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Una senda vital para recorrer descalzos

El creador brasileño invita al público a adentrarse en las obras que expone el guggenheim hasta el 18 de mayo

Una senda vital para recorrer descalzos

ERNESTO nos embarca en un viaje que continúa más allá de la visita a esta exposición", destacó Petra Joos, comisaria de Ernesto Neto: el cuerpo que me lleva, retrospectiva dedicada al artista brasileño que puede visitarse desde hoy hasta el 18 de mayo, en la segunda planta del Guggenheim Bilbao, sin olvidar el colosal Leviatán Thot que pende del techo del atrio. La muestra, que cuenta con el patrocinio de Iberdrola, consta de medio centenar de obras creadas desde los años 80 y 90 hasta la actualidad.

Se divide en nueve espacios temático-filosóficos: ¿Por qué vas de nuevo a Roma?, Así es la vida, La casa de los sueños, Que no te asuste el caos, Hermano de montaña, Trueque trueque, Vendo caramelos, Comer con los ojos y Dulce borde.

Algunas de las piezas "del pasado" se han reconfigurado para adaptarse a la peculiar arquitectura de la pinacoteca, otras se han creado para esta colección.

"La exposición es fruto de un trabajo intenso con el artista, hemos crecido con este proyecto", valoró Joos, en la presentación de la muestra que tuvo lugar ayer en el museo, con la presencia de su director, Juan Ignacio Vidarte; el responsable de la Fundación Iberdrola, Rafael Landín, y el propio artista, quien ofreció su obra al público bilbaino. "Ya no considero mías estas obras, espero que ahora convivan con el pueblo de Bilbao", auguró el artista, quien invitó a la presentación a sus amigos Txana y Ayani, dos indios de la tribu huni kuin, del norte de Brasil. No dudaron en aprovechar la ocasión para danzar y entonar cánticos rituales ante los presentes, en un entorno idóneo creado por el brasileño: Dulce borde. "Neto está haciendo un trabajo increíble para traer hasta aquí el espíritu del bosque", agradeció Txana.

De hecho, el propio Neto reivindica los museos como "un espacio para la espiritualidad y el contacto humano". Como muestra, sus obras, que invitan al visitante a descalzarse y caminar por los escenarios donde recrea la naturaleza, su principal fuente de sabiduría e inspiración. En La vida es un cuerpo del que formamos parte (2012), una escultura compuesta de ganchillo y bolas de polipropileno, emplaza al espectador a "valorar la vida" y a introducirse -literalmente- en la obra, para caminar por ella en una especie de escalera de caracol. "Simboliza lo qué es la vida, a veces puedes sentir vértigo, pero otras veces puedes detenerte y relajarte, como si estuvieras dentro de un cuerpo", explicó el brasileño. "Quiero pasar por aquí y cargarme de energía positiva, ¡bienvenido hermano!", se dirigió a su amigo y gurú Txana, con quien se topó en su escultura vital.

la vida es juego Neto rinde homenaje a los vendedores ambulantes de Brasil con caramelos, tambores, cocos, lavanda, manzanilla y ganchillo; y en Troca troca (2013) emula otro de sus rituales: intercambiar objetos con amigos. "Es una obra que nunca acaba, siempre en transformación". En una sala "de intimidad" y entre imágenes de la no-boda de Neto, el visitante encuentra propuestas como Nave Útero Capilla II (2013) o Humanoides (2001), unos curiosos trajes con diferente aroma en función de si son de hombre o mujer. "Tendrán que descubrir ustedes qué aroma pertenece a cada sexo", apuntó con sorna Neto, para quien la vida también es "un lugar para el juego y la improvisación".