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Anoeta rugió con Bruce Springsteen

Miles de seguidores del músico de New Jersey abarrotan desde primera hora del día los aledaños del estadio donostiarra para disfrutar de su esperada actuación programada dentro de la gira europea ‘The river tour’

Donostia - Donostia lo aguardaba desde hace días, y el Boss no falló ayer a su esperado reencuentro con la capital guipuzcoana. Eran las nueve de la noche cuando un “Kaixo Donostia” hacía vibrar a las 43.000 gargantas que abarrotaron el estadio de Anoeta y que disfrutaron de tres horas y media de rock en estado puro.

Cargados con su habitual energía desbordante, el entregado roquero y su banda prendieron la mecha a un extenso repertorio en el que intercalaron grandes éxitos con un maravilloso repaso a The river, el disco que Bruce Springsteen grabó hace ya 35 años y que ha motivado el inicio de su gira europea.

Horas antes de que sonaran los primeros acordes en Anoeta, los seguidores ya estaban reunidos en el estadio, con intención de poder ubicarse en el mejor lugar para oír el concierto y, por qué no, disfrutar de los momentos previos con un gente que comparte la misma pasión. A mediodía, las 1.500 primeras personas que consiguieron su número para entrar al pit, la zona acotada para estar más cerca del músico, se reunieron en la puerta 9 para reservar su sitio cuando pasaran lista.

Emoción, calor, buen humor y música, mucha música, llenaban el ambiente y los seguidores se mostraban con muchísimas ganas de poder disfrutar del recital. No faltaron quienes llevaban una estética parecida a la del músico sobre el escenario, y también se vieron varias camisetas con la efigie del Boss, así como gente pintando pancartas para pedir canciones. Olga y Javier se acercaron a Donostia el domingo por la tarde, después de haber estado en el concierto de Barcelona, y lucían orgullosos los números 125 y 126 pintados en sus manos. “Somos sus seguidores desde 1988 y hemos visto al Boss en concierto en más de setenta ocasiones”, exclamó Javier, que también disfrutará a Springsteen en Madrid, ciudad en la que vive.

Mohamed, de Marruecos, también atesora una larga lista de conciertos del músico. De hecho, antes de llegar a la capital guipuzcoana acudió a los recitales de California, Los Ángeles y San Francisco. “Tiene un gran poder de movilizar a la gente, es todo un ritual acudir a un concierto suyo”, afirmó. El marroquí admitió que para él fue un “descubrimiento tardío”, ya que asistió por primera vez a uno de sus conciertos en 2009: “Lo que me pasó con él fue algo mágico”. En Donostia consiguió el número 457, “que no está mal” porque supone quedarse a unos cinco metros del escenario”.

Izaskun, Jesús y Juan también vieron por primera vez en directo al roquero, animados por su amigo Andrés. “Las últimas veces me ha sorprendido y además, como varía el repertorio de gira en gira, se puede disfrutar de conciertos diferentes, todos buenos”, afirmó este último. “La espera se hace muy entretenida, además del show, el previo también merece la pena”, recalcó Jesús. “Yo no tengo ninguna expectativa para el concierto, pero nos han dicho que es impresionante, así que nos dejaremos llevar”, agregó Izaskun.

Conforme se acercaba la hora del recital, la cola para entrar en Anoeta crecía, y hacia las 16.00 horas ya se podía advertir una gran hilera de expectantes seguidores. Unas de las últimas era Naroa, una hernaniarra que salió un poco antes de trabajar para llegar a tiempo. “Ya le he visto otras dos veces en Donostia y sé que lo disfrutaré desde cualquier sitio, así que me lo he tomado con calma”, afirmó. Para Beatriz, Carlos y Aitor, tres zaragozanos de 20 años, era la primera vez, y aprovecharon los estudios de este último en la capital guipuzcoana para acudir al concierto. “Tener un amigo con casa en Donostia hace que el plan sea aún más perfecto”, afirmó Beatriz, que confesaba que no era una gran fan del roquero estadounidense, pero pensaba cantar todas la canciones.

Avituallamiento

Los fans, que esperaron horas para presenciar la ansiada actuación, también necesitaron su avituallamiento. Por ello, Zaporeak colocó un bar en las inmediaciones de Anoeta, con intención de recaudar fondos para los refugiados. Los establecimientos cercanos también se vieron, positivamente, afectados por el recital y recibieron más visitas que de costumbre. “Se ha incrementado la venta y el público es más amplio y variado”, señaló Giovanni, camarero del bar Venta de Curro. Según afirmó, aumentaron los pintxos, y en cada servicio sacan alrededor de 600 bocadillos y unos setenta barriles de cerveza. “Es un evento muy significativo para nosotros”, aseguró.

Por su parte, del bar Xanti reforzó su plantilla para el día del concierto, debido a que en eventos de este calibre la clientela crece muchísimo. “La gente viene por momentos, hay oleadas de clientes en ciertos momentos”, explicó el responsable, Xanti Munduate, haciendo alusión a las horas en las que los 1.500 primeros pasan lista, aunque a su juicio, el momento con más trabajo fue a partir de las 18.00 horas. “Es muy positivo para nosotros, siempre es bueno que podamos trabajar más”, concluyó.