La materia vasca se acomoda en Suecia
la obra matérica de jokin burgo va abriéndose camino en destinos como berlín y, especialmente, en escandinavia
lAS obras de Jokin Burgo (Bilbao, 1974) se salen del cuadro. Son saltarinas y exploradoras, vivas, diferentes entre sí. Con relieves casi coralinos a veces, y sin casi en otras, como en el caso de Reef barrel, un azul de mar profundo, puro y llamativo, que en la distancia corta apetece tocar. Como un documental de Jacques Cousteau contenido en un marco... La culpa la tienen los serrines áridos, polímeros y arlitas que el autor colecta en canteras y serrerías, y que dan cuerpo a esas piezas tan matéricas, tridimensionales.
Y así es la conversación con el inquieto Burgo, "optimista y muy activo", se autodescribe, a quien no le gustan los currículums y sí que se le conozca por sus pinturas: "Como dice Goenaga, esto es lo que hago, que se me valore por ello". Artista autodidacta y bombero de profesión, empezó muy pronto a experimentar en el taller de Juan Antonio Unzalu, en Santutxu, donde, recuerda con humor, "un día casi les intoxico con la acetona". Él mismo suele ponerse mascarilla, hoy, en su estudio de Zalla, una lonja tosca, con obras de gran formato y pocos artificios: tablas de madera que han soportado tantos ratos de pintura que se han convertido en cuadros en sí mismas; un buzo multicolor, también tintado; una iluminación relativa -"me gusta la penumbra"-, muchas horas de sueño perdidas...
Pero Jokin es la energía personificada. Así, el pasado año expuso con el escultor Jesús Lizaso en la Preview de la internacional Berlin Art Week, ha expuesto en Barcelona -tiene obra fija en la galería Esther Arias-, está tendiendo lazos con una de las numerosas galerías que hay en Santa Fe (EE.UU.), acaba de clausurar una muestra en Barakaldo y el pasado 7 de junio inauguró exitosamente una exposición en Suecia, donde en unos meses prepara otra y, en 2015, dos más al alimón con Lizaso. Sus propuestas han seducido a los escandinavos, siempre receptivos a la abstracción y a los nuevos senderos artísticos, y el mismo día de la inauguración vendió cinco pinturas. Gustó tanto que al día siguiente ató otra muestra, ahí mismo, en Galleri 44, para 2015.
Internacional Su primera obra significativa empieza a agruparse en 1995, relacionada con el expresionismo abstracto. Admirador de Picasso y Tàpies, pronto fue mostrando piezas en el Palacio de Congresos de Madrid, en Barcelona, Oviedo... El Meliá Bilbao le expone cada cuatro meses. Como curiosidad, dos dibujos suyos se hallan exhibidos en la galería situada bajo las Torres Petronas de Kuala Lumpur. Y ya está en contacto con el galerista de Santa Fe Juan Kelly, el mismo que le lleva obra a Jesús Lizaso. En julio continuará sus negociaciones en Nuevo México.
La figura de Lizaso es determinante en su trayectoria, y comparten proyectos e ideas. Así, por ejemplo, en la Preview Berlin complementaron sus trabajos, cosechando un feedback llamativo del público. Su stand era muy visitado, fotografiado y alabado. "Un artista italiano contemplaba Balgerri (una pintura minimalista, que sugiere una puerta a otra dimensión) y decía bello, bellisimo", recuerda con alegría Jokin. Un coleccionista americano ensalzó la obra conjunta de los dos vizcainos, por encima de otras en el pabellón expositivo.
En los próximos meses, Burgo va a moverse por Escandinavia como un pez en el agua. Igual que el bacalao que preparó a sus anfitriones y que triunfó el pasado sábado, con ayuda de sus cazuelas de barro. África Coll, quien coincidió en la Biennale con Lizaso, ha introducido a Burgo en Lidköping (Suecia), donde expone hasta el 22 de junio la aclamada Confesiones sobre cartón, una serie de rostros femeninos surrealistas, con nombres de "chicas de mi entorno: Haizea, Irati, Micaela...", aclara el autor.
Ya en diciembre vendió un cuadro allí, al galerista que, en unos meses, le expondrá en Mariestad una serie matérica. Después, mostrará su obra con Lizaso en la Edsvik Konsthall de Estocolmo, y volverán a exponer en Lidköping a la vuelta. Esta semana aprovechará para visitar a algunos galeristas noruegos, "muy contento".
búsqueda constante Al empezar, Burgo perseguía una pintura figurativa pero, pronto buscó que adquiriera tres dimensiones, "que el cuadro saliera para afuera". Va sacando composiciones, y algunas no salen. Y pinta sobre lo pintado. "Jokin es una obsesión continua por el arte, por descubrir nuevas formas de expresión. No se puede separar persona y obra", define Lizaso. "Busca la representación dramática e irrefrenable del subconsciente", indica Joan Carbonell i Mestres. "Es la fuerza, no te deja impasible", valora Enrique Peñaranda.
Burgo mueve sus pinturas monumentales con fuerza, pero con cuidado. "Los cuadros tienen que dormir como niños, cómodos", expresa, mientras pone de cara a la pared algunas de sus piezas alabadas en Berlín. "Las obras pueden ser muy eufóricas o muy tristes", entiende, recordando cómo al sufrir su madre una enfermedad difícil, creó una producción muy intensa. Del mismo modo, tras sacar la oposición como bombero, hubo una época en que se sumergió en el taller, en una especie de éxtasis, "de catarsis".
"Estoy disfrutando en este momento de mi vida", manifestaba con una amplia sonrisa antes de partir hacia Suecia, con obra gráfica en dos maletones. Al observar sus pinturas escondidas bajo sábanas Equilibrio, Vintalle -"una obra con mucha energía y color"- o Mar de lágrimas, admitía que se lo pasa "muy bien" con esta actividad, a la que le gustaría dedicarse a tiempo completo. "Si me dicen que tengo que exponer en Alaska, voy para allá", afirma con determinación. La misma que le llevará desde Santa Fe hasta Los Ángeles, y a Berlín, o que le hará moverse por Suecia y Noruega estos meses. Porque la creatividad, en su opinión, aplaca el desánimo y el "azogue del cuerpo". "Quiero domar la llama de un pincel", resumía el pintor que apaga fuegos y enciende luces.
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