Bilbao - Pasear entre los estands de la mayor plaza de la cultura vasca permite contemplar que la cantera de escritores euskaldunes deja espacio a autores universales como Emily Brontë, Franz Kafka, Natalia Ginzburg, Ryszard Kapuscinski y, desde esta edición, incluso Simone de Beauvoir. La Azoka de Durango es una ventana abierta al mundo desde donde miran aquellos lectores que desean ser parte de la cultura universal a partir de su propio idioma. Los editores acuerdan que no se traduce al euskera tanto como se debería, debido a los elevados costes que conlleva así como a la ley de la oferta y la demanda que regula el mercado. Sin embargo, siguen apostando por la literatura traducida, en sintonía con su compromiso cultural con la lengua. Algunas editoriales han dado en la tecla con la apuesta por el ensayo feminista, cada vez con más adeptas. Ahora, incluso es posible leer a Silvia Federici en euskera antes que en castellano.

“Los autores como Kafka o Camus son tan euskaldunes como los demás cuando están traducidos”, asevera Inazio Mujika, editor de Erein. En la misma línea, Xabier Mendiguren, quien considera que todo autor es parte de “nuestra cultura universal”, apunta que “un lector en castellano no se pone a pensar que Pérez Reverte escribe para él porque lo hace en castellano y, en cambio, Paul Auster, no”. Por ese motivo, Mujika afirma que “la traducción no es un género literario aparte, ni un género nuevo”. En ese sentido, indica que deberían eliminarse algunos de los prejuicios existentes, máxime cuando los traductores al euskera, muchos de ellos también escritores, son tan buenos. Mendiguren suscribe: “La gente tiene en mente que las obras traducidas al euskera son un poco más difíciles de leer, más exigentes desde el punto de vista lingüístico”.

Gran variedad ¿Qué obras universales se pueden encontrar en euskera? “Este año hemos traducido Ene herri txikia, de Gaël Faye. Tenemos desde Herman Melville hasta Alice Munro o Elena Ferrante, pasando por François Villon, un autor de hace seis siglos”, indica Xabier Olarra, editor de Igela, cuyo catálogo alberga unos 150 títulos traducidos, 25 de ellos junto con Erein. Dentro de esa colaboración en la que participan EIZIE y el Gobierno vasco este año se han publicado Gerra garaiko ametsak, de Nüg?gï? wa Thiong’o, o Aldibereko, de Ingeborg Bachmann. Entre las novedades de Elkar, Mendiguren cita Lisboako setioaren historia, de José Saramago, y Gauez harrizko zubiaren azpian, de Leo Perutz.

Con una trayectoria mucho más breve, la editorial Katakrak viene pisando fuerte en el terreno de la traducción. “Tenemos 17 libros traducidos al euskera”, afirma Nerea Fillat, editora de la casa que comenzó su andadura en diciembre de 2016. “Nuestra apuesta es la de publicar libros traducidos de otros idiomas, tanto en ensayo como en la colección de narrativas del mundo, en la que sacamos dos libros anuales”. En dicha colección, por ejemplo, se pueden encontrar novelas como Den dena nahi dugu, de Nanni Balestrino, o Kristo fusilarekin, de Ryszard Kapuscinski, “que hasta ahora no había hablado en euskera”.

Los editores revelan que en la mayoría de ocasiones no hay un criterio establecido para decidir qué traducir. “Buscamos cosas que puedan funcionar en euskera, el sexto sentido editorial a veces te dice que aunque haya cosas interesantes no van a tener éxito”, dice Mujika. Siguiendo ese olfato se animaron a traducir La trilogía del Baztán, de Dolores Redondo. Erein también cuenta con la colección Launak, compuesta por “libros cortos pero muy impactantes”: Metamorfosia, de Kafka; Arrotza, de Camus; o Bartleby eskribatzailea, de Melville son ejemplo de ello. Su propósito es que “los jóvenes, de hasta 99 años, puedan leer en euskera lo que un lector joven también puede leer en castellano”. Mendiguren, quien admite que Elkar no tiene una línea clara, afirma que buscan “autores de calidad contrastada y que tengan un interés general”. En esa línea, todos los años publican una novela del premio Nobel de Literatura; la última fue Egunaren hondarrak, de Kazuo Ishiguro.

“Los libros interesantes de literatura internacional que se publican al año son cientos, miles. Al euskera solo se traducen algunos”, indica Xabier Mendiguren, quien afirma que “se debería traducir mucho más”. No obstante, señala que cuentan con un hándicap muy grande para ello. “Cualquier obra tiene gastos de imprenta, corrección, maquetación, diseño, derechos de autor... pero una obra traducida tiene un plus que es pagar la traducción”, señala el editor de Elkar. Por una parte, expone que es más gravoso y, además, aunque haya excepciones, normalmente se vende menos una obra traducida que una escrita originariamente en euskera, aunque tenga una calidad contrastada.

Xabier Olarra utiliza un ejemplo práctico para explicar esta desventaja. “A un autor que se publica en su idioma original se le paga un 10%, lo que supone dos euros de un libro que cuesta 20 euros”, indica. Teniendo en cuenta que una primera edición en euskera puede tener una tirada de 1.000 ejemplares, “si la traducción de un libro de 300 páginas cuesta 6.000 euros, el coste del libro es muy grande”. Ello supone que el traductor puede llevarse más que un autor. “Pero porque ese trabajo lo cuesta, no por capricho. Para traducir 300 páginas puedes necesitar seis meses, lo que implica que solo cobras 1.000 euros al mes”, evidencia el editor de Igela.

Ensayo feminista En ese contexto, tratar de rentabilizar un libro traducido al euskera es una misión casi imposible. Atentos a las corrientes y los intereses de la sociedad, en Katakrak han apostado “fuerte” por traducir al euskera “ensayo político en general, de temas que en este momento tienen incidencia en nuestro entorno”, señala Fillat. “Hacemos una apuesta clara por algunas autoras feministas, como Angela Davis o Silvia Federici. El libro de Mundua berriz liluratuz, de Federici, que salió en diciembre de 2018, aún no está en castellano y nosotros lo sacamos en marzo. La colaboración constante con ellas nos permite hacerlo”, expone la editora, quien concreta que a través de la publicación de ensayos en euskera, “una práctica no tan extendida”, pretenden responder a las preguntas que intuyen en su entorno.

Desde el espacio de la editorial que también publica a Leslie Feinberg o bell hooks en euskera, Nerea Fillat afirma que ven “a muchas lectoras jóvenes de ensayo”. Esa observación es compartida también por Xabier Mendiguren: “El público lector es sobre todo femenino desde hace años. Y el feminismo no es solo que esté de moda, sino que está cambiando el mundo y nuestras conciencias. Eso tiene un reflejo muy claro en el mundo de la edición”. De hecho, Elkar posee una colección que bajo el nombre de Eskafandra publica los clásicos del pensamiento feminista. “Este año publicamos Bigarren Sexua, de Simone de Beauvoir, una obra que ha marcado un antes y un después en el pensamiento occidental”, señala el editor.