Bilbao - Avalado tanto por la crítica como por compañeros como Radiohead, Beyonce, Drake, Joni Mitchell o Kaney West, el británico James Blake, una especie de Isaac Hayes o Marvin Gaye de la era digital, acaba de regresar con un cuarto disco, Assume form (Polydor), en el que su melancólico, personal y elegante soul sintético se abre a terrenos urbanos, el r&b y el hip hop en canciones más alegres alentadas por “el amor puro” hacia su pareja, la actriz Jameela Jamil, que parecen enterrar sus anteriores periodos depresivos.

El rey del soul digital, titulamos la crónica sobre su anterior disco, The colour in anything, en 2016. Blake, que ya se hizo con el cetro de príncipe con su segundo trabajo, el mágico Overground, es uno de los músicos de moda del último lustro gracias a la elegancia y melancolía onírica que desprenden canciones como Retrograde, I need a forest fire o The wilhelm scream. Soul doliente y circuitos, clasicismo y contemporaneidad conviven en ellas, repertorio que ha supuesto ya una influencia para Jack Garratt o Låpsley, entre otros artistas.

La música siempre resultó una obsesión para Blake, un tipo altísimo, de aire apocado y lánguido que reconoció que siempre se sintió “solitario aunque estuviera rodeado de amigos”. Sus discos y una relación con Theresa Wayman, del grupo Warpaint, le fueron abriendo al mundo y a que su música, creada en solitario, fuera enriqueciéndose con la ayuda de Justin Vernon (líder de Bon Iver), Rick Rubin, Brian Eno, RZA, Kendrick Lamar, Chance The Rapper, Frank Ocean...

Blake es otro en 2019, como demuestra su esperado cuarto disco, Assume form, en el que se abre a múltiples colaboraciones y nos presenta al sadboy (chico triste) del soul electrónico más alegre, ilusionado y con una apertura de su sensual y onírico paisaje sonoro característico a territorios ligados a nuevos colores y texturas, principalmente negros, a través del r&b, la música urbana y el hip hop.

El amor La presentadora de televisión y actriz Jameela Jamil, su pareja actual, parece haber sido fundamental en el cambio de Blake y de su música, en la que el amor fluye por sus surcos y circuitos, junto a descarnadas confesiones sobre cómo ve el joven británico problemas como la salud mental o la masculinidad en 2019. Y lo hace a cara descubierta desde su portada, sin ilustraciones o diseños atmosféricos como antaño.

“Asumiré mi forma, dejaré el éter, estaré fuera de mi cabeza, seré tocable por ella”, canta Blake en la canción que da título al disco y en la que indica que será capaz de “sentirlo todo”. Blake vuelve real y físico, asumiéndose y dando las gracias a su pareja, a la que dedica canciones como Can’t believe the way we flow y Are you in love?, ejemplos manifiestos de su visión más alegre e ilusionante de su vida actual, con ritmos más marcados y urbanos.

La primera es “una canción de amor pura”, explicó a iTunes Blake, que destaca “lo simple y comercializado del periodo del romance, aunque también puede ser a veces un momento de paz y tranquilidad”. Todo fluye en la vida de Blake, que se torna dulce en la segunda sobre un marciano efecto de sintetizador y un pitch levísimo, sobre el que canta a la seguridad que comporta una confesión de amor.

Ritmo y exotismo La voz del británico, aguda y angelical, a veces en falsete, alterna su lírica visión baladística al piano y sintetizador, especialmente en Assume form, Don’t miss it (sobre la depresión y la ansiedad, con guiño vocal operístico) y la nana Lullaby for my imsomniac, de sonido catedralicio y solemne, con pasajes más vivos y rítmicos, como la inmediata y melódica Power on, Mile high, cumbre melódica entre el soul y el hip hop con Travis Scott y Metro Boomin, y la urbana y negra Tell them, con su arreglo moruno, similar en exotismo al aportado por la voz de Rosalía en Barefoot in the park y André 3.000 (Outkast) en la formidable Where’s the catch?