ACHÚCARRO y su viaje por tres siglos de algunos de los mejores compositores de música clásica de la historia no defraudó a nadie. Tanto es así que fueron muchos los que al finalizar la masterclass que el compositor vizcaino ofreció en el Palacio Euskalduna, con motivo de su 20 aniversario, mostraron su deseo de repetir experiencia. “Magnífico, es magnífico”, repetían. Las curtidas y habilidosas manos del maestro Joaquín Achúcarro encandilaron a un público entregado y que llenaron el auditorio, el perfecto escenario para disfrutar de la música. “Achúcarro no toca el piano, tiene el don de acariciarlo y de conseguir que todos vibremos”, apuntó Aroa Montero, de 15 años y que desde los 5 toca el piano.
Un cálido aplauso recibió al maestro en el escenario donde le esperaba su fiel compañero de viaje. De pie el maestro destacó que su intención con esta iniciativa es atraer a la gente joven al mundo de la música clásica: “No sé si sabéis a lo que habéis venido. Yo pensaba que esto, que yo creo que ni es un masterclass ni es un concierto, podía ser un anzuelo para los que creen que la música clásica es una cosa esotérica que no se puede entender”. Para ello, Achúcarro realizó un recorrido por tres siglos de historia de la mano de algunos de las obras de los más grandes compositores, de genios. “No están todos los que son, pero son todos los que están”, concretó.
Recién llegado de Japón el maestro, sin necesidad de partituras, interpretó nueve obras, entre las que no faltaron Fuegos artificiales, de Debussy; Onazez, de Padre Donostia; Danza del Fuego, de Manuel Falla, y Colonesa heroíca, de Frédéric Chopin, entre otros. Achúcarro también interpretó el himno del Athletic para, con su particular sentido del humor, explicar a los asistentes de la masterclass la sonoridad de esa obra y la combinación entre la tónica, dominante y subdominante. “Para muchos jóvenes la tónica les sonará a esa bebida que se mezcla”, soltó con una sonrisa pícara. Inmediatamente el maestro recuperó posición frente al “animal sagrado” -tal y como denomina al piano- para interpretar la obra General Lavine de Debussy.
Irati Gañan toca la viola y su amatxu, Susana Rodríguez, el piano. En casa la música no falta nunca, disfrutan escuchando música clásica. “Para nada es aburrido. Al principio, cuando no lo conoces te lo parece, pero se trata de meterte en el mundo. Una vez que lo descubres te engancha”, destacó esta familia que celebraron el cumpleaños de Manu, el aite, en el Euskalduna.
Para el joven Gorka Ortega, el recital que ofreció ayer Achúcarro en el Euskalduna fue todo un lujo que debería repetirse más a menudo. “Es una manera de acercar la música en general, y la clásica en particular a los más jóvenes. No es tan aburrido como se cree”, destacó.
De hecho ese fue el principal objetivo de esta aventura bautizado como el planeta Achúcarro organizado con motivo del cumpleaños del Euskalduna. En el escenario el maestro estuvo acompañado de un grupo de estudiantes de la Coral de Bilbao que siguieron con atención las explicaciones y las obras que ofreció el artista. En la primera fila, una niña no dejaba de mover los dedos de las mano mientras seguía con atención el ritmo con el que el pianista bilbaino se deslizaba por el teclado. “Es espectacular la habilidad que tiene. Achúcarro es ejemplo de dedicación y sacrificio. Esos elementos son claves para poder dedicar una vida entera a la música”, apuntó Javi Montero.
Sorteando la gripe Además de su gran destreza en el piano, Achúcarro demostró contar con una gran habilidad como comunicador. Con gran naturalidad robó más de una carcajada al público y logró realizar alguna pausa cuando tuvo que sacar del bolsillo un pañuelo blanco. “Desde que he vuelto de Japón estoy sorteando la gripe. Si en vez de pianista llego a ser cantante este concierto no se habría celebrado”, lanzó con chispa. Según confesó Achúcarro intenta no pensar que está frente a un escenario lleno de gente sino que habla pensando que delante tiene a un niño a quien le dice todo lo que se le ocurre. “El himno del Athletic ha gustado, ¿verdad?” preguntó a los periodistas tras finalizar el concierto. El viaje al planeta Achúcarro, ese que está lleno de melodías vibrantes, conquistó a grandes y pequeños. “Lo difícil era preparar algo que tuviese una lógica. Espero que la música clásica guste un poco más”, concluyó.