“Si hace diez años me dicen que iba a estar con la OSE y Wim Wenders me parto de risa”
Fernando Velázquez dirige la música escrita para ‘Inmersión’, el nuevo filme del cineasta alemán que ayer visitó Donostia
Donostia - La sede de la Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE) tuvo ayer un invitado de lujo, el realizador alemán Wim Wenders, que aterrizó en Miramon para supervisar la grabación de la banda sonora de Inmersión (Submergence), su próxima película. El autor de la partitura es Fernando Velázquez, encargado también de dirigir a los músicos de la formación vasca. Reciente ganador de un Goya por la música de Un monstruo viene a verme, de J. A. Bayona, el getxotarra es un asiduo colaborador de la OSE y su influjo ha sido determinante para que Wenders solicite los servicios de la orquesta vasca en esta coproducción alemana, francesa y española que cuenta con la colaboración de Atresmedia.
Basada en la novela homónima de JM Ledgard y con guión de Erin Dignam, Inmersión es definida como “una película romántica y de suspense” cuyo rodaje tuvo lugar el año pasado en Madrid, Toledo, Francia, Alemania y Djibuti. James McAvoy encarna a un ingeniero hidráulico secuestrado en Somalia por yihadistas que le consideran un espía británico, mientras que Alicia Vikander interpreta a una oceanógrafa que trabaja en las profundidades del mar de Groenlandia.
“lírico pero no desatado” Fernando Velázquez es uno de los principales responsables de que la OSE lleve años centrada en la realización de bandas sonoras. Juntos han firmado la música de filmes como El mal ajeno (2009), Lo imposible (2012), Ocho apellidos vascos (2014), Un monstruo viene a verme (2016) y Orgullo y prejuicio y zombis (2016). Cuando Morena Films, que representa a la parte española de la producción de Inmersión, contactó con el vizcaino para hacerse cargo de la música, éste no dudó en proponer a la OSE “porque merece la pena”. “Lo cuidamos todo mucho, eso se acaba notando en la película y al final llega al público, que es de lo que se trata”, opina.
Como es habitual en él, Velázquez ha enfocado la música desde “lo bonito y lo lírico”, o como prefiere decir, “lírico pero no desatado”. “Creo que no se me da mal describir esa emoción un poco contenida”, dice de un trabajo que “no se parece a ninguna música que haya escrito antes”. “Algunas cosas suenan a mí porque uno no se puede deshacer a sí mismo, pero la partitura tiene la personalidad de la película sin referencias clarísimas”, comenta antes de añadir que el filme, “una historia de amor con misterio”, tiene una pinta “preciosa”, con “mucha poesía en lo visual, en lo musical y en la historia”.
Tras los ensayos de las últimas semanas, el compositor y la orquesta recibieron ayer la visita de Wenders, que se presentó a los músicos de Miramon para saludarles desde el atril y explicarles en persona el argumento de Inmersión. Después, siguió con atención el trabajo de la OSE desde el patio de butacas y al finalizar, hizo alguna indicación a Velázquez sobre la partitura: “Hay directores que no van a las grabaciones y te dicen que les mandes la banda sonora sin más. Él no sólo ha venido sino que me ha gustado mucho que me haya propuesto modificar un par de cositas con muy buen criterio. Eso quiere decir que está atento, cuidando de su película”.
El responsable de las bandas sonoras de El orfanato, Gernika, Contratiempo y El guardián invisible, entre muchas otras películas, prefiere no valorar si supone un paso adelante trabajar a las órdenes de un director de renombre internacional como Wim Wenders. “Hace tiempo que tomé la decisión de no entrar en esas cosas porque si lo pienso, no lo hago, pero es verdad que antes lo hablaba con mis compañeros: si hace diez años me dicen que iba a estar con la OSE grabando la música de una película de Wim Wenders, me parto de risa. A ver dónde estoy dentro de diez años, pero esto hay que disfrutarlo y no pensarlo mucho porque te paralizas”, confiesa el getxotarra.
Resultado “emocional” Preguntado por esa especie de romance musical que vive con la OSE, Velázquez sostiene que el secreto es la “buena comunicación” que mantiene con los músicos de Miramon, a quienes conoce bien y aprecia mucho. “No es por chauvinismo. Si la orquesta no fuera tan buena, buscaría otras cosas, pero el trabajo con ellos es muy eficiente y el resultado tiene siempre algo emocional que no es fácil conseguir con cualquier orquesta de otro sitio. Al final, cuando los músicos ven que es algo especial para mí, se convierte en especial para ellos”, advierte.
Muchas producciones españolas acostumbran a grabar con orquestas centroeuropeas como la de Eslovaquia, ya sea porque en esos países siempre hay gente disponible para interpretar bandas sonoras o porque los precios suelen ser más asequibles. El getxotarra recurre a esas formaciones “lo mínimo posible”, y no porque no tengan talento, ya que cuentan con grandes músicos, sino porque él apuesta siempre por lo que cree que “tiene más calidad”. “Una peli es como tu boda: quieres hacerla de la manera más bonita y mejor, no vas a hacer la compra en low cost”, señala un músico que agradece trabajar con la primera orquesta que escuchó “al ladito” de su casa y cuyos intérpretes le “inspiran muchísimo respeto” porque siempre han sido “una referencia” para él.