Bilbao - Respirar es el punto de partida de esta obra. Es el inicio de todo. Es la base, es vida. Es alma también. Hay que aprender a respirar para poder seguir adelante; sentir el movimiento profundo y la exhalación exagerada del aire por la boca para que todo lo malo quede fuera. Ese aprendizaje es imprescindible para poder encajar los reveses y salir de esos zarandeos arbitrarios que a veces nos dejan rozando la lona del ring. Es lo que se propone Nagore, la protagonista de la obra La respiración, después de una separación que trunca su autoestima. Carga con la pena que ello le produce pero desea, convincente, rehacer su vida.

Por eso se rodeará de su madre (Verónica Forqué) y varias relaciones afectivas que esta última mantiene a la vez -este espectáculo plantea una nueva forma de vivir el amor: el llamado poliamor-. Encima del escenario, además, habrá hueco para la rabia, el optimismo, el humor y el dolor. Los actores Nuria Mencía, Pau Durá, Pietro Olivera, Martiño Rivas y Camila Viyuela completan el reparto.

¿Por qué hay que ver esta obra?

-Es una obra que te emociona; como lo hacen todas las grandes y buenas, que te hace reír mucho, y esto es una cosa muy sana, muy necesaria en la vida. Como decía Alfredo (Sanzol) te hace pensar mucho sobre ti mismo porque lo que leemos, la música que escuchamos, las obras de teatro y las películas que vemos son un viaje alrededor de nosotros mismos. A través de lo que les pasa a ellos, te entiendes mejor. A veces encuentras consuelo: “¡Ah, claro! A mí también me pasa eso”. Es una manera de conocerte mejor y de disfrutar, que también es necesario. Pero no está basado en la parte más bajuna de uno, sino en un disfrute de lo profundo, de lo niños que somos, de lo parecidos que somos todos?

¿Qué te sedujo de esta obra en concreto?

-Yo soy muy fan de las obras de Alfredo. Me gusta todo lo que escribe. Me gusta mucho esta mezcla que tiene de un humor a veces muy salvaje, muy burro y esta cosa poética, sensible? Cómo toca el dolor, cómo sabe tratarlo? que es tan parecido en todos nosotros.

¿Cómo entró en el reparto?

-La actriz que lo hacía se fue y Alfredo pensó que yo podría hacer bien este personaje y, efectivamente, me quedé encantada de poder hacerlo. Coincidió además que justo acababa la gira de Buena gente en junio y yo tenía que estrenar esta obra un día de ese mes. Así que hubo un tiempo que estuve con Buena gente, La respiración y con una función que he hecho en Mérida. Y pensé: “Dios mío, no lo voy a hacer, no voy a poder, lo voy a hacer todo mal, van a quedar descontentos conmigo...”. Pero al final fue bien, el estreno en Valencia fue muy bien.

Cuando le propusieron actuar en esta obra, ¿qué pensó sobre el argumento?

-Es una gran suerte cuando tienes que sustituir a alguien, haber visto la obra. Y yo sabía muy bien intelectualmente cómo iba. Luego es muy diferente cuando te toca ponerte a hacerlo, pero sabía cuál era el tono de Alfredo. El humor, el dejarse ir y más en esta obra que hay mucho de fantasía, mucho de realidad, todo muy mezclado. Me dejé guiar por Alfredo porque él sabe cómo lo quiere. En definitiva, el actor tiene que confiar mucho en el director, ofrecerle lo que pide y luego también tener su propio espacio para volar.

¿Cómo es tu personaje?

-Maite es un personaje que fundamentalmente es madre. Ella ve que su hija está metida en un pozo, que lleva dos años así, que tiene 42 años, que su marido le ha dejado y que tiene una niña de seis años? pero ella tiene que salir adelante porque esa niña no puede ver a esta madre tan triste, tan descuidada, llorando todo el día. El objetivo de Maite es sacar a su hija de este infierno en el que se ha metido.

¿Ha tenido alguna dificultad preparando su personaje?

-Siempre pasa cuando empiezas a ensayarlo. Al principio los actores tenemos la sensación de no saber hacerlo. Y poco a poco vas conociendo, en este caso a Maite, mirando a los ojos a tus compañeros, y te dejas guiar por lo que te dicen. Uno es actor al final... Y sí, se ve que sabes. (ríe).

Lo que viene bien en esos momentos es respirar, que es la base de esta obra...

-Es importante respirar, sí. Hay que hacer ejercicios de respiración...

También llevado a un ámbito más cotidiano, que es lo que le pasa a Nagore después de la separación?

-Por eso su madre le dice: “Tienes que ir a yoga. No te quieres comprar ropa, no quieres hacer nada de lo que te digo, pero a yoga vas a ir”.

¿Qué le ha aportado esta pieza y especialmente el papel que desempeña en ella?

-Estoy empezando mi recorrido con esta obra y he hecho pocas funciones pero estoy feliz de estar aquí y debutar. Procuro vivir el momento y que el público salga contento de la función, ese es mi objetivo.

La obra de Sanzol ha sido representada en varios teatros. ¿Qué se va a encontrar el público del Euskalduna? ¿Y cómo cree que responderá?

-El público es diferente siempre. Hemos estado en Valencia, en Murcia y la semana pasada en un teatro al aire libre que funcionó muy bien. El público de Bilbao es una maravilla porque tiene mucha afición. He estado unas cuantas veces y nos gusta porque es un público atento, sensible, que escucha muy bien. Así que yo espero que disfruten mucho y que se rían porque es una obra en la cual el humor es fundamental.

Ha participado en innumerables películas, también ha sido partícipe de numerosas obras de teatro. Incluso estuvo en la serie ‘La que se avecina’. ¿Qué le aporta el teatro que no le dan las anteriormente mencionadas?

-Donde siempre me he sentido feliz es en el teatro. Desde muy joven cuando debuté por primera vez? He hecho películas y en la tele he disfrutado mucho y hace mucha falta. He hecho cosas de televisión como Pepa y Pepe o Ramón y Cajal cuando era joven o ahora La que se avecina. Es un medio que me encanta porque tienes que ponerte las pilas. Es muy divertido, no puedes pensar mucho. Pero en el lugar donde me siento más feliz y más libre es en el teatro. Me gusta mucho el público, tener a la gente cerca.

¿Aún siente nervios cuando se sube al escenario?

-Sí. Cuando llevas diez, veinte, treinta funciones hechas no. Pero cuando estás como yo, empezando esta andadura, sí hay una sensación de “¿por qué me dedico a esto? Con lo mal que se pasa?”. Pero una vez que sales y empiezas a hablar, ya está.

Y entonces el aplauso final te saca de ese ensimismamiento y se convierte?

-En agradecimiento y en alegría.