María Goiricelaya se siente afortunada por estar de vuelta con Madre coraje/ Ama kuraia. Su segunda casa, el escenario, le acogió con los brazos abiertos el 5 de octubre para retomar este proyecto que lo recordará por ser el que marcó un antes y un después en su carrera profesional. Madre coraje de Bertolt Brecht vuelve con más fuerza que nunca al Teatro Arriaga después de que en marzo la producción dirigida por Goiricelaya tuviese que ser suspendida a tan solo cuatro días de su estreno por motivo del coronavirus. Después de siete meses y con todas las medidas de seguridad, el público podrá disfrutar del 22 al 24 de este mes de las sesiones en euskera mientras que del 29 al 1 de noviembre podrán hacerlo en castellano.

¿Cómo ha sido la vuelta?

—Empezamos el día 5 de octubre y ha sido ilusionante porque todo el equipo es consciente de lo que ha pasado a nivel mundial y volver a estar juntos de nuevo es un regalo. Cuando nos dijeron que nos confinaban me llevé un berrinche. Estaba muy triste porque tenía muchas ganas de que se estrenara Madre coraje y todos estábamos con mucha la ilusión. Fue duro.

El Teatro Arriaga está haciendo un gran esfuerzo por recuperar las funciones.

—Sí, además me siento privilegiada porque el equipo ha venido a darlo todo. De hecho, había espectáculos que venían después que se han caído y no han podido ser rescatados.

¿Ha sido difícil volver a reunir a los actores?

—Han hecho un esfuerzo muy grande en cuestión de agendas porque todo lo que tenían por detrás se ha ido moviendo y han decidido dar lo mejor de sí para que podamos estar todos otra vez. En Madre coraje se habla de otro tipo de guerra, pero no dejan de ser personas y humanos luchando contra algo, como está sucediendo en esta pandemia. Hemos vuelto con todo el poderío que nos permite la situación y con todas las ganas de compartir los espectáculos. Además, nosotros jugábamos con la ventaja de que nos quedamos a cuatro días de estrenar y la vuelta no ha sido un montar, sino un recuperar.

La situación de ahora es muy diferente a la de marzo. ¿Qué medidas de seguridad están llevando a cabo?

—Antes de comenzar los ensayos se tuvieron que hacer una PCR. Todo el mundo dio negativo y volverán a hacerse otra antes de estrenar. El Teatro Arriaga está siendo muy escrupuloso con las medidas de seguridad. Los actores ensayan con mascarillas, han reducido su vida social y muchos de ellos están de la sala de ensayo a casa y de casa a la sala de ensayo, porque a nada que uno dé positivo no se puede estrenar.

¿Con qué dificultades os estáis encontrando?

—Los actores están sufriendo, aunque en los ensayos estén dando el 100% es evidente que con una mascarilla la voz suena de otra manera, es opaca€ Además, en Madre coraje cantan€ También hemos tenido que duplicar algunos elementos, incluso triplicarlos, de attrezzo, porque no pueden pasar de mano en mano o de boca en boca.

¿Han tenido que hacer algún ajuste?

—Estamos todo el día ajustando cosas porque los protocolos cambian día a día. El mayor ajuste es que hemos perdido físicamente a la coral dentro del escenario. Teníamos al coro Euskeria, que son 15-30 jóvenes, pero hemos tenido que adaptarlo.

¿De qué manera lo han hecho?

—El fin de semana estuvimos haciendo una sesión de audiovisuales.

La tecnología nos ha ayudado a sobrellevar la pandemia. ¿Se han planteado hacer teatro 'on line'?

—Con Madre coraje no y lo evitaré siempre que pueda. Me apena profundamente porque soy muy fan del vivo y del directo, y me parece que el teatro es algo que no se puede sustituir. Evidentemente me adaptaré porque entiendo que las cosas tienen que evolucionar, pero si a partir de ahora hay que consumir teatro de esta forma, porque es la única manera de que subsista, pues me sumaré. No obstante, remarco que siempre defenderé el directo.

¿Cree que se transformará la forma de hacer teatro?

—No sé si se transformará. Creo que soy demasiado optimista, pero yo quiero volver a la antigua normalidad. Mis ganas están puestas en que no haya que reinventar el teatro porque amoldarlo a las nuevas tecnologías para que lo consumamos de otra forma, a mí particularmente no me mueve.

¿Tenía algún proyecto que se haya caído?

—Estábamos con la gira de Harri orri har/El patio de mi casa que también se paralizó y ahora se están retomando todos los proyectos. Yo he tenido la suerte de que he podido recuperar cosas, pero tengo amigos en condiciones muy precarias. Hay gente que desde marzo no se sube al escenario.

¿Es optimista con los proyectos futuros?

—Ya tengo la mirada puesta en el año que viene porque tengo proyectos en marcha.

¿Qué mensaje le gustaría mandar?

—Lo que ya se está pidiendo. Más ayudas, que no digo que no las esté habiendo porque el Gobierno vasco activó enseguida un plan, Diputación también€ las instituciones están dando pasos al frente y están intentando salvar el sector, pero creo que toda ayuda es poca.

Además, durante el confinamiento nos dimos cuenta de que la cultura era necesaria.

—Hubiese habido una hecatombe si la cultura no hubiese existido durante el confinamiento. Es necesaria, por eso cualquier hueco que haya para poder insuflar un poco de aire, o cualquier tipo de mejorías a las compañías y actores es muy bienvenida. Es un momento muy crucial a nivel humano para juntarnos los compañeros y ver cómo nos reinventamos y nos ayudamos. Les veo y solo quiero intentar sacar trabajo o inventarme cosas con ellos para poner la maquinaria a punto y que podamos pagar las facturas, que no creo que la gente esté pidiendo mucho más. La pandemia nos tiene que enseñar a ser más solidarios y a vivir de forma más austera, pero a vivir de la mejor manera posible.

"Espero que no haya que reinventar el teatro porque amoldarlo a las nuevas tecnologías no me convence"

"Hubiese habido una hecatombe si la cultura no hubiese existido en el confinamiento. Es necesaria"