La compañía Hortzmuga está integrada por militantes de la calle. Así lo afirma una de sus miembros, Izpiñe Soto. Dice que encuentran en la vía pública un escenario donde superar la barrera del tique y, así, democratizar el acceso al teatro. Pero la van a abandonar. Al menos, temporalmente, ya que el próximo 17 de agosto conquistarán el Palacio Euskalduna para ofrecer sendas funciones de Al fin del camino, “una comedia emocional” que aborda temas como la homofobia, el rechazo de un padre y la bajada a los infiernos que supone el alzhéimer. Ayer jueves, DEIA tuvo la oportunidad de charlar con sus creadores y protagonistas.

Hallar el asueto cuando apenas falta una semana para el estreno suele ser harto complicado. Es, sin embargo, necesario. Por eso, los de Hortzmuga abandonan la penumbra que envuelve el espacio Harrobia cuando el reloj marca las 12.30 horas y salen al mismísimo corazón de Otxarkoaga, a la plaza Ángela Arregui. Alex Antúnez deja de ser la drag queen Divina Pedrea por unos minutos. Ya se ha quitado la peluca y desenfundado el vestido, aunque su rostro continúa cubierto por una espesa capa de maquillaje. Deja un poco de carmín en el cigarrillo que acaba de acercarse a la boca. “Yo no soy drag”, cuenta minutos después, ya en el interior del local de ensayo, “pero siento muchísimo respeto y responsabilidad por hacer este personaje, porque a través de él intentamos transmitir muchos mensajes que, para mí, como actor y como Alex Antúnez, son muy importantes”, sentencia.

Esos mensajes se articulan en la historia que narra el regreso de Divina Pedrea a su Bilbao natal, la ciudad que dejó atrás hace 20 años para huir de la homofobia de su padre, un férreo defensor de las causas sindicales que se ganaba el sustento en los Astilleros Euskalduna. Es precisamente en este lugar donde ahora se levanta el Palacio de Congresos homónimo. Aquí actúa la drag en el marco de una Aste Nagusia que propicia el reencuentro con el hombre que forzó su exilio a Madrid y que ahora sufre una de las enfermedades neurodegenerativas más pavorosas. Tiene alzhéimer.

Izpiñe Soto, que dirige la pieza y colabora en su dramaturgia junto a Ángel Mirou, apunta que ésta es una patología que solo existe en la penumbra. Cuenta, además, que en ese preciso aspecto radica el paralelismo entre el alzhéimer y el mundo del transformismo: “Las drags siempre han estado ocultas. Han trabajado de noche y quizá por eso hay un punto un tanto oscuro en torno a estas artistas. Nosotros les damos luz, con todo el respeto y la dignidad que merecen”, reivindica. Así, según Soto, ambos mundos subsisten en “una parte oscura”, razón por la que hay que iluminarlos. “¿Cómo? Bueno, hay que venir a ver el espectáculo para verlo”, sugiere la dramaturga licenciada en Periodismo.

El show –que transformará el hall II del Euskalduna en un club de cabaret– utiliza el humor como pretexto para abordar ambos temas, objeto de estudio e investigación para los integrantes de la compañía. Asimismo, a lo largo de la función se exhiben los números musicales de Divina Pedrea, que sale al escenario acompañada de un cuerpo de baile conformado por Begoña Krego y Mar García, y, por supuesto, se presentan pasajes de alto voltaje emocional que rompen de manera abrupta con el tono humorístico de los episodios más cómicos.

“Pero el humor no te saca de la historia”, precisa Raúl Cancelo, el director de la compañía. “Hay una montaña rusa en la que no se abandona el espectador. Hay momentos de risa, de llanto... El público, de hecho, se emociona mucho”, agrega. Al hilo de esto, cuenta que, en una función de una versión diferente de esta misma obra, con la que estuvieron de gira por Almería, una mujer mayor se acercó al elenco para contarles que sentía la historia como algo propio. Como Divina Pedrea, su nieta (una chica trans) es víctima del sexilio.

Sexilio

Este neologismo, acuñado por activistas LGTBIQ+, describe aquellas situaciones en las que una persona se ve obligada a abandonar su entorno por ser un lugar hostil con su identidad u orientación sexual. Este concepto, cuenta Cancelo, tiene un lugar central en la historia. “La primera vez que escuché la palabra me pareció súper adecuada. Llevamos cuatro años haciendo este espectáculo, que trata sobre una drag queen que tuvo que huir de su ciudad”, asiente. Esta transformista será la vedette titular del particular cabaret hasta el 8 de septiembre, cuando la troupe recogerá sus bártulos para contar la misma historia a otros lugares.