barcelona - El superventas Javier Sierra (Teruel, 1971) ha sonado como ganador del premio Planeta desde hace al menos 10 años, pero por fin el pasado domingo se alzó con el prestigioso galardón literario con la novela El fuego invisible, un thriller de intriga, que se centra en la búsqueda del Santo Grial y en el poder de la palabra. “Cada año tengo un problema terrible con mi madre porque me echa en cara que he perdido el Planeta. ¡Pero si yo nunca me había presentado antes! La culpa la tienen mis compañeros periodistas, tanto decir que parto como favorito, que al final he tenido tal presión de mis lectores, que he tenido que presentarme. Ahora, mi madre está muy emocionada, me ha dicho: “por fin, hijo, por fin lo has ganado”, bromeaba ayer Sierra.
El fuego invisible cuenta la historia en primera persona de David Salas, un joven y brillante profesor de lingüística en la Universidad Trinity College de Dublín, que acaba de terminar una tesis editorial sobre el filósofo griego Parménides, quien tenía una curiosa manera de atrapar ideas; desarrolló un método que le llevaba a introducirse en una cueva y quedarse aislado durante varios días. En esas circunstancias, sufría unos estados de trance, en los que recibía la iluminación de los dioses. Esto llama la atención de Victoria Goodman, que es una antigua amiga del abuelo de David Salas, y mueve los hilos para traer al protagonista hasta Madrid. “Victoria es la responsable de un grupo de élite que estudia literatura y en esas reuniones se habla de un libro que les tiene obsesionados a todos: El cuento del grial, de Chrétien de Troyes, una novela del siglo XII, que quedó además inacabada. En ella se cuenta, por primera vez, la historia del grial, pero no se explica lo que es”, señala Sierra.
Lo que parece inicialmente una mera investigación científica se verá complicada al ser asesinado uno de los miembros de este grupo, cuando estaba a punto de descubrir para qué sirve el grial. Así es el arranque de este thriller, que según confiesa el autor, tiene como objetivo entretener al lector, pero también hacerle reflexionar “porque también tiene su punto filosófico”.
A su juicio, la novela es “un viaje que comienza en Madrid y que termina en los Pirineos con un momento de revelación, de éxtasis”. La novela sucede en la actualidad, pues aunque pensó en hacerla histórica, se dio cuenta de que se alejaba del lector contemporáneo. “Yo quería despertar el fuego dentro del lector, sabiendo además que va estimular mucho a los que en algún momento se han planteado escribir, porque recorre los distintos momentos del proceso creativo, toca sensibilidades”, afirma el autor.
Sierra confiesa que ha tardado más de tres años en escribirla y ha recordado que recientemente estuvo durmiendo en León, casi pared con pared con el cáliz medieval de doña Urraca, expuesto en San Isidoro, el cual una investigación asegura que es la copa de Cristo. “Sin embargo, no se trata del grial leonés, sino del valenciano, el que se encontraba en el monasterio de San Juan de la Peña, y que Martín el Humano llevó primero a Zaragoza, Barcelona y finalmente a Valencia”.
La pregunta resulta inevitable: ¿Qué es el grial para Javier Sierra? “Mi grial es la literatura la que me aferro para afrontar las pequeñeces del día a día”, responde.
Sierra, traducido en treinta países, es uno de los escasos autores del Estado, con el barcelonés Carlos Ruiz Zafón, que sabe lo que significa tener una de sus novelas entre las más vendidas de EE.UU. Le sucedió con La cena secreta (2004), donde un inquisidor dominico viaja a supervisar los trazos finales que Leonardo Da Vinci da a La última cena, alarmado ante las herejías que pueda plasmar ese lienzo. En la actualidad, trabaja también en un nuevo formato televisivo para Movistar+ que tendrá como título Hay otros mundos.