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Un ajuar bilbaino en manos privadas

Se venden en subasta un óleo sobre lienzo y dos tapices que pertenecieron al antiguo Palacio de la Quintana, ubicado junto al actual ayuntamiento de Bilbao hasta el año 1896

Un ajuar bilbaino en manos privadas

Parte del ajuar artístico de aquellos palacios inmemoriales que poblaban Bilbao en la Edad Moderna siguen conservándose hasta la actualidad fuera de los museos. Se trata de piezas que pasan de generación en generación, custodiadas por la herencia familiar, hasta que alguien decide desprenderse de ese legado y pasan a formar parte de una colección privada. La semana pasada, la casa Abalarte Subastas, ubicada en Madrid, vendió tres piezas de “gran valor” para el patrimonio vizcaino que responden a esta descripción. Así lo considera Alberto Fernández-D’Arlas, presidente de la agrupación Áncora, sobre el lienzo del pintor Nicolás Antonio de la Cuadra (se vendió por su precio de salida, establecido en 5.000 euros) y los dos tapices de lana y seda (vendidos por 10.000 euros cada uno) provenientes del Palacio de la Quintana, ubicado junto al ayuntamiento de Bilbao hasta que se derribó en 1896.

Las tres piezas fueron parte del mobiliario decorativo de la mansión, de estilo barroco clasicista, flanqueada por torres a ambos extremos. Próximo al emplazamiento actual del consistorio -los dos edificios en pie apenas convivieron cuatro años ya que el ayuntamiento se inauguró en 1892-, sirvió de baluarte para la defensa de Bilbao durante los sitios impuesto por el ejército carlista. Una vez que fue reducido a ruinas, se derribó para ampliar la carretera a Begoña. “Los escudos que presidían la fachada principal del palacio están en el claustro del Museo Vasco de Bilbao”, cuenta Fernández-D’Arlas sobre las armas de Marquina-Larragoiti y Trauco-Mendieta, lo que considera que es un indicativo del interés que en algún momento despertó el palacio para las instituciones vizcainas.

MODO DE VIDA DE LA ÉLITE

Los lotes que ahora se han vendido fueron reunidos por José de la Quintana (1680-1750), quien desarrolló su carrera comercial en Argentina, siendo nombrado diputado general del Señorío, Secretario de Estado y miembro del Consejo y Cámara de Indias durante el reinado de Felipe V. “Fue una personalidad del momento. Los objetos vendidos reflejan cuál era el modo de vida de estas élites”, asevera el presidente de Áncora, quien considera que los lotes poseen “un singular valor por su vinculación histórica con el territorio de Bizkaia”.

Según la información recabada por Fernández-D’Arlas, cuando se destruyó el palacio a finales del siglo XIX, la familia mandó el conjunto de muebles y enseres que conservaba a otro palacio ubicado en Larrabetzu. “Todo esto lo hereda, a mediados del siglo XX, doña Carmen Londáiz de la Quintana. A partir de ahí se pierde su rastro”, explica el presidente de Áncora, cuya pretensión es llamar la atención sobre el interés artístico y patrimonial de las obras para Bizkaia.

De hecho, con ese objeto, asegura que se pusieron en contacto con varias instituciones vizcainas para advertir sobre la venta y tantear la posibilidad de recuperar los objetos para el patrimonio cultural local. “Entendemos que los precios de los objetos no son especialmente bajos y puede haber otras prioridades. Son las instituciones las que lo tienen que valorar”, indica el responsable de la asociación, que no es la primera vez que advierte a las instituciones de que se están realizando este tipo de ventas. De hecho, cuenta que hace unos años consiguieron que el Museo de las Encartaciones adquiriera un lienzo perteneciente a un convento de la comarca.

LAS PIEZAS VENDIDAS

Nada se sabe de los compradores de las tres piezas pertenecientes al palacio bilbaino más allá de que son particulares. El lienzo de Nicolás Antonio de la Cuadra (1663-1728), nacido en Muskiz, Regreso de los hermanos de José a Canaány figura en el inventario del Palacio de la Quintana, redactado el 7 de julio de 1750, a la muerte de su propietario. Según Fernández-D’Arlas, hay diversos museos locales que cuentan con obras de De la Cuadra debido al valor de sus obras. “Formado en Madrid, recogió la influencia de los maestros cortesanos de su tiempo, estableciéndose en Bilbao a principios del siglo XVIII, donde desarrolló una intensa actividad como pintor y agente artístico”, apunta.

En cuanto a los tapices flamencos, que se han vendido por 10.000 euros cada uno, fueron tejidos en Bruselas en el siglo XVII. “Son piezas decorativas rodeadas por exuberantes cenefas de frutos, que representan pasajes de la historia antigua y asuntos mitológicos. Formaron parte de una serie más amplia con diez paños o escenas”, relata el presidente de Áncora, asociación consagrada a la conservación de bienes culturales.