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Jorge Drexler: “Si te atreves a todo, debes estar dispuesto a fallar”

El músico uruguayo presenta su disco ‘Tinta y tiempo’, que ha logrado 7 Grammy Latinos, este domingo en el Arriaga

Jorge Drexler: “Si te atreves a todo, debes estar dispuesto a fallar”Calleja, Andrea

Euskadi, con un concierto ayer en Donostia y hoy, domingo, en el Arriaga bilbaino, son los escenarios elegidos por Jorge Drexler para volver a la carretera tras logar siete Grammy Latinos en Las Vegas hace apenas dos semanas. El músico uruguayo residente en Madrid llega con un disco, Tinta y tiempo (Sony), centrado en el amor, que la pandemia estuvo a punto de dejar como un proyecto fallido y en el que colabora el director de orquesta vizcaino Fernando Velázquez, además de C. Tangana y leyendas como Rubén Blades. “El ser humano esta especializado como especie en buscar siempre que nos manipulen”, explica en esta entrevista.

No es la primera vez que gana un Grammy Latino, pero siete de golpe… ¿Sigue con el ‘subidón’?

Ha sido algo exagerado y es cierto, el subidón dura un tiempo. Todavía estoy ahí, aterrizando, feliz y orgulloso.

Es que logró más que estrellas vendedoras como Bad Bunny o Rosalía.

Claro. Mi disco es un proyecto de escala mediática intermedia y hecho de manera artesanal, lo que, en un principio y debido a la pandemia, pareció que lo tenía difícil para salir adelante. De ahí, mi orgullo por llegar a buen puerto y compitiendo con primeras espadas de la música mundial. Bunny es el artista más escuchado del mundo actualmente y qué decir de Rosalía, que ha marcado cambios en una generación.

¿Y cómo analiza este hecho tan curioso?

Pues no sé qué decirte. Me alegro de que los premios no tengan siempre el criterio de la difusión. Si es por streamings, soy el último en todas las categorías que se entregaron (risas), pero los que votan son los y las colegas de la Academia, que, al parecer, tienen un criterio que ha apreciado mi disco.

Y vuelve a la carretera directamente, con dos conciertos en Euskadi.

Sí, el del sábado en Donostia y el domingo en Bilbao son mis dos primeros tras los premios. He descansado algunos días y estoy con ganas. Mi último encuentro con la banda fue en la celebración, en Las Vegas, y me apetece compartir con ellos.

Dijo que el disco estuvo a punto de no ser. ¿A qué se refería?

Me cuesta hasta recordarlo, pero en mi habitación de trabajo estuve meses con la sensación de que no encontraba el norte del disco, que me faltaba el repertorio y el sonido. Le di vueltas y no era consciente de que el confinamiento y el aislamiento de la pandemia me habían quitado una herramienta importante en la composición, que era la presencia del oyente, aunque fuera como escucha. Componer es un acto solitario y de concentración, pero luego hay otra fase, a la que me he acostumbrado, y que es a escribir pensando en el momento de comunicar las canciones. A veces, me pongo de pie con la guitarra, cierro los ojos y visualizo un escenario. Ahí veo qué pasa, hacia dónde me gustaría ir…

Y en pandemia todo cambió.

Es que no había comidas con amigos, ni conciertos con mis músicos, así que no podía cantar o mostrar esas canciones nuevas. No pude terminar las canciones durante semanas y semanas, me faltó ese último golpe de horno.

¿Cuál fue el click que remató la composición’

Hubo varios, pero el principal fue el factor humano, volver a juntarme con gente, con amigos y mis músicos en la gira de 2021, todavía con mascarillas. Empecé con el disco a principios de 2020 y no tuve ese click que dices hasta septiembre del año siguiente. Pasé casi dos años buscando y llegué a estar muy perdido.

¿Otro click llegó con la participación en el disco del vizcaino Fernando Velázquez?

Clarísimo, tienes razón. Tengo dos amigos getxotarras, Fernando y mi batería, Borja Barrueta, que este fin de semana duerme en casa y come donde ama (risas). Cuando me junté en una habitación con Borja y el bajista dejé los experimentos e hipótesis de canciones en soledad y todo cobró sentido. Y Fernando llegó con unos arreglos orquestales increíbles para el tema El plan maestro. Me quería morir (risas). Lo entendió todo, expandió la canción y se convirtió en parte de su creador. De hecho, la firma como coautor.

Y uno de los Grammy es de Fernando.

De los recibidos, el más explicable es el suyo. Ese arreglo es incomparable. El Grammy es suyo más que mío. La estatua le llegará a él.

¿Y cómo logra trasladar esos pasajes orquestales al directo?

Quien me viera cantar en Las Vegas la canción Tocarte con Elvis Costello se puede hacer una idea. Él la adaptó al inglés en su parte. Fue un antes y un después en mi carrera. Cogimos el track del tema, lo cortamos en más de 60 samplers y lo distribuimos entre mis músicos en solo 6 tocados en tiempo real, sin metrónomo ni pistas adicionales. Eso es lo que hacemos con la orquesta. Campi Campón, mi productor, hizo los cortes de la orquesta y ‘toca’ la orquesta desde un sampler.

Resumiendo, que sonará una orquesta sin estar presente.

Algo así, será una selección, no toda; y especialmente al comienzo del concierto.

Se ha abonado a una amplia diversidad de estilos: folk latinoamericano, sonidos urbanos, funk, hip hop, pasajes orquestales, pop… ¿Atreverse lo es todo, incluso a fallar, como canta en la canción ‘Cinturón blanco’?

Si te atreves a todo, debes estar dispuesto a fallar, como te conté que me pasó. No funcionaron muchos caminos durante mucho tiempo hasta que llegó todo fácil: la base rítmica, la orquesta, los coros…

Siempre dispuesto a colaborar, repite con C. Tangana y se estrena con el maestro Rubén Blades, entre otros músicos más desconocidos.

Entre los menos conocidos están mis tres hijos, que también participan en diferente grado. Los pequeños cantan en Duermevela, un tema dedicado a la memoria de mi madre, su abuela. El mayor, Pablo, coproduce dos canciones, ha ido de gira con C. Tangana y ahora está nosotros. Y Rubén Blades grabó desde su casa, en pandemia, no se pudo desplazar. Ha estado en mi casa dos veces y me fue a ver a un concierto en Nueva York. Acudieron él, Elvis y David Byrne, lo que resultó un privilegio enorme. Si me hubieran avisado, habría estado súper nervioso (risas).

La última gira de Byrne, que recaló en el Bilbao BBK Live, fue inolvidable.

Pues hay cosas en mi concierto de su American Utopia porque es una gran influencia. Nosotros tenemos menos coreografía que él, pero coincidimos en el minimalismo escenográfico, el vacío completo y la geometría escénica de los movimientos. Hay también mucha economía en lo lumínico. El escenario es como una gran hoja en blanco, sin muchos elementos.

Hay mucho amor en el disco, no solo el de pareja, también el familiar… Amor en sus diferentes facetas. Y lo deja claro en “El plan maestro’-

Sí, empecé a escribir sobre la pandemia y luego me di cuenta de que no tenía ganas de eternizar esa energía opresiva en una gira. En lugar de hacer un relato periodístico de ella, hice una enumeración de las cosas que aprendimos a revalorizar en ese periodo oscuro. Ahí, el amor y la cercanía de las personas de nuestro círculo más íntimo llegaron primero, pero luego me remonté hasta el origen del amor, el más abstracto. El 85% de las canciones son de amor o desamor, pero quise evitar el tópico y llegué hasta su invención, cuando dos células se unieron para crear un organismo común hace dos mil millones de año.

También defiende en estas canciones el poder del arte, en claro enfrentamiento con el algoritmo, el que nos empuja a cantar, comer, bailar, comprar o sentir lo que ellos quieren, en lugar de lo que sentimos.

Sí, entiendo la canción como una disciplina artística, es un género artístico y está muy viva. Tiene tanto éxito y genera tanto movimiento crematístico que se nos olvida que es arte. Tengo los mejores maestros, estoy parado sobre los hombros de gigantes como los tres que citamos antes y, además, Caetano Veloso. Están al nivel de Picasso en la pintura, Almodóvar en el cine o Lorca en la escritura. Son artistas que expanden la canción, como Blades, por ejemplo, en su caso en el género de la canción bailable, o Caetano en los límites de la poesía concreta; o la libertad creativa de Elvis en diferentes formatos… Esa es mi aspiración.

¿Y lo del algoritmo?

Creo que la culpa de su poder es nuestra. El ser humano recurre a él, siempre ha querido tener un oráculo y ahora tiene uno más poderoso que el de Delfos (risas). Todos nos quejamos, pero en esta conversación telefónica estamos hablando a través de algoritmos. Es solo una herramienta más, aprendamos cómo funciona y no nos dejemos manipular.

Precisamente, la usan para la manipulación de gustos y voluntades.

Cierto, pero ¿qué otra cosa es la religión? Ahora sí es más fácil renegar de la religión que del algoritmo, pero en el Medievo no. No había posibilidades de no creer en Dios. El ser humano esta especializado como especie en buscar siempre que nos manipulen. No creo que sea peor ahora que antes, con el autoritarismo religioso o de las opciones sexuales. Hasta hace unas décadas solo había una opción, pero el mundo se va abriendo y lo celebro.