lenguas no francesas: Borda en euskera y Lassaque en occitano. Su encuentro tratará de dar respuesta a una pregunta: ¿qué supone utilizar estas lenguas minoritarias en el corazón de una literatura universal?

“Nos conocemos hace mucho y hemos mantenido muchos encuentros sobre cómo crear en un entorno donde las lenguas minorizadas no son oficiales. En el País Vasco norte nuestra lengua está considerada como una lengua casi muerta que ha desaparecido del panorama lingüístico de Francia. Pero estamos ahí, como corrientes subterráneas, como iglúes luchando porque se nos considere como tiene que ser”.

Asegura la escritora que hay muchas diferencias entre ambos lados de la muga. “ En el sur los escritores y escritoras tienen un mercado, hasta pueden vivir de la escritura, hacer residencias, contar con becas... con el sistema que se ha puesto en marcha en los últimos 20 años. Un sistema con el que no contamos en el País vasco sur, pero por el que seguimos luchando. Tenemos también nuestra propia personalidad porque la realidad económica, social y política no es la misma”, asegura Itxaro Borda, que ha compaginado su trayectoria literaria con el oficio de cartera en Correos. Al final, todo es cuestión de contar historias.

Necesidad de contar historias

Rodrigo Fresán (Buenos Aires, 1963) siempre quiso ser escritor y cuando, siendo niño, sufrió un secuestro en su Argentina natal, supo, de alguna manera, que algún día escribiría esa historia. Hace años que Barcelona es su ciudad, aunque viaja frecuentemente entre festivales y encuentros con sus lectores y lectoras.

Autor de Historia argentina, Jardines de Kensington y Melvill, tampoco era de extrañar su pasión por la literatura y es que, hijo de intelectuales de los años setenta en Buenos Aires, por su casa era habitual ver a Julio Cortázar o a Gabriel García Márquez, influencias que marcaron su vida personal.

¿Qué le quita el sueño a Rodolfo Fresán? “Se habla del miedo a la página en blanco, pero hay un miedo peor que es la página escrita la noche anterior, leerla a la mañana siguiente y pensar que es un horror. Yo tengo que ser sincero, escribo para escaparme de la realidad, intento que el acto de la lectura sea lo más próximo posible a un sinónimo de la alegría. Hay una necesidad de contar historias, pero esto se ha podrido con el auge de las redes sociales, donde todo el mundo está contando todo el tiempo. Me parece excesivo que no haya un filtro”.

Algo en lo que coincide también Itxaro Borda: “Cuando escribes una página en blanco y no sabes qué escribir, tienes una idea, pero a mí me parece que es un milagro lo que sale porque no sabemos de dónde sale. Me gusta la ficción porque nos permite poner una distancia entre lo que vivimos individualmente y colectivamente y su dolor. Según Freud para curar lo mejor es crear una ficción para descargarse del dolor. Escribes de ti y del mundo, porque siendo euskaldunes somos del mundo, somos multilingües y vivimos lo que el mundo vive, pero lo expresamos en euskera. Es importante que el euskera se ocupe de lo que vive la sociedad vasca. Es una de las condiciones de su supervivencia, que cada generación exprese la realidad”.

Para la escritora vasca “en esta época a causa de las redes sociales, con toda esta máquina de información en línea, falta mucho silencio. Con la literatura y en el silencio podemos acercar al otro; en una novela podemos leer lo que pensamos nosotros pero también a personajes que no tienen nuestra opinión. Y eso es muy importante y muy sano. En las redes sociales, no se escucha la opinión de otros. Creen que son proveedores de historias, pero se convierten en su propio personaje y protagonistas de todo. De repente, tienen 50.000 likes y piensan que eso es la fama”.

Ambos coinciden también en lo que significa el oficio de escritor. Para ambos es un servicio público. “Cada vez hay más escritores que están siempre con la maleta hecha porque lo único que quieren es ir de festivales en festivales, estar fuera de su casa. No es mi caso”, dice Fresán.

“Acepto festivales pero también en pequeños pueblos del País Vasco, lo que para mí son momentos muy especiales de encuentros con lectores y lectoras que no leen pero que les interesa la literatura. Y si tengo tiempo escribo textos a los músicos que me lo piden, es como un servicio público”, explica Borda.

“Cuando me preguntan cuál es la función del escritor les digo que es una función social, como la de un carnicero, un odontólogo o un abogado, porque estás proveyendo de historias a la sociedad. Es un servicio necesario”, concluye el autor argentino.