- La última vez que le vi, cara a cara, fue en una calle de Bilbao, y no solo me mostró sus inquietudes con la debida vehemencia, inherente a su espíritu algo intranquilo, sino que me explicó sus proyectos. No fue hace demasiado tiempo. Siempre estuvo “yendo” hacia algún lado, y todos los sitios a los que iba tenían que ver con la gente, con el rigor de sus vidas, con las preocupaciones e injusticias que convierten las vidas en “valles de lágrimas” en muchas ocasiones… pero él no era hombre de oraciones, rezos ni jaculatorias, sino de exigencias porque las vidas de todos han de ser igualmente difíciles e igualmente dignas. Era un abanderado de la igualdad, de la justicia y de la dignidad.

Socialista, sindicalista, ugetista y gran amigo, que me solía dar las bienvenidas llamándome “hermano”. Y después de usar tan dulce apelativo comenzaba su retahíla de descontentos (en los que coincidíamos), las denuncias de hechos injustificados de nuestras vidas (en los que coincidíamos), las soluciones a los problemas que nos hacían extremar las exigencias (en los que también coincidíamos) y, por fin, un vinito que siempre nos daba pie para hablar de cosas más livianas y distender las posibles tiranteces que hubieran podido surgir en los debates previos. Hasta aquí lo personal, nuestra relación de amigos que siempre fue tan divertida como enriquecedora.

Pero Koldo era mucho más que eso: fue un luchador permanentemente en conflicto, porque quien se compromete por los demás siempre debe estar así. Lo estaba representando al PSE como concejal en lugares difíciles para la débil implantación de sus siglas (en Berriz o en Elorrio), donde ser socialista, y proclamarlo, requiere arrojo y valentía. Ambas propiedades las tenía para “empujar” al PSOE hacia la izquierda política e ideológica desde la Izquierda Socialista del PSOE, a la que aún no sé si habrá tenido tiempo de adscribirme junto a mi amigo Pedro Vigara (que quedó admirado de sus características el mismo día en que se lo presenté). Y lo estaba para acudir todos los lunes a reivindicar unas pensiones dignas frente al Ayuntamiento de Bilbao.

Y más… Fue un luchador siempre atento ante las injusticias, ante las desigualdades, siempre dispuesto a luchar para que nadie sufriera más de lo imprescindible, de lo inevitable… De carácter grave y voz potente (como sus convicciones), el virus le ha llevado por delante y nos ha dejado a los humildes y normales más desprotegidos.

Permítanme una digresión ahora que ya todo es irreparable: si el virus hubiera sido algo visible, un objeto perceptible y valiente, mi amigo Koldo le habría derrotado y le habría mandado a la “putísima mierda”… porque Koldo siempre fue, aparte de un buen amigo y compañero socialista, un irreductible.

“De carácter grave y voz potente, el virus le ha llevado por delante y nos ha dejado a los humildes y normales más desprotegidos”

Era un hombre de exigencias y por encima de todo un abanderado de la igualdad, de la justicia y de la dignidad