Honestidad, autobiografía y trasmundo, claves de los Premios Euskadi 2014
Bernardo Atxaga, Idoia Estornés e Iñigo Roque se alzan ganadores en literatura en euskera, castellano y traducción
Bilbao - Crónicas autobiográficas con retazos ensayísticos, viajes sin límites ni fronteras por la conciencia y la imaginación? De todo eso y de otros “trasmundos” hablaron los ganadores de los Premios Euskadi 2014 en las categorías de literatura en euskera, en castellano y en traducción literaria al euskera, esto es, Bernardo Atxaga (por Nevadako egunak), Idoia Estornés (Cómo pudo pasarnos esto) e Iñigo Roque (Gauzen ordena naturala, de António Lobo Antunes), respectivamente.
El viceconsejero de Cultura en el Gobierno vasco, Joxean Muñoz, presentó ayer, en la sede del Archivo Histórico de Euskadi en Bilbao, a los premiados en esta edición del certamen que promueve el ejecutivo vasco. “Es nuestro premio nacional, con el que se demuestra que hay mucho que celebrar en el ámbito de la creación literaria vasca”, se congratuló Muñoz, quien puntualizó que los premios no los otorga el ejecutivo, “sino un jurado riguroso que garantiza la seriedad de estos galardones”.
El jurado ha estado integrado por autores diferentes en cada modalidad; Ur Apalategi ha presidido el de literatura en euskera, Ramiro Pinilla el de lengua castellana, mientras que Isabel Etxeberria ha encabezado el de traducción al euskera.
En cada una de las modalidades la cuantía económica del premio asciende a 18.000 euros. En literatura en euskera y castellano, se contempla asimismo una partida de 4.000 euros en caso de que la obra se traduzca a otra lengua.
La última obra de Bernardo Atxaga escrita en euskera, Nevadako egunak (Días de Nevada), parte de la estancia del autor guipuzcoano en dicho estado norteamericano durante 2007 y 2008, para derivar en una narración autobiográfica.
El jurado destacó de la misma “la magia propia que emana de las palabras”, así como “los sugerentes puentes metafóricos empleados para relacionar los ficticios sucesos de Nevada con el recuerdo del tiempo pasado y lo onírico”.
El propio Atxaga reconoció en la presentación de ayer que al empezar a escribir esta obra sintió una “gran preocupación” por el género en el que enmarcaría la misma, “¿será novela o cuento? ¿Niño o niña?”, ironizó. Se decantó por la novela, mas tal como reseñó el jurado, al margen de este género, “prevalece la profunda influencia que ejerce en el ser humano el sentimiento de temor, persistente y obstinado, o la nostalgia por la pérdida de las personas amadas”.
Por su parte, el viceconsejero añadió que ha disfrutado de la “lectura eléctrica” de esta obra, que contribuye a “enriquecer el imaginario vasco” con respecto a las relaciones entre Euskadi y América del Norte.
Una novela vital Cómo pudo pasarnos esto. Crónica de una chica de los 60, de Idoia Estornés, es una mezcla de libro de memorias, autobiografía y balance vital, esto es, “una novela de la propia vida”, según definió el jurado. “Editora, historiadora, periodista y mujer de los 60, Idoia Estornés escribe -sin pretenderlo, aparentemente-, una crónica general de la cultura vasca en el último medio siglo. Un libro importante, riguroso y desprejuiciado, honesto”, valoró el jurado en su razonamiento. Sobre esta obra, Joxean Muñoz agregó que se trata de “un yo que habla de nosotros”. Según explicó su autora, la obra premiada responde a una cuestión que se formuló tiempo atrás y que retomó al jubilarse: “¿Qué visión tienen los vascos de los hijos de exiliados?”. Estornés se autodefine chica de los 60 e hija de los únicos fascismos que sobrevivieron al triunfo aliado (1945), los de España y Portugal, y en Cómo pudo pasarnos esto (auto)retrata a una hija de exiliados nacionalistas vascos que recala en Donostia en 1958.
premio a “la resistencia” Iñigo Roque, artífice de la traducción al euskera del original A ordem natural das coisas, del portugués António Lobo Antunes, contempla la traducción como un ejercicio estilístico ajeno a las reglas matemáticas. “El traductor es un intérprete”, afirmó. Respecto a la obra galardonada, reconoció que ha sido la obra a la que más tiempo ha dedicado en su trayectoria como traductor, y que las dificultades han sido “más de carácter formal que lingüístico”. Muñoz ensalzó el valor de la traducción en pro de “la difusión y enriquecimiento de la lengua vasca”.