Una vivencia personal impactante, como la muerte de su padre, marcó a Itsaso Arana para siempre. Tanto es así, que esta imagen le ha impulsado a hacer una película para compartir su historia y la de cuatro actrices más, Bárbara Lennie, Irene Escolar, Itziar Manero y Helena Ezquerro. Todas ellas conviven en una casa para ensayar una obra de teatro y en sus ratos libres aprovechan para compartir saberes sobre la orfandad, el amor, la amistad, la muerte y la actuación. Junto a Itsaso Arana, las actrices demostrarán que hay veces que las chicas están bien, y hay otras que están mal, pero juntas, las debilidades se pueden transformar en fortalezas. No faltará el guisante, el príncipe, los vestidos y un sapo llamado Felipe para deconstruir la ficción. Itsaso Arana es natural de Tafalla y cuenta con una larga trayectoria profesional: ha protagonizado largometrajes como Tenéis que venir a verla (Premio especial del jurado en Karlovy Vary), La Virgen de Agosto (nominada en los premios César a mejor película extranjera) o Las Altas Presiones (mejor película Las Nuevas Olas Festival de Sevilla). La actriz también ha protagonizado series como Reyes de la noche (nominada a los Premios Feroz como mejor actriz de reparto) y Las de la última fila, de Daniel Sánchez Arévalo. Por su parte, Las chicas están bien ha optado este verano al Globo de Cristal en el festival de cine de Karlovy Vary y ha ganado el Atlàntida Mallorca Film Fest 2023.

¿Cómo ha sido el proceso de pasar de actuar en una película a además dirigirla?

Contaba con la experiencia de dirigir obras de teatro, pero esta aventura ha sido diferente, conlleva responsabilidades diferentes y la utilización de otras herramientas. Siempre he escrito en colectivo o junto a mis parejas, y esto ha sido una prueba vital para mí. Siempre que querido hacer algo mío, ser la última responsable y cometer errores, probarme. Sin embargo, para mí ha sido un proceso natural; dirigir ha sido la consecuencia de querer compartir esta historia, este viaje entre amigas, que era intransferible y era mi responsabilidad.

¿Cuál fue la inspiración para crear ‘Las chicas están bien’?

El impulso viene de varios sitios a la vez. Hacer una película es un buen lío (ríe), es un atrevimiento y supone contagiar a los demás de una idea en la que tienes mucha fe. Es una especie de alquimia, varios elementos te impulsan a dar el paso hacia lo desconocido. Primero está el anclaje vivencial, cuando asistí a la muerte de mi padre en Tafalla, mi casa familiar, rodeada de todas las mujeres de mi familia. Esperamos durante una semana a que muriese y de alguna manera esta vivencia me hizo ver la vida con otros ojos. Es una imagen que me ha cambiado la vida, vive dentro de mí y se refleja en la película. Es algo que, aunque dé miedo y sea triste, es vivificante y transformador.

Los temas centrales que trata la historia son universales, pero también tabú.

El amor, la muerte, la amistad y la actuación. No son temas originales, pero abordan la condición humana. No me gustaría que esta película se considerase únicamente para actrices o para mujeres, ya que trata temas universales, aptos para cualquier espectador.

En la película predominan las mujeres, ellas son las protagonistas delante y detrás de las cámaras.

Vengo de una familia con muchas mujeres y siempre he recurrido a la literatura femenina, a relatos victorianos, títulos como La casa de Bernarda Alba, Mujercitas u Orgullo y Prejuicio. El concepto de mujeres encerradas esperando a algo siempre me ha llamado la atención. Porque siempre esperaban algo masculino, una carta de alguien que se ha ido a la guerra, la visita del vecino... Esa sensación de esperar a que un hombre nos saque a la vida, al mundo. Fue curioso porque nosotras estábamos reunidas, rodeando la cama y esperando a la muerte. El imaginario de mujeres esperando algo me apeló y lo comparto es esta película. También existe el deseo de reunir a amigas y actrices a las que quiero y admiro, retratarlas y retratarme a mí con ella.

¿Qué le ha aportado compartir sus vivencias personales con las demás actrices?

Todos los procesos creativos y las entregas íntimas siempre te transforman. Ya no soy la misma después de haber rodado la película. Para contar las cosas hay que haberlas atravesado y asimilado, la herida no puede estar abierta. El amor, la espera de la maternidad y la pérdida materna, otras lecciones de vida expuestas, se comparten tras un proceso de comprensión por parte de cada una. Al compartir nuestras historias nos podemos hacer mejores, es el premio de compartir la vulnerabilidad y las fragilidades.

El rodaje ha durado tan solo 15 días...

Siempre escribo sabiendo los días que voy a tener, el lugar y las actrices que van a participar. Es decir, yo escribo para rodarla. Es un cine posibilista que gracias a Los Ilusos Films y los recursos que se contaban a la película no le falta nada. Es un cine sostenible, más ecológico y que no está tan adornado. Intentamos encontrar un equilibrio entre tener las cosas muy claras y, al mismo tiempo, dejar las ventanas abiertas a la improvisación.

La realidad y la ficción se mezclan.

Encontré un lugar casi privilegiado entre las cámaras y las actrices, atravesar esas capas de ficción. Hay partes durante la película en las que no se sabe si las actrices están actuando, si están fuera de toma o no.

¿Cómo es interpretarse a una misma? Mantienen sus nombres reales, las formas de expresarse, e incluso parece que también las personalidades.

El ideal de la actuación es el arte de ser. Para que el espectador perciba la trama como ligera y sencilla, real, que transmita la vida tal cual, sin más, hay mucho trabajo detrás. Dejarse transparentar por la cámara es un trabajo que lleva tiempo. Un rodaje está completamente acordado, y sin embargo Helena, Itziar, Bárbara e Irene son talentosas y poseen la capacidad de seguir un guion y transmitir que es la vida. Es una consecuencia de la confianza con la que hemos trabajado. Los papeles están casi hechos a medida para cada una de ellas. Aunque hay mucho de ellas, pero al mismo tiempo la presencia de la cámara conlleva reproducir comportamientos, por lo que no deja de ser ficción. No están retratadas en su complejidad, pero todas acordamos hacer brillar un rasgo de cada una.

Los rasgos que caracterizan a Helena y a Itziar, llevan a la segunda actriz a hablar con su madre. ¿Cómo ha sido remover los sentimientos?

Las películas también nos transforman, hacen que avancemos en la vida, fue el pacto con ellas. Cada una debía hacer una travesía, Irene tenía que reconstruir la idea del amor, Bárbara tratar el proceso del embarazo, e Itziar reabrir el duelo para sanarlo. Escribí el mensaje de audio que le manda a su madre después de hablar con ella, y además de un componente literario incluye un mensaje para las mujeres de mi familia.

A pesar de que todas las actrices cuentan con su propia trama, nunca un bebé o un hombre las eclipsa, las retrata como mujeres que van más allá...

La película intenta retratarlas con amor y con dignidad, como lo que somos: actrices, mujeres, hermanas, hijas... Somos muchas cosas. En este caso intenté que todas ellas fueran más allá de las etiquetas, seres que buscasen cómo vivir, cada una desde su circunstancia vital diferente. Los personajes comparten sus dudas y sus vivencias, se ayudan las unas a las otras. De alguna manera la película intenta decir que hay sitio para todas, y si no, nos lo hacemos entre nosotras. No tiene por qué elegirse solo a una única princesa.

Un personaje masculino, el príncipe despistado, entra en escena, evocando a esa reconstrucción de los cuentos.

La gente se sorprende de que la entrada de Gonzalo en la historia no cambie nada. ¿Por qué debe cambiar algo? Las chicas siguen su proceso creativo y su viaje, el chico queda fascinado y decide quedarse, pero nadie va a cambiar su vida por él. Si el género fuese al revés no sorprendería tanto en el espectador, es un giro que he hecho desde el respeto y la ironía. Como dice Julia, la actriz más joven del reparto, a las princesas hay que deconstruirlas, y Gonzalo añade que a los príncipes también. Es ella la que más ha liberado ese imaginario idílico de los cuentos.

Sobran los príncipes perfectos y también los corsés, tanto es así que las protagonistas llevan los vestidos puestos a medias.

Me venían a la cabeza los trajes de época, de disfraz, de transformación. Me atraía la idea de que pudiesen jugar con los disfraces, estar cómodas y decidir hasta cuándo ellas se querían vestir. Es una forma de deconstruir los cuentos. Los corsés se van aflojando, llevan zapatillas y las chicas van atravesando las capas de ficción.

Esas capas de realidad, ¿facilitan la metaficción?

La película acaba sabiendo que es una película. Las actrices saben que están haciendo una película, se refleja cuando Itziar desea que a su madre le guste la cámara o cuando Helena decide darle al príncipe un beso de película. Incluso Bárbara se dirige a la cámara como si fuese una mujer, una vieja amiga. Sabe que está en una película y aún así continúa actuando. Puede que genere distanciamiento a esos espectadores que prefieren permanecer en la ficción, pero está pensado como un gesto cálido, que te mira a ti.

¿Qué aporta la casa, el entorno, el hecho de estar encerradas bajo un mismo techo?

Encerradas y sin cobertura (sonríe). Cuando encontré la casa es cuando sentí que podía hacer la película. La casa es de Mercedes, la dueña de la vivienda (también en la vida real). Es un ser fascinante... no podía faltar en la película. Lleva 20 años haciendo a mano el departamento de Las chicas están bien, y ella sin saberlo. Mercedes representa la valentía, la independencia y superación personal, valores que también mueve la película. Representa la fuerza creativa de que se puede vivir buscando el guisante y no al príncipe.

Su profesión de actriz tiene una fuerte presencia, incluso se habla de cómo interpretaría cada una la reacción a la muerte de un ser querido.

Hacer una película es reunir cosas que amas y compartirlas, y esta profesión, aunque a veces sea difícil, es mágica. Me sigue despertando sentimientos contradictorios porque se parece mucho al arte de vivir, de recrear la vida.

¿Cómo espera el estreno de ‘Las chicas están bien’ en los cines?

Antes hemos hecho dos preestrenos en dos cines maravillosos. Phenomena, en Barcelona y en el cine Doré, en Madrid. Celebraremos estos días con amigas y familia y el estreno...¡Que sea lo que tenga que ser! Es muy misterioso, pero estoy muy contenta porque ya tenemos 80 salas confirmadas, mucho más de lo que hubiese imaginado. Que se vaya a estrenar es todo un milagro, que se contagie todo el amor con el que la he hecho. l

Estreno en los cines Golem

La película. Un grupo de chicas se junta en una casa de campo durante una semana de verano para ensayar una obra de teatro. Mientras conviven, intercambian sus saberes sobre la amistad, la actuación, el amor, la orfandad y la muerte; con la secreta esperanza de que compartirnos nos hace mejores. ‘Las chicas están bien’ es un cuento de verano con princesas, caballos, sapos, un fuego, una fiesta, un río, muchas cartas, y hasta un príncipe despistado. “Es una película sobre camaradería y la reconciliación entre mujeres. Hacerla ha sido un atrevimiento, una desobediencia”, afirma Arana.