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Y Springsteen despidió a The E Street Band

El músico rescata en una caja de vinilos los cinco discos y dos EPs de los 80 y 90 que grabó sin su grupo de siempre

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eL desgaste de tantos escenarios compartidos en décadas y la curiosidad artística hicieron que Bruce Springsteen dejara de lado durante una década a su legendaria The E Street Band. No fueron, ni de lejos, sus mejores años pero sí dejaron dos discos imperecederos en su carrera, en absoluto menores aunque de corte introspectivo, como The tunnel of love y The ghost of Tom Joad. Ambos están incluidos en una caja de vinilos editada por Sony que recupera su producción de mediados de los 80 a los 90 en vinilo, incluidos dos EP de difícil localización.

“Quiero que juntéis las manos, los brazos y los culos, para recibir a la banda que hará estremecer vuestras casas, hará que se os caigan los pantalones, impactará en vuestros cerebros, hará temblar la tierra, os hará mover el trasero, os hará sentir como si hubierais tomado viagra, os hará hacer el amor, el grupo más sexy y electrizante, que hace chillar a las mujeres y llorar a los hombres... la Legendaria The E Street Band”.

Con esta arenga desaforada suele presentar Bruce a su grupo en los escenarios. Una banda vital para entender su proyección en el último medio siglo de música popular. Pues bien, hubo un tiempo en el que el de New Jersey se lió la manta la cabeza y la despidió. El documento de aquella época trágica se recoge en Bruce Springsteen: The Album Collection Vol. 2, 1987-1996, caja recopilatoria de vinilos que incluye cuatro álbumes de estudio, otro doble en vivo y dos EP.

La antología llega con las portadas originales, un libro de sesenta páginas con fotografías poco conocidas y noticias de prensa de la época. Y su contenido en algún caso se ha ampliado a dos vinilos para maximizar la calidad del audio. Cronológicamente, el primero de esos discos es Tunnel of love (1987). Tras el éxito de Born in the USA, buscaba hacer algo no tan grande”, escribió el roquero en su autobiografía Born to run (Random House).

La música era “demasiado personal” y decidió prescindir del grupo (sí lo llevó de gira) en una grabación realizada en su estudio casero, en solitario y con el apoyo posterior de Nils Lofgren, Roy Bittan y Patti Scialfa. Es su primer disco de madurez, el del amor y el miedo ante la vida en pareja, el de un roquero compartiendo el hogar. En definitiva, de la búsqueda de la identidad y del paso del tiempo con joyas como la titular, Tougher than the rest, All that heaven will allow o el exitoso Brilliant disguise.

Boda y disgregación La gira de The tunnel... acabó en boda con Patti y en la disgregración de su banda. “Fue doloroso, pero necesitábamos un descanso”, escribió Bruce, que razonó el divorcio temporal en “mi incertidumbre creativa y curiosidad artística”. Como demostraron sus dos discos siguientes, se equivocó. Tras una gira con Amnistía Internacional, editó en 1992 Human touch y Lucky town, quizás lo peor de su discografía.

Discos “sobre relaciones”, son un agujero negro en su carrera, ya que su repertorio ha pasado al olvido. El primero acarrea una producción blanda, exceso de sintetizadores y mucho rock corporativo y tonadas pop insulsas. El segundo se ve realzado al sonar más fresco y espontáneo, con un claro regusto negro y soul. Una exhaustiva selección de ambos en un disco único habría mejorado la imagen gracias a Human touch, la exótica With every wish, el roquero Gloria’s eyes, la suciedad de Better days, la folk Local hero o la emocionante balada If I should fall behind.

La caja incluye un doble vinilo con In concert/MTV plugged, traslación en formato eléctrico de los desenchufados de la cadena de televisión con coros femeninos negros, una banda de mercenarios con Shane Fontayne al frente y un repertorio lastrado al basarse mayoritariamente en su producción reciente, a excepción de los inéditos Red headed woman y el rockista Light of a day, y dos clásicos: Darkness... y Thunder road.

Joya desnuda Esta antología, que incluye también los EP Chimes of freadom (1988, con cuatro temas en vivo) y Blood brothers (1996), concluye con The ghost of Tom Joad, una de sus últimas obras maestras. Fruto del ostracismo popular debido a su desnudez folk y acústica, lo grabó en solitario, con la mente puesta en el precedente Nebraska, el libro de Steinbeck Las uvas de la ira y “viejas historias de raza y exclusión en un país de emigrantes”. Esas historias que “siguen repitiéndose” en el siglo XXI llegan con melodías sencillas, arreglos minimales, armónicas, guitarras acústicas y leves colchones de teclados. Un disco lineal en lo musical pero de elevado contenido lírico y solidario en canciones como Youngstown, Sinaloa cowboys o Galveston Bay protagonizadas por inmigrantes mexicanos y estadounidenses víctimas de la desindustrialización.