Euskadi pierde el latido incansable de uno de los gigantes que más ha labrado la cultura. Leopoldo Zugaza (Durango, 1932) ha partido este miércoles con 90 años hacia la eternidad en la que creía casi el mismo día que tan solo hace un año falleciera su esposa, Carmen Miranda. Ocurrió el jueves 4 de noviembre de 2021. Hace cuatro años, el impulsor de la Durangoko Azoka recibió la Medalla de Oro al mérito en Bellas Artes de manos del monarca Felipe VI. Del mismo modo, en su vida cosechó otros reconocimientos como el Gure Artea del Gobierno vasco “como apoyo a la creación” o la Argizaiola de Gerediaga Elkartea, aplausos en los que sintió cerca a su familia. Uno de sus hijos es Miguel Zugaza, director del Museo Bellas Artes de Bilbao y exdirector del Museo del Prado.

Reconocido por su firme apuesta por todas y cada una de las artes forjadas por autores vascos, fue el impulsor de la sociedad Gerediaga Elkartea en 1964 y, por ende, de la Durangoko Azoka o, entonces, Feria del Libro y Disco Vasco. Conocido y reconocido editor -constituyó la empresa Ikeder en 1991-, fue destacado promotor cultural e historiador. Junto a otras familias promovió Kurutziaga Ikastola.

El primer recuerdo que sus hijos Cristina, Juan -fallecido-, Miguel y Alejandro tuvieron de él fue en la mesa del comedor de su hogar maquetando sus libros, como editor independiente a principios de la década de los años 70 del s. XX. Fueron obras como Ipuin antzeko alegin mingotsak, de Mikel Zarate o el libro sobre Rafael Ruiz Balerdi. “A su pasión por los libros y la lectura, se unió pronto una extrema exigencia estética, azuzada aún más por la temprana influencia de una joven pintora y pianista recién salida de las monjas de Berriz, su mujer Carmen Miranda”, apostilla Miguel.

⚫️ Leopoldo Zugaza hil da, bere senitarteko eta lagun guztioi gure doluminak. Leopoldo kultur eragile aitzindaria izan...

Posted by Iñigo Urkullu on Wednesday, November 2, 2022

Desde esa misma plataforma local, Zugaza soñó un renovador programa de exposiciones de arte contemporáneo en la entonces nueva sala municipal de Ezkurdi, tras su inauguración en 1970. Su hijo Miguel define a su padre como “personaje inquieto al extremo” y evoca que simultaneó la creación, con Jesús Astigarraga, de Hitz -primera librería del municipio- y la editorial de obra gráfica Ederti, con trabajos de Ibarrola, Zumeta, Basterrechea, Morquillas o Mari Puri Herrero, entre otros.

“Con el crédito de estas y otras iniciativas desarrolladas en los grises y difíciles años del tardofranquismo, nuestro padre fue llamado por la Caja de Ahorros Vizcaina para crear un dinámico departamento de difusión de la cultura y el arte dentro de su Obra Social, mereciendo la entidad, gracias a ello, la Medalla de Bellas Artes en 1985”, agrega Miguel.

El historiador Leopoldo Zugaza, padre de Miguel Zugaza, cuando recibió el premio Ortzadar de DEIA PABLO VIÑAS

En paralelo, desarrolla en esos años una fecunda colaboración y creación de instituciones museísticas en Euskadi. Como vicepresidente de su Junta impulsó la primera renovación física y conceptual del Museo de Bellas Artes de Bilbao entre 1982 y 1985, con la creación de servicios tan apreciados como educación, biblioteca, restauración, cinemateca, al tiempo que un amplio programa de exposiciones y una política de adquisiciones memorable, con la compra entre otros, de un cuadro de Francis Bacon. Una iniciativa paralela a este formidable impulso al museo fue la puesta en marcha de la feria Arteder en Bilbao, la primera dedicada en el ámbito estatal al arte contemporáneo.

A su personal inquietud se debe también la creación del Museo de Arte e Historia de Durango, villa en la que nació y fue testigo del bombardeo fascista contra la ciudadanía y patrimonio el 31 de marzo de 1937. Él contempló el ataque italiano desde Iurreta, anteiglesia anexionada al primer municipio. En los años 90, logró el Photomuseum de Zarautz, primer museo especializado en fotografía del Estado. Uno de sus últimos desvelos fue el Instituto Bibliográphico Manuel de Larramendi. En sus últimos meses, Leopoldo continuaba dando forma a la edición de cómics sobre historia vasca e investigaba la presencia vasca en el periodismo americano. Había creado, asimismo, un plural grupo de trabajo llamado Durango Vector Kultura y en Durango, sus seguidores quisieron nombrarle hijo ilustre, a lo que él se negó de forma rotunda. Pocas semanas después de tanto proyecto, Euskadi pierde una figura poliédrica descomunal, inquieta en activo de 90 años.