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El Bellas Artes amplía su colección con la “primera imagen moderna” del País Vasco

'Vista de Bermeo' es obra de Luis Paret y Alcázar y está considerada una de las mejores obras estatales del siglo XVIII

El Bellas Artes amplía su colección con la “primera imagen moderna” del País VascoFoto: Pablo Viñas

Bilbao - El Museo de Bellas Artes ha dado un paso más en su objetivo de ampliar su colección, y ayer presentó la adquisición de Vista de Bermeo, una obra considerada, según la pinacoteca, como la primera imagen moderna y puramente artística que se conserva de una localidad vasca.

Pintada en 1783 por el artista madrileño Luis Paret y Alcázar, y propiedad hasta ahora de los herederos del coleccionista José Luis Várez Fisa, Vista de Bermeo se encuentra en perfecto estado de conservación y ha sido adquirida por 900.000 euros, un precio que Miguel Zugaza, director de la sala, definió como “muy por debajo” del de mercado, al estar considerada como una de las obras más sobresalientes de la pintura española del siglo XVIII. Zugaza también comunicó que la compra se ha realizado gracias a un préstamo -sin coste financiero gracias al patrocinio de BBK-, por lo que la pinacoteca llevará a cabo en otoño una campaña de captación de nuevos Amigos del Museo y solicitará aportaciones voluntarias a los más de 2.500 que ya lo son en la actualidad.

Junto al director, en la presentación de la obra estuvieron presentes Bingen Zupiria, consejero de Cultura y Política Lingüística del Gobierno vasco y presidente del Patronato de la Fundación Museo de Bellas Artes de Bilbao; Xabier Sagredo, presidente de BBK; y Javier Novo, jefe del Departamento de Colecciones de la pinacoteca.

“Estamos ante el feliz desenlace de una serie de circunstancias históricas”, aseguró Zugaza haciendo referencia a la llegada del cuadro a Bilbao. Pintado sobre cobre y con unas medidas de 60,3 x 83,2 centímetros, Vista de Bermeo es el primer horizonte de Paret del que se tiene constancia y, según explicó Javier Novo, “representa el antaño conocido como cay, que actualmente es el puerto viejo de Bermeo”. Al parecer, el artista se colocó en el lugar en el que hoy se encuentra la escultura de Nestor Basterretxea titulada La Ola, un punto desde el que podía ver ampliamente la villa.

De ese modo, el autor plasmó en esta pieza varios elementos destacados del municipio vizcaino, como la iglesia gótica de Santa Eufemia o las ruinas de la iglesia de Santa María de Atalaya, es decir, las construcciones principales de la villa marinera a finales del XVIII. Esta representación de Bermeo, con un cielo en calma de fondo, formaba pareja con otra vista del mismo puerto en plena borrasca. Ambas fueron sustraídas por las tropas napoleónicas durante la invasión del Estado, y aunque la adquisición del Bellas Artes pudo ser recuperada, la segunda sigue desaparecida.

Por ello, el director del museo afirmó que el regreso de esta pintura a Euskadi es motivo de celebración para la sala. “Nos parece todo un acontecimiento” y casi “un milagro”, apostilló Zugaza tras rememorar que la obra también pasó por varios coleccionistas privados.

Evolución “Es un testimonio gráfico sin precedentes para Euskadi”, agregó en ese sentido Xabier Sagredo, quien además apuntó que la figura de Paret “es importante para la evolución artística del país”. Con esta compra el museo amplía la colección que tiene de este artista, compuesta por Escena de aldeanos (1786), El Arenal de Bilbao (1783-1784), Vista de Fuenterrabía (1786), Triunfo del amor sobre la guerra (1784), La Virgen María con el Niño y Santiago el Mayor (1786), y El Divino Pastor (1782).

Zugaza también recordó en 1917, justo hace 100 años, se produjo una de las primeras adquisiciones por cuestación popular de la historia del Museo, en aquel caso fue la del estudio del pintor bermeotarra Benito Barrueta (1873-1953), casualmente ubicado en la zona de la Atalaya que aparece en el cuadro de Paret.

Javier Novo, por su parte, quiso resaltar el origen de la obra, que fue un encargo del futuro Carlos IV, entonces Príncipe de Asturias. Por aquel entonces Paret había sido desterrado por Carlos III -por ser cómplice de la vida disoluta del hermano de este, el infante don Luis-. Tras haber estado en Puerto Rico, el pintor decidió mudarse a Bilbao, y es probable que Carlos IV le encargase esta pieza para favorecer el final de este destierro.

Durante los años que pasó en la capital vizcaina, el artista madrileño llevo a cabo una pintura muy moderna y variada. Sus piezas son un fiel exponente del rococó, que por entonces todavía seguía vigente. Este estilo proponía un tipo de pintura un tanto frívola e intrascendente, y a través de sus imágenes mostraba la alegría de vivir de las clases más acomodadas.

Valor patrimonial Por su parte, el consejero Bingen Zupiria destacó durante su intervención el enorme “valor documental” de este cuadro para Euskadi -pintado “en una época de la que no nos quedan muchos testimonios gráficos”- y el “valor patrimonial”, ya que la obra enriquece “el patrimonio del Museo y del país”.

“En estos últimos años y como consecuencia de las prioridades económicas que ha habido en el país, hemos limitado nuestra aportación económica para la adquisición de obras en aquellos museos donde estamos representados”, explicó Zupiria haciendo referencia a la labor de las instituciones vascas.

Sin embargo, el consejero del Gobierno vasco también comunicó su esperanza de que estas instituciones puedan “recuperar esa capacidad de invertir en obras, porque estas adquisiciones son un pilar fundamental para que los museos puedan ofrecer nuevas exposiciones, que son las que atraen público”.

‘Bilboko Arenalaren bista’1783

‘Baserritarren eszena’1786

‘Hondarribiko bista’1786

‘Maitasunaren...’1784

‘Ama birjina...’1786

‘Jainko Artzaina’1782