A lo grande, así transcurrió anoche el II Ura bere bidean, la cita sinfónica con la música popular vasca del último medio siglo, que estrenó el BEC como un escenario abarrotado por más de 10.000 personas emocionadas ante una súper producción sonora y visual en la que participaron unos 125 músicos y coralistas, con la BOS al frente. La orquesta arropó a una veintena de artistas, del veterano Anje Duhalde a la joven Maren. Aiora (Zea Mays), Su ta Gar, ETS, Izaro, Gatibu y Mikel Urdangarin, que encogieron el corazón de la audiencia con su mezcla de rock, folk y pop, y su recuerdo a Kepa Junkera.

Volvieron a acertar desde la organización cuando anunciaban que no sería un concierto al uso, sino “un punto de encuentro sinfónico entre la cultura vasca”. Y el eslabón principal de esa cadena que vertebró himnos de la canción euskaldun del último medio siglo fue la BOS, con arreglos complejos y dirección de Fernando Velázquez, y el acompañamiento vocal de la Sociedad Coral de Bilbao. En total, 125 músicos: 70 maestros de la orquesta, 50 coralistas y un quinteto que incluyó guitarra, bajo y batería.

Una introducción orquestal, a las 20.30 horas, confirmó el papel protagonista de la BOS desde el inicio. Cumplieron a rajatabla con la invitación de Velázquez –“dad lo mejor, ya que habrá más de 10.000 personas y muchas miles más os verán en Navidad en ETB”, les animó durante los ensayos– y tras el vídeo introductorio, cuando ya con la Coral de Bilbao atacaron Ikusi medizaleak y Kalian gora, entre crescendos, ya tenían al público emocionado.

Fue ver a Aiora Renteria, presentada por Afrika Bibang con los textos realizados por Kirmen Uribe, sobre el cuerpo escénico de 40 metros de longitud, 20 de fondo y 11 de altura, apoyado en 9 pantallas verticales, y la emoción se desbordó. El año pasado no pudo acudir a Miribilla y ayer demostró con su voz que el cáncer parece ser ya solo un mal recuerdo. Así lo demostró, con el apoyo de la guitarra, la mirada y la sonrisa cómplice de su pareja y miembro de Zea Mays, Piti, cuando amenazó con romper su garganta –“elektrizatea banaiz” aulló– en el final de Elektrizatea.

El coro, situado a ambos lados de la BOS, que se acomodó en el escenario en cinco niveles, al modo de un anfiteatro que permitía la visión de cada músico y secciones de la orquesta, también pidió protagonismo a Xabi Camarero, de Urtz, cuando cantó su mítico Kaixo!, con el público interactuando y respondiendo al músico. Caliente ya el BEC, Iñigo Etxezarreta, de ETS, bajó las revoluciones con su oda amorosa Heldu da garaia, que cogió brillo en su crescendo final apoteósico. Y en el mismo tono calmo llegó el relevo con el Paris de Izaro, con las pantallas viajando a la capital francesa y Notre Dame.

Concierto de Zea Mays en 'Ura bere bidean'

Concierto de Zea Mays en 'Ura bere bidean' Sandra Atutxa

De París a África

Y como en el juego de la oca, de una joven estrella euskaldun a otra. El viaje propuesto por Tom, de Bulego, fue a África, medio rapeando y con la orquesta juguetona en sus arreglos caribeños y africanos al interpretar el clásico de Zarama Iñaki, zer urrundu dagoen Kamerun. La sorpresa llegó al final, con la aparición de Roberto Moso y el cierre del tema a dúo. Nueva tirada de dado… y otra joven emergente en escena, la jovencísima Maren, que evocó la belleza de su bisabuela en la fugaz pero emotiva Katalintxu.

Gatibu acabó con la tranquilidad desde los primeros compases de Euritan dantzan, con la presencia en primer plano de la BOS y el coro. Ambas compitieron con Alex Sardui, que lideró con su voz y bailes una fiesta disco ochentera –paraguas colgantes incluidos– con bailes y palmas, mientras el vocalista animaba al son de “dantzan kalie”. El sudor se secó con el folk sinfónico de Gaztelegatxe, que compartieron los cantantes de Shinova y Mabü, y la gente rendida ante el himno de Oskorri.

Y las tonadas folk prosiguieron con Argia, con el siempre convincente Mikel Urdangarin, y la romería de AMAK, que hizo vibrar al BEC con una mezcla de pop, triki y orquesta al ritmo de clásicos como Bexamela o Txanpon baten truke, antes de que Anje Duhalde cantara Bakezaleak, con las cuerdas y metales de la BOS pidiendo espacio entre aires rockeros.

Tras la dulzura al cuadrado de Izaro, que repitió con Errefuxiatuena, la BOS tuvo un guiño para el “el maisu” Kepa Junkera y su irresistible Bob–Espok, con presencia alta del coro y la imagen del trikitilari proyectada recibida entre calurosos aplausos. El vocalista de Bulego ofició de transición con su juvenil y bailable Kantu bat para un final de velada apoteósica y marcada por los ritmos rockeros.

La inició Aitor Gorosabel, de Su ta Gar, quien, apoyado en su guitarra eléctrica, garganta heavy y el agresivo fuego en las pantallas, incendió el pabellón con Mari. Cedió el testigo a su hermano Aitor, alias Norton, líder de EH Sukarra, quien aceleró el ritmo rockero con su himno homónimo, en un diálogo fructífero entre cuerdas, cambios de ritmo y los “lalala” finales del público. El bis llegó con la pausa de Urdangarin y su estremecedora versión de Nere herriko neskatxa maite, de Lertxundi, antes de que el BEC pareciera hundirse con Negua joan data, con ZeaMays, y la repetición orquestal y bailable de Gatibu con Aske maitte, con la batería dominante y épico final. El segundo bis fue para la orquesta y el coro, que recuperaron, como declaración de principios, los himnos Aitormena (Hertzainak) y Lau teilatu (Itoiz), que fueron cantados por el público de la primera a la última estrofa.