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Para el puntillista que renovó la pintura vasca

Para el puntillista que renovó la pintura vasca

cON colorido vivo y un estilo puntillista, cercano al naif, las pinceladas del pintor Darío de Regoyos dibujaron numerosos paisajes de Euskadi. Vistas que marcaron una época en la que el artista contribuyó a la modernización de la pintura vasca en pleno cambio de siglo.

Para recordar a esta figura del arte, que curiosamente se ganó las críticas del orden imperante de la época, el Museo de Bellas Artes de Bilbao congregó ayer por la tarde a numerosas personas en la inauguración de la muestra dedicada al creador asturiano. "Se trata de una exposición antológica y extraordinaria, una de las grandes retrospectivas de los últimos tiempos", aseguró Javier Viar, director de la pinacoteca, en la presentación de la muestra que, afirmó, "ayuda a la comprensión de un pintor que no es suficientemente conocido ni reconocido".

Entre cuadros de paleta clara y vistas oscuras y sombrías de rincones de Euskadi, se dieron cita representantes de distintas instituciones vascas, como José Luis Bilbao, diputado general de Bizkaia y presidente de la Fundación Museo de Bellas Artes de Bilbao; Iñaki Azkuna, alcalde de Bilbao; Cristina Uriarte, consejera de Cultura del Gobierno vasco; Joxean Muñoz, viceconsejero de Cultura; Imanol Agote, director de Patrimonio Cultural del Ejecutivo de Gasteiz; Lourdes Moreno, directora artística del Museo Carmen Thyssen Málaga; Mario Fernández, presidente de la BBK; Clara Montero, directora de Promoción de la Cultura; Juan María Sáenz de Buruaga, de la BBK; Juan San Nicolás, comisario de la exposición, o Jon Redondo, director de Juventud y Deportes del Gobierno vasco. A toda esta lista también se sumó Juan Ignacio Vidarte, director general del Museo Guggenheim Bilbao. Fueron los últimos años de vida los que el artista dedicó a Euskadi y al impresionismo más renovador, a un puntillismo que dejó una huella imborrable en la historia del arte. Y una etapa que, a pesar de que en tiempos del artista desató la crítica y produjo una ausencia de clientes, merece, cien años después de su muerte, una profunda retrospectiva para valorar su mirada impresionista.