Concha Velasco:“Tengo muy mal genio y soy muy marisabidilla”
Ayer estrenó en el Teatro Arriaga de Bilbao ‘Olivia y Eugenio’, una obra intensa donde comparte cartel con Rodrigo Raimondi. Narra la historia de una ‘madre coraje’ y sus dos hijos, uno de ellos con síndrome de Down
bilbao - Concha Velasco está feliz con su papel de Olivia y mira a Rodrigo Raimondi, el actor que da vida a Eugenio, diciendo lo mucho que le ha enseñado en el teatro porque le obliga a estar muy viva durante toda la función. La actriz vallisoletana mira el presente, quiere el futuro y soslaya el pasado, su pasado, con humor. Es divertida y la conversación con ella se puede alargar hasta el infinito, la charla la cortan las entrevistas que tiene pendientes de atender. Se ríe al decir que ella es la única, la genuina chica yeyé; pionera en usar minifalda en una época en la que el destape estaba muy mal visto. Recuerda muerta de risa cómo en una portada de ABC salió enseñando la bragas, “eso sí muy blancas”. En las cosas del querer se mantiene firme y dice que no quiere un hombre de su edad en su vida.
Es usted inagotable: televisión y teatro. ¿No se cansa?
-Ahora trabajo menos, ya me gustaría que llamaran para hacer una serie tan bonita como Gran Hotel, es la última que he hecho.
¿No sería demasiado?
-No me agoto, en serio. Me cuido una barbaridad: como y tengo que echarme; no salgo por la noche, no voy a ningún sitio donde pueda enfriarme y coja un catarro. No puedo tomar ninguna medicación y una afonía sería irme a mi casa para siempre. No estoy por la labor, estoy encantada de la vida que tengo ahora. Es uno de mis mejores momentos y lo quiero aprovechar.
Siempre parece feliz, sonriente, positiva, como si todo le fuera bien en la vida... Supongo que otra cosa será la trastienda.
-No siempre me ha ido bien en la vida, pero procuro aparentar que me va muy bien; siempre pienso que hay a quien le va mucho peor. Trabajo en lo que me gusta y me gano la vida trabajando en lo que me gusta; soy una actriz muy reconocida, tengo una carrera muy buena, llena de premios; cada vez que hago una obra de teatro se llena... Quejarme sería un sindiós y, como yo soy muy creyente y le doy gracias a Dios todos los días por lo que tengo, quejarme sería una vergüenza personal.
Es usted una mujer dura...
-Perdona, te corto. Mucho más dura de lo que tú te crees. Esa es la trastienda a la que te referías antes. No soy exactamente como la gente cree que soy, sí tengo una trastienda; pero en este momento de mi vida no tengo ninguna gana de contarle a nadie cómo soy yo. Pero no soy tan clarita, tengo mis cositas.
¿Y no las cuenta?
-Ja, ja, ja... Tengo muy mal genio. Sé que tengo un problema y lo tengo que rectificar; soy demasiado marisabidilla y no doy oportunidad a que los demás desarrollen su proyecto.
¿Por qué dice esto?
-Tengo una manera de ser, soy tan rápida, tan lista, que no doy la oportunidad a los que me rodean.
¿Impaciente?
-Mucho, siempre, y ahora más. Cuando suena el timbre de la puerta, aunque haya alguien en casa soy yo la primera en llegar. Doy a todo el mundo la sensación de que es tonto, lo tengo que corregir pero es que no puedo.
Sintiéndose mal, aguantó mucho trabajando.
-Sabía que era algo malo, otras veces sabes que puede ser un corte de digestión, que te ha sentado mal algo; esa vez no, sabía que aquellos dolores eran por algo grave, estaba en Mérida con Hécuba y no me lo quería perder.
¿Nadie le echó la bronca?
-Mis hijos, pero fíjate, el día 4 de abril va a hacer un año que entré en la UCI en coma; el día anterior me llevaron mis hijos al médico, me hicieron las primeras pruebas y el doctor Villanueva, me acuerdo de su nombre, dijo: Hay que ingresarla, no nos gusta nada esto que vemos. Yo le pregunté: ¿Me puedo ir a mi casa y vengo mañana? Dijo que sí, no hice más que llegar a casa y me desmayé.
Mal genio, impaciente y tozuda.
-No lo sabes bien. La gente no me conoce.
¿Qué queda de ‘la chica yeyé’?
-Las ganas de vivir y el entusiasmo. Me cabrea muchísimo -perdona que diga cabrea en lugar de joroba-, cuando alguien dice la versión de fulanita, yo soy la versión, la mía es la verdadera, la única: la chica yeyé soy yo.
Minifalda en una época que se las traía en ciertas cosas...
-La primera, la pionera, la más corta. Ja, ja, ja... Recuerdo una portada de ABC en la que se me veían las bragas, blancas...
Cómo debían ser, ¿no?
-Eso decía Olga Moliterno (periodista de ABC), ella comentaba: Las bragas más blancas de España, no sé si lo decía con segundas, con terceras o, simplemente, porque era verdad. Claro como debían ser, todas las madres decían eso de: Ponte las bragas limpitas, no sea que te vaya pasar algo.
Imagino que tuvo sus críticas.
-Dios mío de mi vida, me pusieron verde, menos mal que salieron en mi defensa algunos escritores y algunas personalidades.
¿Fue una adelantada?
-Siempre, pero hasta ahora soy avanzada.
¿En qué sentido?
-Una rebelde. Ahora todo el mundo pregunta: ¿No te gustaría tener un novio?
¿Y usted que dice?
-Pues no, me basto conmigo misma; perdón, lo siento; cómo voy a aguantar a un señor de mi edad; será un gruñón, un antipático...
¿Ha pensado en alguien más joven?
-Eso para nada, ¡por Dios!
¿No dice que es avanzada?
-Eso es antinatural y no conduce a ningún sitio bueno; está demostrado, sobre todo siendo mujer.
¿Por qué?
-Siendo mujer es imposible, a un hombre se le permite tener una mujer más joven. Pero a una mujer con un chico joven la ponen verde. A mí no me gusta que me pongan verde.
Cuando era más joven decían de usted que era una mujer cañón.
-Si, tenía un buen culo, qué suerte, fíjate que algunas hasta se lo operan. Yo lo tenía bueno de natural.