EN 1910, el pintor eibartarra Ignacio Zuloaga (Eibar, 1870-Madrid, 1945) se enamoró de un paisaje privilegiado, el que otorgaban las marismas de la playa de Santiago en Zumaia. Su flechazo fue tal, que donde el resto del mundo solo veía arena él vio algo distinto. Decidió comprar este espectacular rincón de la desembocadura del río Urola para establecer su hogar allí. Lo bautizó como Santiago Etxea, creando una casa-museo que recuerda a los caseríos de Iparralde, pero con influencia andaluza, y que dispone también de un impresionante jardín de tres hectáreas. En 1914 ya pudo ir a vivir a su txoko preferido para cumplir su sueño. Cien años después, sus descendientes acaban de reformarlo, manteniendo la composición ideada por el artista.

Desde septiembre de 2011, Santiago Etxea es propiedad de uno de los nietos del famoso pintor, Ramón Suárez-Zuloaga, quien reside allí y ha cedido parcialmente el uso de este edificio a la Fundación Zuloaga, de la que es presidente de honor, mientras que su hijo Ignacio es el presidente. En la mañana del lunes quisieron celebrar el centenario de la casona con autoridades, familiares y amigos, en un evento íntimo. El presidente y su mujer, Margarita Ruyra, fueron los encargados de realizar una visita guiada por el interior del edificio. Ruyra explicó cómo Zuloaga tuvo que traer carros de bueyes para poner tierra en el propio arenal, para hacerlo más consistente, ya que el agua pasaba por encima. “Se involucró en la creación de la casa, incluso haciendo de albañil”, recordó.

Zuloaga se estableció en Zumaia tras pasar su vida entre París, Eibar y Segovia, donde disfrutaba de los veranos y llegó a exponer en muestras colectivas con grandes pintores, como Van Gogh y Gauguin.

Valentina y sus tesoros

La casa ha sido decorada con famosos cuadros del pintor y armas de la familia, ya que los Zuloaga fueron armeros que pasaron de ser artesanos a trabajar en la Corte y se convirtieron en catalogadores de las colecciones reales. Asimismo, contempla obras de la colección de la que fue mujer del artista, Valentina Dethoma, como libros de historia y medallas conmemorativas, encendedores, cajitas, relojes... “Valentina aportó gran cultura a este hogar”, detalló Ruyra junto a la impresionante biblioteca, “el tesoro de la casa”.

En este mismo espacio se realiza un homenaje a figuras importantes de la Generación del 98, junto al autorretrato de Zuloaga. Personajes esenciales en la vida del artista, como su gran amigo Pablo Uranga, quien acompañó en todas las aventuras al pintor eibartarra, o el torero Juan Belmonte. El salón cuenta con la impresionante chimenea monumental de su tío Daniel Zuloaga Boneta.

Tras la visita, Ramón Suárez-Zuloaga tomó la palabra para recordar a su abuelo. “Hace un siglo que la familia está instalada en la villa y mantenemos nuestra amistad con este pueblo y los valores, como el orgullo por el trabajo bien hecho y la simpatía de los zumaiarras. Zumaia es el pueblo del que se enamoró mi abuelo para estar cerca del Cantábrico. Aquí he pasado mi infancia y han vivido y han muerto mis abuelos, mis padres y mi tío Antonio”, indicó. “Hace cuatro años decidí recuperar esta casa que mis nietos tienen la responsabilidad de mantener”, subrayó. Seguidamente, repartió entre los asistentes como regalo conmemorativo una foto de Zumaia y Zuloaga y, acompañado de txistularis, guió a los invitados al jardín para inaugurar el monumento del centenario creado por el escultor andoaindarra afincado en Zumaia, Iñaki Olazabal. Una obra que recuerda a un árbol con forma humana orientado hacia el mar. El artista explicó que es “todo un honor” que una escultura suya esté ubicada en este espacio.

Al acto tampoco faltaron el cónsul de Francia en Bilbao, Fabrice Delloye; ni los alcaldes de Eibar y Zumaia, Miguel de los Toyos e Iñaki Agirrezabalaga, respectivamente, quienes esperan “seguir estrechando lazos con la Fundación” y tuvieron a bien destacar los valores de “esfuerzo y compromiso” del pintor.