Bilbao- Suenan las primeras notas de la melancólica True love y la mente del espectador viaja hasta el barco en el que Bing Crosby y Grace Kelly cantan al amor en la adaptación cinematográfica del musical High Society (1956), que reunía en pantalla nada menos que a Crosby, Kelly, Frank Sinatra y Louis Armstrong. “En uno de los ensayos, la orquesta estaba interpretándola de un modo tan bello que me he emocionado. Era la canción favorita de mi madre y ese recuerdo ha revivido cuando he vuelto a escucharla”, confiesa el célebre director británico de musicales Robert Purvis.
Quizás en esa conexión con las historias y sentimientos del público radique el secreto de un género que ha logrado unir a distintas generaciones en torno a unas melodías convertidas ya en verdaderos himnos. Algunas de las más clásicas sonarán hoy y mañana en el Palacio Euskalduna, a partir de las 19.30 horas, en la apertura de la temporada 2016-2017 de la Bilbao Orkestra Sinfonikoa.
‘West Side Story’, ‘Sonrisas y lágrimas’, ‘My fair lady’... ¿Qué novedades encontrará el público en este homenaje a los musicales?
-Es un concierto formado por obras que pertenecen, en su gran mayoría, a lo que llamamos el periodo clásico de los años 50 y 60 donde se ubican muchos de los musicales más famosos. Al final del programa también abordaremos repertorio más moderno como Los miserables o El fantasma de la ópera, pero la línea general se centra en el ámbito más clásico. Hemos intentado que sea el reflejo de una gran variedad de estilos que suenan de una manera espectacular interpretadas por una gran orquesta.
¿Se trata, por tanto, de una manera diferente de acercarse a las melodías tantas veces escuchadas en la gran pantalla o sobre el escenario?
-Exacto. Son piezas que todos conocemos pero que normalmente están diseñadas para ser interpretadas por menos músicos. No obstante, la riqueza que se consigue en los tonos con una gran orquesta es increíble. La gente suele venir a escuchar música sinfónica, y esto no deja de serlo, es sinfónico, pero desde el teatro musical.
¿Cuál ha sido el criterio de elección del programa?
-El productor inglés de musicales Gary Brown me acercó su propuesta y yo le di mi opinión sobre qué temas podrían encajar mejor, cuáles quizás no funcionarían... Normalmente Gary los elige, porque es quien tiene acceso a la música, y yo lo reviso. Si funciona, vamos hacia adelante. Poseo un extenso conocimiento del amplio catálogo de posibilidades, pero debe existir una coherencia y una razón a la hora de elegir.
Imagine que tuviera que describir en una sola palabra algunos de esos títulos que se escucharán estos días en el Euskalduna. ¿Cuáles serían?
-Veamos, para empezar diría que On the town es un musical exultante, lleno de júbilo; West Side story es terriblemente dramático y lleno de dolor; My fair lady es inspiración, Sonrisas y lágrimas es alegría y positividad, Los miserables es dramático e histórico, El fantasma de la ópera resulta una historia clásica...
Los musicales clásicos no pasan de moda y siguen ganando adeptos en cada nueva representación. ¿Cuál diría que es el secreto de su éxito?
-Sin duda, las letras y el mensaje que transmiten. Los autores que escriben estas letras dan todo lo que tienen dentro y abren su corazón al público, encontrando a través de los musicales la manera de transmitir algo sobre sí mismos. Esa es la verdadera esencia, y cuando la audiencia lo oye se reconoce en lo que cuentan. Todo en el musical se basa en la fuerte conexión que se establece entre el autor y el espectador, y en la personalidad de los personajes a los que queremos oír. Una idea que toma mucha fuerza en los musicales es la de las personas que cambian de vida y las reacciones frente a lo que nos depara el destino. Detrás de la belleza, de la apariencia, se profundiza en esa conexión con las emociones y en ocasiones se consigue expresar con las mejores palabras.
Menciona la conexión entre el público y el autor, pero los musicales crean a menudo un vínculo entre personas de todas las edades.
-Sí, es algo realmente bonito. Cuando era un niño, mis abuelos y mis padres compraron los discos de clásicos como Oklahoma!, El rey y yo, Carousel... y los disfrutábamos todos juntos. De hecho, hay una canción en el repertorio de este concierto que se llama True love, del musical High society, y en un ensayo la orquesta estaba interpretándola de un modo tan bello que le he dicho al tenor Damian (Humbley) que me había emocionado. Era la canción favorita de mi madre y ese recuerdo ha revivido cuando he vuelto a escucharla.
Buena historia, alto nivel lírico... ¿En el equilibro está la virtud?
-Así es. En el teatro musical existe eso que llamamos actuar a través de las canciones y es algo que también tiene la ópera. Lo que ocurre es que en el musical las historias se presentan de una manera muy clara y bella, de modo que podemos entenderlas.
¿De qué salud goza este género?
-Muy saludable. Vivimos un periodo en la década de los 80 en el que surgieron Cats, Los miserables... Todo se cantaba y eran los ingleses quienes lo escribían. Posteriormente, los americanos, que pararon un tiempo de escribir, volvieron y ahora tenemos shows que están triunfando en Broadway como Los productores o Wicked. Tienen una nueva voz, un nuevo sonido.
¿Se refiere a una nueva era?
-Sí, sí. Lo es, es una nueva energía muy especial.
¿Y en el Estado español? ¿Mantenemos aún cierta vinculación con el musical más clásico?
-Sí, quizá sí. Aunque recuerdo que vine a Barcelona hace unos años y una compañía se atrevió con una interesante versión en catalán de Sweeney Todd. Cada vez que vengo a España me quedo fascinado por la manera en la que la cultura está en todos los sitios, ese sentimiento de la cultura y del arte impregna todos los rincones, y es algo que no he visto en ningún otro país. Por tanto, tener la posibilidad de hacer arte en una ciudad como Bilbao es algo increíble.
¿Dirige por primera vez en Bilbao?
-Sí, pero estoy seguro de que volveré en muchas ocasiones.
¿Profesionalmente hablando?
-Eso espero (risas). Aunque vendré a pasar unos días para simplemente disfrutar de la ciudad. Todavía no hemos estrenado aquí y ya me encantaría poder volver a ponerme al frente de la BOS o incluso poder traer uno de los musicales que dirijo. Hemos recorrido Asia, Australia y Nueva Zelanda con nuestros musicales y espero que alguno de ellos pueda llegar a la ciudad. Estoy seguro de que sería algo clásico y una idea preciosa sería Carousel. Bilbao sería un lugar ideal para una historia como esa.
La BOS da inicio a la temporada de una manera inusual. ¿Qué le parecen este tipo de iniciativas?
-Son absolutamente necesarias. Hay que evolucionar y reinventarse, ofrecer a la gente la capacidad de sorprenderse con un concierto al que quizás no están acostumbrados pero que pueda parecerles interesante. Y alguien que quizá no está tan interesado en lo sinfónico puede animarse a venir y disfrutar. Espero que sirva para atraer a un nuevo público y conectar con el público más joven.
¿Cuándo comenzó su idilio con los musicales?
-Tendría yo unos siete u ocho años. El primer musical que realmente me apasionó fue Oklahoma! y luego vinieron muchos más detrás. Mi tía solía llevarme a los musicales, a la ópera, al ballet... fue una gran profesora que me enseñó a amar todo eso. Empecé a escribir musicales con doce años y decidí que quería estar en un lugar donde pudiera ver de lo que era capaz. Me fui a Londres conseguí trabajo en la Compañía de Danza Contemporánea. Fue una etapa en la que aprendí muchísimo sobre la calidad y las normas de los performances.
¿Y cómo dio el salto al mundo de los musicales?
-Recibí una oferta de trabajo y simplemente dije que sí. Luego dirigí muchos más y llegué a escribir dos musicales: DASH, con Wayne Sleep, todo un vodevil; y el segundo fue Y at the Picadilly, más cercano al cabaret parisino y con estilo más europeo.
¿Se encuentra actualmente volcado en su faceta creadora?
-En este momento no es posible porque el trabajo de escritura es muy absorbente y soy profesor en el Arden School of Theatre de Mánchester. Ayudo a mis alumnos a crear, dirijo sus shows y poco a poco van creciendo y aprendiendo.
¿Qué debe tener un musical para que le atraiga?
-(Duda). Quizás que hable sobre algún aspecto cercano a mi vida. Aunque es algo que no siempre ocurre.
¿Como espectador tiene que sentir también esa conexión?
-Sí, sin duda, debo sentirla.