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Danza y teatro, un juego de niños

Álex Angulo inaugura en Bilbao un centro para el estudio de estas artes dirigido al público infantil

Danza y teatro, un juego de niños

Bilbao

Jugar. Es el principal requisito de acceso a Studio9, el recién inaugurado centro de danza y teatro que dirige el actor vizcaino Álex Angulo (Erandio, 1953). Ubicado en la bilbaina Alameda Rekalde, se inauguró ayer y se dirige sobre todo a niños y niñas de entre 5 y 15 años.

"No pretendemos otorgar ningún título -no es una escuela reglada-, nuestra intención es que los alumnos vengan aquí a jugar, a disfrutar de sus capacidades artísticas sin más pretensiones", explica Angulo, mientras observa la impoluta sala donde pronto bailarán y actuarán los jóvenes alumnos de Studio9. "A estas paredes les falta impregnarse de sudor -bromea-, que no de lágrimas: no queremos ser demasiado estrictos; disciplinados sí, pero no hay que olvidar que son niños y que de lo que se trata es de plantar las semillas para que el talento innato de cada uno de ellos los guíe. En esta profesión, lo importante es jugar, y eso es lo que vamos a hacer", sostiene. "Aquí se viene a disfrutar, no a sufrir -reitera-; si después descubren verdadera vocación en alguna de estas artes, entonces sí, les tocará sufrir", ironiza.

Angulo defiende que se fomente la pasión por la danza y la interpretación desde edades tempranas, si bien puntualiza: "Eso no significa que todos los que aparezcan por aquí quieran ser estrellas, desde luego ese no es nuestro objetivo. No todo el mundo quiere ser artista, pero sí disfrutar del arte".

Este nuevo "espacio multidisciplinar" nace con vocación de ser un proyecto a largo plazo. "Imagino que el comienzo no será fácil -reconoce-; el periodo de matriculación ya está abierto y conforme reunamos los grupos pondremos en marcha el centro. Al fin y al cabo, la vida de este espacio la van a definir los propios alumnos". En su calendario inicial, además de clases de danza y teatro, contemplan sesiones de breakdance, malabares, magia e incluso de "pequeñas acrobacias", aptas para menores, eso sí.

Con la intención de aprovechar el espacio, también prevén dar clases de disciplinas como yoga o pilates por las mañanas, dirigidas al público adulto. En cuanto al profesorado, destacan entre otros nombres Mayda Zabala y Raquel Olmos, en los ámbitos de danza y teatro, respectivamente. El propio Angulo también planea impartir algún taller de interpretación para los más jóvenes. "Probablemente sea de reciclaje", aclara el director de Studio9, quien reivindica el protagonismo del alumno en su propio aprendizaje. "No pretendo dar demasiados consejos de interpretación, eso es algo que van a ir descubriendo ellos por sí mismos. Si bien es cierto que en todo aprendizaje es necesario un buen maestro, también se precisa un buen alumno, que cuestione, investigue y, en definitiva, muestre curiosidad e interés", apunta.

Angulo afronta el reto de compaginar su carrera artística con la dirección de este centro. "Quiero que los profesores que trabajen en Studio9 guarden una continuidad para con el alumnado; yo asumo la responsabilidad directiva, pero físicamente estaré disponible para descosidos puntuales", comenta.

Evolución constante Studio9 aúna dos ámbitos que definen a Angulo: educación e interpretación. "Soy maestro -recuerda-, y siempre he creído que la enseñanza debe estar en continuo enriquecimiento y evolución; aunque nunca llegué a contemplar abrir una escuela, porque mi carrera y mi vida siguieron otro camino", señala el intérprete, galardonado con el Premio Zinemira en 2010 y nominado tres veces al Goya por su trabajo en El día de la bestia, Muertos de risa y El gran Vázquez.

Su carrera como actor comenzó de la mano del teatro independiente, a través del colectivo bilbaino Karraka. Por ello le será inevitable recordar aquellos comienzos cada vez que pise las instalaciones de Studio9. "De alguna manera, centros como este son algo que echaba de menos cuando empecé en el mundillo. Recuerdo que nos preguntábamos ¿Y a dónde vamos? ¡Si no sabemos hacer nada! Aprendimos de los libros, copiando lo que veíamos", relata.

Los retazos de nostalgia no están exentos de crítica. Angulo echa en falta una escuela pública dedicada al teatro y a la danza en Euskadi. "Llevamos 30 años reclamando y esperando a que se constituya un centro de iniciativa pública para el estudio de estas artes", y cita como ejemplos el Instituto del Teatro de Barcelona o la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (RESAD). En su opinión, las bases de ambas disciplinas deberían contar con el respaldo institucional, y no limitarse al ámbito privado -"los centros privados deben servir para potenciar estas artes"-; y advierte: "Luego no nos extrañemos de que la mayoría de nuestros artistas tengan que marcharse fuera?".

El cuerpo, vehículo vital El interés por suplir de alguna manera esa carencia educativa no ha sido su única motivación a la hora de abordar este proyecto. "Me parece que este es un momento interesante para recobrar el cuerpo, esto es, la expresión corporal y el conocimiento de uno mismo", afirma. En una época donde se tuitea y wasapea mucho pero quizá se dice poco, aboga por desarrollar lo que denomina conciencia corporal. "El cuerpo nos lleva a todos los sitios y sin embargo es al que menos caso prestamos, solo nos acordamos de él cuando nos duele algo".

"Cada vez se está más pendiente de la imagen, todos absortos en sus móviles y demás cacharros, da la impresión de que solo hay ojos y cabeza para seguir las historias... Ahora existen tantas posibilidades de hablar que ya no se habla", sentencia.