donostia - Kutxa Kultur Artegunea es la nueva sala expositiva de Kutxa. Situada en la planta baja de Tabakalera, ocupa 900 metros cuadrados, divididos en dos pisos. El viernes se inauguró la primera exposición que acoge el espacio donostiarra, bajo el título de Historias compartidas, y estará abierta hasta finales de 2016. Se trata de una colección de 70 obras pertenecientes a los fondos de Kutxa -cuentan con más de 5.000 obras-, que conforman una importante representación del arte del siglo XX.

Aun así, antes de acceder a la sala, el visitante podrá conocer una “joyita” del siglo XVII, recién restaurada. Catalina de Erauso, la monja alférez es una obra que Juan Van der Hamen y León pintó en 1625. “Estuvimos a punto de perderla en un incendio, pero un empleado salvó el cuadro de las llamas”, recuerda Cristina Beloqui, la responsable de la sala de exposiciones.

“Esta exposición recoge obras de distintas épocas y diversos movimientos artísticos del siglo XX”, señala la comisaria de Historias compartidas, Dolores Durán. Así, el visitante se encontrará de frente con una obra de grandes dimensiones: Las planchadoras (1889), de Ignacio Ugarte, “introductor del costumbrismo en Donostia”, según asegura Durán, quien apunta que es el único trabajo del siglo XIX. Después, no faltan importantes autores de comienzos del siglo XX. Joaquín Sorolla firma tres cuadros, dos de ellos pequeños y que trabajan la captación del instante. También hay obras de Ignacio Zuloaga y Juan de Echevarría. De este último se muestra “un bodegón característico, con elementos simples como un jarrón”. Por su parte, Darío de Regoyos muestra la tradición en su obra La cucaña en el Urumea.

Otra obra que captará la atención del público es una gran pintura de Francisco Iturrino, “lleno de colores puros y con un estilo próximo al fauvismo”, según explica la comisaria de la muestra. Durán también revela que se repite mucho la temática del mar y del campo, como por ejemplo en una obra de Aurelio Arteta sobre la vida marítima, o en los cuadros de Julián de Tellaeche y Bernardino Bienabe. Jesús Olasagasti, por su parte, muestra otra tradición en La recogida de la manzana (1930), obra con la que intenta introducir el cubismo en la pintura figurativa.

También hay lugar para las vanguardias en la planta baja de la exposición, donde se pueden ver obras firmadas por Olivares, Nicolás Lekuona, Daniel Vázquez Díaz, Montes Iturrioz y Menchu Gal, entre otros.

Por otro lado, el piso superior acoge las obras más nuevas como, por ejemplo, las creadas por los artistas pertenecientes al grupo Gaur. A pesar de que la sala esté llena de cuadros coloridos como Composición 86-1 l, de Ruiz Balerdi, también se pueden observar varias esculturas de artistas como Oteiza, Chillida o Basterretxea. “Quizá la obra que más llame la atención, que aunque no es la más reciente está creada por un autor que está teniendo ahora gran auge, es un grandísimo cuadro de José Ramón Amondarain en el que intenta mostrar la materialidad de la pintura”, resume la comisaria de la exposición.