Cena de gala en el Museo Guggenheim, entre delicias y maravillas
El Museo Guggenheim celebra su cena de gala el día en que inaugura la exposición ‘De Van Gogh a Picasso: El legado Thannhauser’
THANNHAUSER es un apellido que, para los no muy duchos en la cultura alemana, arrastra consigo reminiscencias del bell canto (¿acaso no es ese el nombre de una afamada ópera de Wagner...?), por mucho que su presencia en la cena de gala anual del Museo Guggenhein celebrada ayer noche (foie al natural, berenjena, makil goxo y té; lubina en un fondo de anchoas y crema de piparrra y un postre hecho con fresas, manzana y helado de alholva, todo ello regado por las bodegas de Marqués del Riscal y el champagne Perrier-Jouët Grand Brut... ¡la bomba!) no tuviese nada que ver con las leyendas mediavales que inspiraron al compositor teutón. En verdad, el Thannhauser que da título a la exposición inaugurada al alimón en el museo -De Van Gogh a Picasso. El legado de Thannhauser- era hijo del marchante de arte judío alemán Heinrich Thannhauser, quien fundó la Moderne Galerie en Múnich en 1909. Desde temprana edad, el mecenas trabajó con su padre en la galería y allí entró en contacto con artistas impresionistas y posimpresionistas franceses a través de las exposiciones organizadas en la galería paterna con regularidad. El Guggenheim Bilbao exhibe, por primera vez fuera de Nueva York, 50 obras de la colección del mecenas Thannhauser en una colección que incluye piezas de 13 maestros de las vanguardias de principios del siglo XX, como Picasso, Degas, Manet, Cézanne o el propio Van Gogh.
La noche sí tuvo, sin embargo, tintes de fábula de leyenda, engalanada entera con muchos fracs y vestidos largos. Patrocina la exposoción la Fundación BBVA que dirige Rafael Pardo, quien acudió a la cena junto al presidente de BBVA, Francisco González, y nombres de peso en la entidad financiera como Carlos Gorria y Susana Rodríguez Vidarte entre otros. Junto a ellos, a la cita acudieron el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria; el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto; Richard Armstrong, director de la Fundación Solomon R. Guggenheim; el director del museo, Juan Ignacio Vidarte; la comisaria de l exposición, Megan Fontanella; Ana Otadui, presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia; Joxean Muñoz, Jon Azua, Pilar Aresti, Rafael Orbegozo, Guillermo Barandiarán, Alfonso Basagoiti, Fernando García Sánchez; presidente de la Fundación Iberdrola; Manuel Ardanza, Teresa de Icaza, Mercedes Borbolla y Javier Andrés, director general de Editorial Iparraguirre.
La noche fue poblándose de parabienes, tanto para las delicias servidas como para los prodigios expuestos. A la cita no faltaron, entre otros muchos, Ibone Bengoetxea, el notario Juan Carlos Isusi, Arrate Ojanguren, Jesús Mari Lazkano, Darío Urzay, Peio Irazu, Ana Elordui, Ainhoa Sánchez, Petra Joos, Javier Ormazabal, Juan Bustamante, Matilde Elexpuru, Javier Chalbaud, Tomás Alonso, Álvaro Díaz de Lezana, Elier Goñi, Herman Díaz del Sel, Javier Font, Juan Carlos Solagaistua, Crisstina Pujalte, Pepa Gandarias; el consejero delegado de IMQ, Miguel Ángel Lujua; Kepa Badiola, Ana Lekue, Txema Vázquez Eguskiza, junto a su hijo Jon, Marta Larrinaga, Juan Mari Irigoyen, José Miguel Barrenetxea, Elena Landecho, Martine Dyrde, Javier Etxenike, Berta Longas junto al doctor José Gallego, Maibe Ruiz Alutiz, Isabel Fica, Claudia Elorriaga, Maite Lastra, Julio Alegría, Mariapi Alza, Frida Bolinaga y un buen puñado de asistentes que vivieron una experiencia singular: el paseo por el jardín de las delcias culinarias y la visita al país de las maravillas artísticas. Dicho así, resulta imposible pensar que alguien saliese de la noche con el ceño fruncido. Era el reino de Jauja.