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Gorka Bilbao: “La expansión de la cesta punta en el Miami de los años 70 engancha totalmente, es muy de ‘thriller”

‘Jai Alai Blues’, el documental sobre la historia de la cesta punta, llega a las salas de cine tras su presentación en el Zinemaldia y el preestreno en el Azkuna Zentroa de Bilbao

Gorka Bilbao: “La expansión de la cesta punta en el Miami de los años 70 engancha totalmente, es muy de ‘thriller”

BILBAO - Quienes dan con ello, no pueden evitar sucumbir ante sus encantos. Incluso el mismísimo Don Draper, protagonista de la popular serie de televisión Mad Men escucha atentamente lo que uno de los clientes de su agencia publicitaria le cuenta sobre este deporte desconocido en aquel momento para muchos americanos. “Imaginen una mezcla perfecta de atletismo, espectáculo y velocidad”, le explica este cliente sobre el Jai Alai o cesta punta, el deporte que cautivó a América durante los años 70. El realizador vizcaino Gorka Bilbao ha plasmado esa época de esplendor del Jai Alai a través de los pelotaris que la vivieron, dando lugar al documental ‘Jai Alai Blues’. El filme llegará a las salas de cine vascas el próximo viernes tras pasar por el Zinemaldia y el Azkuna Zentroa.

Tras plasmar la vida de varios vascos que emigraron a Estados Unidos en ‘Amerikanuak’ (2010), vuelve a unir en la gran pantalla las raíces vascas y americanas.

-Los miembros del equipo somos muy fans de la cultura americana, y la relación entre Euskadi y Estados Unidos siempre nos había parecido muy curiosa. Hemos trabajado los mismos que en Amerikanuak, un grupo pequeño pero muy involucrado.

¿Qué le llevó a dar el salto hacia ‘Jai Alai Blues’?

-Zigor Etxebarria, mi compañero en la productora Berde Produkzioak, jugaba de pequeño a cesta punta en la escuela de Gernika. Él siempre ha tenido la inquietud de abordar este proyecto y cuando terminamos Amerikanuak, el documental sobre el Jai Alai le rondaba con fuerza por la cabeza. Zigor ha sido el impulsor y yo me uní cuando él vio que era el momento de hacerlo realidad. Yo no he jugado a cesta punta, pero Gernika es un pueblo con afición y muchos pelotaris salieron de allí hacia Estados Unidos. Sus historias siempre retumbaban en el pueblo y era la excusa perfecta para darlas a conocer.

Los espectadores quizá puedan asociar más la expansión de la cesta punta a lugares como Cuba o Estados Unidos, pero en el filme aparecen también escenarios tan dispares como Egipto, China o Filipinas.

-Aunque pueda parecer sorprendente, así es. La cesta punta como modalidad nació a finales del siglo XIX y, unos cinco años después, se había convertido en un deporte tan famoso como el fútbol en una ciudad como Madrid, donde había muchos frontones industriales. De allí ya salió al mundo y en Egipto, por ejemplo, a principios del siglo XX había frontones muy populares. Después logró expandirse hasta China, Filipinas y otros muchos lugares... Lo que ocurre es que en la época que nos ha tocado vivir, a partir de los 60, su momento de máximo esplendor fue en Estados Unidos, México y en Cuba, las plazas más importantes.

¿Cómo ha viajado la cesta punta desde Euskal Herria a estos lugares?

-Tiene mucho que ver con los empresarios egipcios que se desplazaron hasta China y también con que en aquel momento allí había varios protectorados internacionales. Además, el asiático siempre ha sido muy apostador y los empresarios, que eran muy vivos, tuvieron la idea de apostar en los frontones.

Pero, según afirma, el lugar donde el Jai Alai vivió su momento de máximo esplendor fue en Estados Unidos.

-Así es, y en ello se centra la segunda parte del documental. En la primera parte hablamos de todo lo que hemos comentado anteriormente y luego enfocamos la historia en el Miami de los 70. Nuestra intención siempre ha sido que no sea un documental solo para aficionados a la cesta, sino que se dirija a un público más universal, y lo que ocurrió allí durante esos años engancha totalmente porque es muy thriller. Una empresa llamada World Jai Alai planeó un plan empresarial para expandir la cesta punta por todo el continente, luego la mafia se involucró, el director de la empresa apareció muerto, en esa época en Miami había mucha droga moviéndose... Es algo que se puede ver en Miami Vice.

Podría ser el argumento de cualquier taquillazo norteamericano.

-Seguro (risas). Por otra parte, teníamos a los pelotaris que vivieron todo aquello desde el punto de vista más deportivo. Esa combinación nos parecía muy atractiva.

Pero habla de drogas, de blanqueamiento de capitales...

-Coincidieron muchos factores: Miami en los 80 creció mucho como ciudad y la droga del Sur pasaba por allí hacia Estados Unidos. Había carteles que limpiaban dinero en el frontón y se movía mucho dinero. Claro que también había otros aficionados que iban porque les gustaba el deporte y apostar. Además, acudir al frontón era una actividad de cierto nivel social y el pelotari se relacionaba mucho con actores, políticos, cineastas...

El gentío que se reunía en esas veladas puede ser comparable al de los grandes partidos de la NBA o a un concierto de rock, ¿no?

-Para que se haga una idea, en el Miami Jai Alai entraban 15.000 personas y había un policía controlando que cuando se llenaran las localidades y los pasillos nadie más entrara. Cada noche de fin de semana se podía llegar a mover un millón de dólares. Luego había otro frontón, el Dania, al que todas las noches de fin de semana llevaban una estrella para entregar el premio al ganador de la Quiniela 12, la más famosa de las que se jugaban.

¿Era diferente el Jai Alai en todos esos frontones?

-Diría que sí. México y Cuba son los dos lugares en los que más afición ha habido y el tipo de apuesta era muy similar a la que se hace aquí, es decir, que la gente acudía al frontón a ver a uno u otro pelotari. Allí la afición arraigó de manera muy fuerte y, de hecho, hay un plan para reabrir el frontón de México en 2016, algo que estoy seguro tendrá éxito. En Estados Unidos se centra totalmente en la apuesta; además, el americano es un jugador muy impaciente por lo que se juega a un solo tanto y el pelotari que pierde se marcha de la cancha. Para el jugador, a nivel deportivo, es una manera muy extraña de jugar, se pierde la esencia del Jai Alai.

¿Qué peso tiene la parte técnica o deportiva en ‘Jai Alai Blues’? Las críticas que han recibido destacan sobre todo el componente humano y emocional de la historia.

-Tienen razón, porque no se trata de un documental donde se explique cómo se juega. De hecho, un crítico estadounidense que vino al Zinemaldi salió encantado pero nos dijo que se había quedado con ganas de saber de qué va el juego, porque simplemente mencionamos unos aspectos indispensables para que el espectador que no tiene conocimientos sobre este deporte se enganche a la historia.

Por tanto, ¿los pelotaris a los que han acudido se han convertido en protagonistas del filme?

-Contamos la historia de la cesta punta a través de sus vivencias. Además, parece mentira pero no existe nada de documentación y hemos acudido a muchos expelotaris, a sus hijos y nietos, que tienen archivos familiares y un montón de fotos y vídeos. Hemos hecho un gran esfuerzo porque había que escanear todo ese material, ir seleccionándolo, y en nuestro equipo somos tan solo cuatro personas. Agradecemos mucho cuando la gente nos dice que hemos hecho un trabajo de documentación maravilloso. Teníamos tantas entrevistas... y como el guion siempre ha estado bastante claro, tuvimos que desechar muchas cosas, pero no descartamos usarlas para una serie documental. Hay muchísimo por contar.