Los robots tridimensionales de Kraftwerk aterrizaron ayer en el BEC
Los alemanes y los indies británicos Foals lideraron la primera jornada de un BIME Live con elevada presencia vasca
bilbao - De la experimentación a la electrónica, el pop más clásico, el post-rock, el baile indie o la canción de autor política. De todo hubo ayer en la primera sesión de BIME Live, en un BEC que acogió a varios miles de personas. Los legendarios Kraftwerk y los indies Foals lideraron la velada, que contó con una elevada presencia vasca con Aitor Etxebarria, First Girl on the Moon y Amaia.
La primera estrella fue el pionero grupo electrónico alemán Kraftwerk. Aunque ya habían mostrado su show 3D en el Guggenheim hace años, su fusión de experimentación visual y sonora, y su mezcla de pop clásico y baile sintético transformaron su presencia en el BEC en otra clase magistral liderada por Ralf Hütter, único superviviente del grupo original.
Junto a sus colegas actuales, hiératicos ante sus teclados y secuenciadores, como robots sin unidad de carga e incapaces de desplazarse, repasó clásicos como Numbers, Computer world, The model, Autobahn, Radioactivity, The robots y Trans-Europe Express, con un sonido preciso y limpio, y el refuerzo de deslumbrantes proyecciones tridimensionales (autopistas, ferrocarriles, números, naves que aterrizaban en el BEC, computadoras, ciudades industriales...) que se siguieron con unas gafas especiales y convirtieron la cita en un lujo para los sentidos.
El viernes se convirtió en sábado con Foals, el grupo de Oxford liderado por su carismático y barbudo cantante y guitarrista, Yannis Philippakis, que puso a bailar al respetable con una inteligente retrospectiva de su carrera (tiene ya temas de impacto inmediato para ello) y la presentación de su último proyecto, Everything not saved will be lost, dividido en dos discos.
El cuarteto, con su líder alternando riffs y solos al mástil y micrófono, estrenó sus canciones más actuales, de poso rockista y eléctrico como The runner a otras más saltarinas y bailables, como Wash off y la rompe pistas In degrees, esta con ecos evidentes al universo sonoro de Talking Heads. Y las contrapuso a temas antiguos y ya referentes, como Mountain at my gates o My number, cuyas guitarras líquidas, estribillos molones y ritmos marcados pusieron a bailar al BEC. A la hora de cerrar esta edición se esperaban himnos con Inhaler.
arranque vizcaino Arranque vizcaino La puesta del largo del festival resultó doble, ya que los vizcainos First Girl on the Moon fueron los primeros en subir al escenario y, además, resultó su primera aparición pública. Al frente, a la voz y guitarra, Juan Carlos Parlange, ex Los Clavos y Bonzos. Con Eneko Cepeda a los sintetizadores y guitarras presentó su debut, Scars, un disco en el que Parlange olvida su pasión punk y melódica por Ramones y The Clash, para abrazar el post punk oscuro, tamizado de electrónica, rock y kraut alemán en canciones como RNR o la maquinal Tiger blood, que animaron a la audiencia, aún escasa, a pesar de unos ritmos excesivamente reiterativos y lo estático de su puesta en escena.
Al emergente grupo británico de post-punk Do Nothing, liderado por vocalista Chris Bailey, no pudimos verlo porque se solapó con Aitor Etxebarria. El gernikarra, ubicado en el adecuado y cómodo escenario Antzerkia, confirmó su renuncia a su alter ego electrónico, El_Txef_A, y, como ya avanzó la banda sonora del documental Markak, bajo su liderazgo desde los teclados, logró conmover con remedos de instrumentales y canciones (recitadas y gritadas en su mayor parte) que fluctuaron entre el minimalismo, la crudeza guitarrera del noise y pasajes en cascadas crecientes asociadas al post-rock. Un set intensísimo, entre la caricia y el ruido, la crudeza y el vacío sonoro.
política y POP Política y pop Para algunos fue una sorpresa encontrarse con Enric Montefusco a media tarde en sustitución del dúo Phantogram, que ha cancelado su gira de este año. Adalid indie desde las filas de Standstill, el catalán ha destilado en solitario la deriva que ya mostró en los estertores de su banda, apostando por aires de canción popular y folk indie de corte social y político. De “malestar y mierda”, según él. Presentó su último disco, Diagonal, y se mostró, según sus propios versos, “sin patria, sin rey... sin premio, sin precio”. Y salvaje artísticamente, con apoyos de metales y violín, y muy ácido en letras como las de la enorme Himno de Europa o la irónica Hermosa España (en la que unió a Franco, Paquirrín y Berlanga, y dijo que gusta mucho en Cataluña), con aires de vals de pandereta.
Dejamos el concierto de Enric a medias para asistir al estreno en directo en Bizkaia de Amaia Romero, ganadora de OT. Fue la rara del concurso y, por ello, tiene hueco en festivales como el BIME, de corte alternativo. En un escenario tan florido como un jardín y secundada por un cuarteto muy joven y paritario, con guitarrista y teclista femenina, la navarra confirmó en el inicio de su concierto que su música es tan ingenua, adolescente, natural y cristalina como ella misma. El pop de Quedará en nuestra mente, El relámpago o Javier (con ella al piano, en el centro del escenario y sobrada de voz) sonó sin complicaciones y cristalino en el primer lleno de la noche, desatando emociones intensas y hasta alguna lágrima. La llamada de Kraftwerk evitó que oyéramos sus versiones de Los Fresones Rebeldes, Cecilia y La Buena Vida.
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