Con las ideas y un discurso nítido y esa amabilidad eterna que desprende, incluso a la hora de reivindicar. Así se mostró la flamenca María José Llergo, que participó en el panel Construyendo una carrera musical: Un bonito (y nada sencillo) camino que recorrer, en el marco del BIME Pro y en compañía de Pablo Benegas, miembro de La Oreja de Van Gogh. Ambos coincidieron en que “convertirse en un artista reconocido no es un camino fácil”.

En este panel de la Sociedad de Artistas AIE, la joven cantante cordobesa y el experimentado guitarrista donostiarra compartieron sus experiencias y trayectorias, que se iniciaron ligadas a su círculo más cercano: ella con su abuelo labrador, cantando en el campo, y el vasco con sus amigos. “De niña y casi sin hablar, ya jugaba con mi voz. La música me eligió”, indicó ella. “No hay una manera única de empezar, lo mío surgió de la amistad y de los afectos. Primero fuimos amigos, luego llegó el grupo. Fue nuestro refugio en un Donostia difícil en los 90”, según Benegas.

Moderados por José Manuel Sebastián, director del programa Qué parezca un accidente, de Radio3, ambos coincidieron en separar la música de la industria que la rodea. Llergo habló de “amor y entrega” al referirse a la música, arte que “nos hace sentir cosas puras, y todo lo que viene de la pureza es bueno”. Por su parte, Benegas explicó que “la chispa es el impulso creativo, lo que te hace moverte”, a ser posible desde “la honestidad” y apostando por “sentir antes que querer llegar” al éxito.

“Cantar es mi forma de entender el mundo y de comunicarme, de convertir el dolor en belleza y de acercarme a los demás”, indicó Llergo, sentimiento compartido por Benegas, quien destacó la necesidad de contar como asidero con “un entorno favorable, un cable a tierra como son mis amigos donostiarras”, ya que en la industria de la música el ser más solitario es el artista. Llergo confesó que acude a terapia psicológica desde que arrancó su carrera. “En esta sociedad de riesgo estamos muy expuestos. Estamos siempre con gente, pero las decisiones trascendentales las afrontas sola”, según la cantante, que apostó por “la vida real, la de la persona, no el personaje”, la que comparte en Pozoblanco con su familia.

Redes sociales y feminismo

“Canta y cobra, pero no te vendas”. Esa sentencia de su abuelo dirige la carrera de Llergo, que aboga también porque “la meta de mi carrera es el propio camino, además de poder pagar mi casa”. Veterano uno, nobel la otra, ambos sufren la transformación vivida por el negocio y el creciente peso de las redes sociales en la promoción de sus carreras. “Es una esclavitud total, ahora la promoción se hace con un móvil. Que si haz un story¿Qué somos: influencers, hologramas, modelos o compositores o cantantes? Eso llega mucho tiempo y empeora la calidad del arte”, coincidieron, al igual que “en la trampa del algoritmo”.

Benegas aludió a la falsedad de la supuesta democratización de la música a través de las plataformas, con debes como “la velocidad y el volumen de la oferta”, que hace que “se consuman artistas y música”, Llergo defendió la preparación de los artistas jóvenes y de las mujeres para alzar la voz “y defendernos” ante la maquinaria industrial. “Si no controlas tú tu proyecto, lo harán otros y te quitarán tu voz y tu pasta”, aclaró.

Mientras Benegas defendió que “el ecologismo y el feminismo son los dos vectores del cambio” cara al futuro, Llergó concluyó añadiendo pasión y verdad a su discurso de empoderamiento. “A las cantantes siempre se las ha cosificado y necesitamos tener las riendas de nuestros proyectos. Como joven y mujer necesito que me respeten, que no nos infravaloren todo el rato y pregunten dónde está la jefa al aparecer yo en los teatros. Esto va a cambiar, pero hace falta mucha paciencia y la reconstrucción de la mirada y de los propios hechos del hombre desde un punto de vista feminista”, concluyó.