El caleidoscopio de Marta Cárdenas
La intensa obra de la autora guipuzcoana está expuesta en la Galería Ekain de Donostia
donostia
LA pintora y creadora Marta Cárdenas (Donostia, 1944), una de las artistas plásticas más consolidadas y reconocidas del País Vasco y del Estado, siempre ha tenido una mirada atenta a todo cuanto pasaba a su alrededor y en el ancho mundo. Sus continuos viajes por numerosos países -a veces acompañando a su marido, el músico Luis de Pablo- han cargado sus ojos de numerosas imágenes; unas veces más realistas, otras más abstractas, como en la actualidad, en las que a manera y modo de las que se producen en los viejos caleidoscopios chinos, se articulan y vertebran repertorios formales, cargados de profundas ideas, sentimientos y afectos.
La tierra y sus colores, el agua y sus transparencias, los vestidos y draperías de hombres y mujeres de medio mundo, han quedado prendidos en su retina y en sus numerosos y maravillosos cuadernos de campo, a través de los cuales posteriormente la pintora trabaja y elabora sus múltiples propuestas, que usted puede ahora contemplar y gozar en Galería Ekain de la parte vieja donostiarra. Treinta obras realizadas sobre papel de lija y madera, así como tres cuadernos de artista componen esta intensa muestra realizada con acuarelas y óleos en barra, así como pintura vinílica mate, lápices de colores y diversas técnicas mixtas.
"El ojo, como la boca es muy goloso", aseguraba André Malraux; y el ojo de la artista que además está muy educado, no digamos nada. En este sentido se mueven y plasman los repertorios formales que plasma Marta Cárdenas.
Ella parte de tejidos africanos y de medio mundo, conecta con seres antropo-zoomorfos y los trabaja como un lazo a modo de caleidoscopio, que se expande y entrelaza, se retuerce de manera cinética, en una, dos o tres formas y colores, hasta crear con ellos composiciones musicales en azul-verde, rojo-rosa-violeta, amarillo-negro, verde-rojo, azul-amarillo, rojo-amarillo, a manera de un fértil y sobrio caleidoscopio, creando espacios horizontales y verticales para la contemplación, de gran fuerza y atractivo.
Son espacios de fuerte intensidad, que exigen del espectador altos grados de concentración y de mirada centrada. Espacios llenos de color y ritmo que, a manera de mantra y de oración reiterada, llegan a lo más profundo del interior del ser humano. En una sociedad superficial y cargada de imágenes banales y falsas, Cárdenas trata de crear imágenes básicas, sustanciales, elementales; que se mueven y expanden en redes y espacios cuasi cibernéticos y telemáticos. Los mass-media actuales van obligando a los auténticos creadores a producir imágenes sobrias, intensas y referentes de lo fundamental y de lo básico.
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