madrid - Historias sencillas que van directas al espectador, sin efectos especiales que entorpezcan su visión. A ese planteamiento responden los trabajos La La Land y Moonlight dos películas muy diferentes, que se han convertido en las favoritas de la temporada de premios recién empezada.
La La Land, el brillante y clásico musical rodado por Damien Chazelle, con Emma Stone y Ryan Gosling como protagonistas principales, se ha hecho con siete nominaciones a los Globos de Oro, es una de las 10 mejores películas del año para el American Film Institute y ha conseguido ocho premios de los Critic’s Choice.
Mientras que el drama de Moonlight, que ha contado con tan solo cinco millones de dólares de presupuesto y que es la ópera prima de su director, Barry Jenkins, está nominada, por su parte, a seis Globos de Oro y ya ha cosechado galardones en Chicago, Los Ángeles, los Gotham, o los independientes Spirit, entre otros.
Se trata de dos películas que no apabullan con sus efectos especiales, ni con interminables y violentas escenas de acción. Ambas son historias directas. Más amable una, más dura la otra. Pero historias que se presentan tal y como son, sin más adornos de los necesarios.
En el caso de la obra de Damien Chazelle, La La Land, su presupuesto se ha elevado hasta los 40 millones de dólares, mucho más que el de Moonlight pero aún así lejos de los 120 millones que ha costado por ejemplo la historia de ciencia ficción Passengers o de los más de 200 que se manejan para cada entrega de Star Wars.
La La Land es un musical a la antigua, una historia de amor, con una preciosa estética vintage y muy colorista, todo un homenaje a la era dorada de los musicales de los cincuenta, que ha recibido el aplauso unánime de la crítica.
Desde que se estrenó en el pasado Festival de Venecia, donde Emma Stone logró la Copa Volpi a mejor actriz, la película ha ido sumando adeptos. Ganó también el premio del público en Toronto y el de mejor película de los críticos de Nueva York.
Una película que transmite calma y que recupera la particular atmósfera que Chazelle construyó en Whiplash, que junto a Guy and Madeline on a Park Bench completan la corta filmografía de un director que tiene tan solo 31 años.
Ni siquiera había nacido en la época gloriosa del musical de Hollywood, lo que no le ha impedido hacer una película que rinde un precioso homenaje a esas películas elegantes y de las que se salía con una sonrisa del cine, al igual que ocurre con La La Land.
Melodías dulces y pegadizas y una pareja protagonista que se mete profundamente en sus personajes, en un escenario tan real como ficticio, el de Los Ángeles, una ciudad una y mil veces vista en el cine y que presta su cara más amable a esta historia. Aún menos conocido es Barry Jenkins, que con su ópera prima, Moonlight ha conseguido convertirse en una de las favoritas de los grandes premios de la temporada.
“Sublime” para la revista Variety, “espléndida” para The Wall Street Journal y “obra maestra” para The New York Times, esta película ha situado también en lo más alto a sus actores: Mahershala Ali, Naomie Harris, Alex R. Hibbert o André Holland.